Todos al diván

En 1998, la fotógrafa Shellburne Thurber llegó a Buenos Aires para visitar a una amiga junto cuando se estaba jugando el mundal de fútbol en Francia. Pero a ella no le interesa el deporte. Entonces su amiga, que es psicoanalista, le ofreció refugio en su consultorio para que Shellburne pudiera hacer sus cosas por fuera del bochinche local. “Me sentí bien en ese espacio lejos del mundo y a la vez, frecuentado por mucha gente”, recuerda la artista de 74 años. Ahí se le ocurrió una idea y le preguntó a su anfitriona si podía fotografiar el consultorio cuando no había pacientes. El entusiasmo fue tan grande que Shellburne terminó además fotografiando varios consultorios de colegas de su amiga en esta tierra pródiga para el rubro. De esa exploración porteña, que continuó en Boston, donde Thurber vive, surgió la serie Analysis, expuesta a lo largo de los años y que ahora se transformará en libro. A Thurber le interesó la tensión que estos espacios evocan. “El paciente está acostado pero no se trata de un lugar en reposo sino que ahí se libera lo reprimido”, cuenta en el libro, que será editado por Kehrer, una editorial alemana exquisita. “Me impresionó el impacto de ciertas decisiones tan simples como la ubicación de la silla del psicoanalista en relación con la del paciente o la comodidad de un almohadón. Todo eso da cuenta de un trabajo personal creado en base a la confianza entre dos personas”, cuenta sobre las variaciones elocuentes que surgen de la combinación escritorio, silla y sofá. La fotógrafa indaga desde hace décadas espacios a medio camino entre lo público y lo privado. Habitaciones de motel, casas abandonadas o pasillos de hospitales imprimen sobre la imagen sus huellas fantasmáticas. Lo mismo ocurre en Analysis. Y es que en una disciplina con más de un siglo de antigüedad, también aparece lo imprevisible. Así, una caja de pañuelos descartables, una lámpara halógena, o una esculturita clásica se transforman en gestos singulares. Todo habla, también los objetos. Las fotos de Thurber le dan lugar a esa voz elusiva.

Papiro con instrucciones

Si la vida después de la muerte sigue siendo un enigma, ahora vienen los egipcios a poner un poco de orden. Un grupo de arqueólogos de esa zona ha descubierto un papiro antiguo intacto, que data del año 50 antes de Cristo. Por su valor histórico, los expertos del país lo llaman “el primer descubrimiento de este tipo en un siglo”. El papiro de casi 16 metros de largo fue encontrado en el área arqueológica de Saqqara. Este hallazgo es en sí mismo una joya pero su valor se jerarquiza aún más porque contiene declaraciones y hechizos del Libro Faraónico de los Muertos para ayudar en el más allá a quienes han fallecido. No existe una única versión de este libro, confeccionado por artesanos que hacían sus propias ilustraciones. Así que cada hallazgo es parte de un rompecabezas infinito. El Secretario General del Consejo de Antigüedades de Egipto, Mostafa Waziri, fue el encargado del anuncio e informó que el papiro, que fue completamente restaurado, se está traduciendo al árabe y se presentará en la inauguración del Gran Museo Egipcio este año. El papiro fue descubierto dentro de uno de los 250 sarcófagos de madera encontrados en el área arqueológica en junio pasado. Solo en 2022, los arqueólogos descubrieron cientos de momias, una pirámide de una reina desconocida y varias tumbas, entre otros hallazgos. Esta civilización resistente al tiempo y a los saqueos que sufrió su legado, tiene tanta potencia que también ha sabido preservar sus misterios.

Incómoda frambuesa de postre

Aunque Ana de Armas fue nominada a los Oscar como mejor actriz por Blonde, donde se destaca al interpretar a Marilyn Monroe, la película no tuvo la misma suerte. De hecho, Blonde encabeza los films puestos en la mira por los Golden Raspberry, que se toman en solfa a la industria del cine desde hace más de cuarenta años. Peor película, peor director para Andrew Dominik y peor guión son tres de las ocho categorías que acumula esta biopic de Netflix, que fue divisoria de aguas desde su estreno. Joyce Carol Oates, autora de la novela en la que está basada, salió a defender las decisiones del director australiano ni bien aparecieron las primeras objeciones. Al igual que Nick Cave, que compuso la banda de sonido junto a Warren Ellis y confió en Dominik para los documentales sobre su figura. Pero los Golden Raspberry son equitativos a la hora de repartir palos. Con siete nominaciones, Good Mourning es considerada “una comedia de fumados que logra la rara hazaña de obtener un cero perfecto en Rotten Tomatoes”. Con seis menciones está el Pinocho en versión Disney, incluido Tom Hanks, nominado además por su Coronel Parker en Elvis. Algunas críticas a estos críticos señalan que se les fue la mano con Ryan Kiera Armstrong como peor actriz ya que apenas tiene 12 años. Ella no hizo declaraciones pero sus fotos con remera de Nirvana siguen en su Instagram como si dijera Nevermind.

Vamos a la playa

A lo largo de Aftersun, la película de Charlotte Wells de la que tanto se habla en estos días, aparecen algunos libros que dan pistas sobre las referencias estéticas de la directora nacida en Edimburgo. Una de ellos es la poesía completa de Margaret Tait: el libro aparece sobre el mueble del hotel turco donde se alojan la pequeña Sophie y su padre Calum. “Margaret era uno de esos nombres que nunca había investigado. Y cuando lo hice, quedé impresionada por su trabajo y por el hecho de que ella fue la primera mujer en hacer un largometraje en Escocia. Me refiero a Blue Black Permanent, la película que en muchos sentidos es mi película”, le contó Wells al crítico Roger Ebert. Ese film, de hecho, relata los intentos de una hija por reconciliarse con su madre poeta, que se quita la vida en el mar. Tait es aún un secreto a ser descubierto incluso en Escocia, donde vivió entre 1918 y 1999, si bien desde hace algunos años su trabajo viene siendo recuperado. Por ejemplo, Wells cuenta que vio Blue Black Permanent en Mubi, la plataforma que en 2018 recuperó otros films de Tait como Colour Poems, un retrato sobre el poeta escocés Hugh MacDiarmid o seis films en torno a los cambios en Kirkwall, la pequeña población donde Tait nació, entre 1969 y 1976. Aunque ya no es posible verlas en la plataforma, una búsqueda en otros sitios web permite llegar a a algunas. “Estoy más interesada en filmar el paisaje, aunque sea diminuto, que en filmar una escena”, dijo en una entrevista y agregó sobre su forma de concebir el trabajo: “¿Quién dijo que ‘el arte del cine es el arte de componer imágenes’? Las imágenes son importantes, pero también los sonidos”. Tait se graduó como médica en Edimburgo en 1941, brindó servicios durante la Segunda Guerra Mundial y mientras tanto, comenzó a escribir guiones. Filmó 32 cortometrajes, todos autofinanciados. Blue Black Permanent está inspirada en su propia infancia en las islas Orcadas. Filmada en 1992, y su tardío debut en el largometraje, cuando ya tenía sesenta años, es la cúspide de una carrera silenciosa, donde combinó con total libertad cine y poesía en clave autobiográfica. “El tipo de cine que me importa está al nivel de la poesía; de hecho, el trabajo de mi vida han sido los poemas cinematográficos”, afirmó. No es casual, entonces, que Wells y Tait también compartan este rasgo en su mirada. Como la carta robada de Poe, la directora de Aftersun dejó la evidencia en un lugar visible aunque haya que prestar cierta atención para descubrirla.