Patricio Miguel Finnen conoció tiempos mejores cuando era uno de los jerarcas de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), pero nada dura para siempre. Hace ya 20 años que no integra más el organismo de inteligencia y hace casi dos meses que está detenido por crímenes de lesa humanidad por orden del juez federal Daniel Rafecas. Este miércoles, la Cámara Federal porteña rechazó excarcelarlo, por lo que seguirá preso en la Unidad 34 de Campo de Mayo por su actuación en los centros clandestinos de detención conocidos como Automotores Orletti y Bacacay.
Los camaristas Leopoldo Bruglia, Eduardo Farah y Roberto Boico respaldaron la decisión de Rafecas de mantener en un establecimiento penitenciario a Finnen por la existencia de riesgos –no solo de fuga sino de torcer la investigación–. Boico incluso sostuvo que no puede descartarse la posibilidad de que existan otros imputados sin identificar, además de aquellos respecto de quienes se ha dispuesto la captura nacional e internacional.
En esta causa, Rafecas ordenó la detención de Finnen y de Luis Nelson “Pinocho” González. Los dos fueron exponentes de la SIDE de los ‘90, cuando conformaron la Sala Patria –que se creó para salir a la caza de Enrique Gorriarán Merlo tras el ataque al cuartel de La Tablada–. También están detenidos Rubén Escobar, Hugo Carlet y César Albarracín. Todos, con excepción de Albarracín, están alojados en Campo de Mayo.
Aun está pendiente la orden de detener a Daniel Oscar Cherutti, otro exagente de la SIDE que actuó en los centros clandestinos que funcionaron bajo la órbita de ese organismo de inteligencia. Cherutti reside desde hace años en Italia y tendría un restorán llamado Solo Tango en la región del Piamonte. El 13 de enero pasado, el juzgado pidió la extradición y le dictó la prisión preventiva para que pueda ser detenido por Interpol. Por el momento, no hubo novedades pese a que fuentes de la cartera de Seguridad aseguran que está localizado.
El rol de Finnen
Finnen ingresó a la SIDE en 1974. Por ese entonces lo conocían como "Paddy". Según reconstruyó el juzgado de Rafecas, estuvo afectado a la estructura de Operaciones Tácticas (OT) 18 durante 1976. Bajo ese sello habrían funcionado dos centros clandestinos durante el primer año de la dictadura: entre marzo y mayo de 1976, la banda de Aníbal Gordon operó en una casona de la calle Bacacay; para finales de mayo, dio vuelta la manzana y se mudó a un taller en la calle Venancio Flores que después se conoció como “Automotores Orletti”.
Para Rafecas, Finnen fue responsable de 29 secuestros, nueve homicidios y tres casos de sustracción de menores en la base de Bacacay. En Orletti, le achacan haber intervenido en 80 privaciones ilegales de la libertad, doce asesinatos y el robo de dos chiquitos. Por estos hechos lo indagaron el 15 de diciembre pasado. Aun resta que Rafecas decida si procesa a Finnen y a sus compinches de la SIDE. El juez también tiene una solicitud de Finnen para que lo manden a su casa con una tobillera electrónica. Frente a este pedido, tuvo un guiño de Bruglia: el camarista le recomendó a Rafecas que le dé una “pronta respuesta” al exhombre fuerte de la SIDE.
Finnen hizo carrera en la Secretaría de Inteligencia hasta comienzos de este siglo. Abandonó su oficina de la central de espías de la calle 25 de mayo en 2002. Diez años antes, cuando ocurrió el atentado a la embajada de Israel, era el único hombre que la SIDE tenía apostado en Oriente Medio.
Cuando ocurrió el ataque a la AMIA, Finnen y la Sala Patria intervinieron en la investigación. En un almuerzo en un restorán El Aljibe del Hotel Sheraton, el entonces juez de la causa, Juan José Galeano, le pidió 400.000 dólares. Con el tiempo se supo que ese dinero salió de los fondos reservados de la SIDE, pasó por las manos de Finnen y fue usado para pagarle a Carlos Telleldín para involucrar a un grupo de policías bonaerenses en la trama del atentado del 18 de julio de 1994.
Entre 2015 y 2019, Finnen fue juzgado por el desvío de la investigación del atentado. Sin embargo, el Tribunal Oral Federal (TOF) 2 lo terminó absolviendo. Las partes recurrieron su absolución y aun debe definir la Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal si hay elementos suficientes para condenarlo.
En paralelo, ahora corre su situación por su pasado en los centros clandestinos de la SIDE. Para la justicia argentina, ya es una verdad consolidada que Orletti funcionó como una base del Plan Cóndor en la que se torturó, se mató, se desapareció e incluso se fondeó los cuerpos de las víctimas en barriles con cemento.