A veces, en mis notas de deporte, me sorprendo diciendo cosas similares que hace 40 años. Es claro que no se trata de una reiteración de letanías, sino de elementales decisiones que todavía faltan tomar y continuar en el tiempo.

Los resultados a largo plazo de lo que llamamos la política deportiva, que en general son desconocidos por la población y poco frecuentados por los medios, que suelen circunscribir sus análisis al resultado, indican de situaciones que se mantienen inmóviles y que con el tiempo transcurrido se convertirán en lastres, cada vez más difíciles de sobrellevar.

El principal sería tener una política deportiva posible y ejecutable, y no simplemente declamada. Un Presupuesto suficiente y de rápida disponibilidad. Y un proceso de formación de recursos humanos que no esté alejado de la realidad internacional.

En el haber hemos visto como la creación del Enard, en 2009, con su inyección de recursos, aún cuando todavía sean claramente insuficientes, y también la mayor agilidad en la ejecución de los subsidios para actividades federativas, ha logrado estabilizar lo básico. Es decir, competencias, becas y entrenamientos.

Esto ha permitido que la élite de nuestro deporte compita internacionalmente en aceptables condiciones. 

En tanto, en el debe nos encontramos con aquello invisible para casi todos: una infraestructura deportiva insuficiente y mal distribuida en todo el país, tanto para el alto rendimiento como para el deporte social; una casi total falta de articulación o siquiera de comunicación entre el deporte escolar, la educación física y el inicio de la actividad federativa.

Esto está implicando menos niños, jóvenes y adultos haciendo deporte social o masivo, y un cada vez menor acceso al entrenamiento y la competencia. En varias disciplinas hay menos federados que hace 70 años, aún cuando nuestra población casi se ha triplicado.

Por supuesto que siguen surgiendo talentosos deportistas, técnicos y dirigentes capaces y honestos, que disimulan con sus éxitos la inmovilidad e incapacidad de gestión de otros personajes que sobreviven a gobiernos y gestiones, y que como la mitológica Hidra siguen asomando sus cabezas sólo para buscar beneficios personales.

Lamentablemente, para una parte de la comunidad deportiva, parece que conocido y conocedor son sinónimos, pero puedo asegurar con seguridad que no lo son. Es necesario saber que en cualquier actividad, las mismas ideas, el mismo procedimiento y la misma gente, traerán idénticos resultados en el tiempo.

* Ex Director Nacional de Deportes.