Este jueves comienza el Festival Internacional de la Bande-dessinnée d’Angoulême, el más importante de historieta de Europa. Con esta edición el FIBD cumple 50 años y lo celebrará a toda pompa, aunque no exenta de polémicas. Además, dos argentinos figuran entre los aspirantes a sus prestigiosos premios Fauve. Por un lado, Sole Otero figura en la selección oficial con Naftalina (que llegó a la Argentina de manos de la línea Graphic, de Salamandra), candidateado especialmente al Premio del Público. Otero además integra el selecto grupo de apenas diez autores emergentes de todo el mundo a los que el Festival recomienda seguir. Por otro lado, el dibujante Carlos Aón integra la dupla creativa que junto al guionista uruguayo Rodolfo Santullo buscan el premio de la selección policial con El dormilón (publicado aquí por LocoRabia, con flamante reedición).
El plato fuerte de la premiación, en tanto, está en la selección del Grand Prix, que este año tiene una terna dominada por las mujeres: la norteamericana Alison Bechdel y la francesa Catherine Meurisse. El tercero en disputa es el franco-sirio-libanés Riad Sattouf, autor del celebrado El árabe del futuro. Aunque por fama internacional e influencia (es la creadora del famoso “test de Bechdel”) Bechdel sería candidata natural al premio, Meurisse aspira al galardón por cuarto año consecutivo y recientemente fue incorporada por el Ministerio de Cultura de Francia en la Academia de Bellas Artes y en el Colegio de Francia.
Más allá de los premios, esta edición del Festival se destaca por la creciente influencia del manga en la programación y por la polémica reciente en torno a la obra del laureado Bastian Vives que llevó a dar de baja su muestra y dejar por primera vez vacío un espacio de exposición central del evento.
El pabellón Manga City, de 2.500 metros cuadrados, recibirá a las editoriales del sector, autores locales e internacionales, muestras y tendrá tres invitados de lujo, como el increíblemente popular Hajime Isayama, autor de Attack of Titans (auténtico best-seller en papel y hit en la pantalla), el veterano Ryoichi Ikegami, de 78 años, famoso por sus series de gangsters, y el tremendo Junji Itô, famoso por su abordaje del horror, que en estos días atraviesa un pequeño boom gracias a la adaptación de Netflix de su serie Junji Ito Maniac, japanese tales of the macabre.
En cuanto a Vives, el Festival le dio carta blanca para montar la exposición que quisiera –una política habitual del FIBD, especialmente para los autores que galardonó en ediciones anteriores- y el anuncio del contenido desató la ira de diversos grupos vinculados a la disciplina, incluyendo el cuerpo de docentes y alumnos de la facultad de artes de la ciudad.
“Este affaire muestra que el Festival es una cámara de resonancia de cuestiones que atraviesan y agitan a la sociedad”, consideró Sonia Déchamps, co-directora artística del FIBD, cuando los medios franceses la consultaron al respecto. Los petitorios online se multiplicaron al considerar especialmente dos obras del autor (Les Melons de la Colère y Petit Paul) como “obras abiertamente pedopornográficas” y acusaron al autor de proponer “una imagen degradante de las mujeres” en otros libros, como Le Chemisier o The Lesbians. La cineasta Andrea Bescond lo calificó como exponente de la “cultura de la violación”. La polémica resultante incluyó algunas voces a favor de “la libertad de expresión” y la “capacidad del autor para dibujar y exponer temas tabú”, pero llegó a una pronta conclusión cuando las protestas se convirtieron en amenazas. “No podemos celebrar nuestra 50ma edición con guardia policial”, señalaron desde la organización y dieron de baja la muestra en el Museo del Papel, una institución de peso simbólico en la pequeña ciudad (a poco más de una hora de viaje desde París), que antes de la aparición del FIBD y la instalación de la Cité de la BD apenas era conocida como una productora de papel.
Así las cosas, ahora el foco de las muestras está puesto en la retrospectiva dedicada a Philippe Druillet (Grand Prix d'Angoulême en 1988). Figura central de la renovación de los años ’70 y ’80 con sus increíbles historietas de ciencia ficción, Druillet es considerado un autor patrimonial que influenció a varias generaciones de dibujantes y cineastas no sólo franceses, sino de todo el mundo. Además del Museo Angoulême, sus obras se exhibirán en la Capilla, y seguirán allí hasta mucho después del cierre del festival, pues recién bajarán sus obras a mediados de marzo.
Finalmente, y como un modo de homenajear el pasado del evento, la artista Muma Soler convocó a 350 habitantes de la ciudad para que reproduzcan con 35.000 velas el afiche de la primera edición del festival, realizado entonces por el mismísimo Hugo Pratt.