“Cuando el sistema de justicia está destruido por el arrasamiento neoliberal cómo es nuestro caso, la equiparación de dolores surge como la única utilidad posible de la condena, lo que se llama retribucionismo penal. Esto a la vez constituye un límite a la facultad estatal de castigar porque ante un sistema de justicia quebrado este límite se diluye” explica Luli Sanchez, abogadx, lesbianx y militante feminista sumando un punto de vista a los debates y discusiones que se dan en torno al juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa.
Hay momentos en los que ciertas discusiones especialmente y a raíz de la repercusión mediática adquieren una audibilidad mayor. En el juicio a los rugbiers ¿Cuáles son los debates que crees habría que dar?
--En este caso se discute la pena porque a una clase social media del Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires, quienes se identifican como vara moral del país, les es fácil identificarse con los acusados y no con la víctima. Se escuchó decir que los agresores podrían ser hijos de cualquiera, ir a un boliche y actuar del mismo modo que ellos lo hicieron. El racismo es estructural y lo reproducimos todes, al igual que el machismo y el transodio, se arraigan en las instituciones de las que las elites forman parte de modo casi excluyente. Esos discursos ponen la superioridad moral del lado de las élites y el crimen y la degeneración, la baja moral, del lado del pueblo. En este caso esos parámetros se presentan invertidos y ante esa supuesta inversión moral de clases, las reacciones han sido por la disputa de la superioridad moral: quien sufre más. No siempre se da la discusión en estos términos, en nuestra propia historia no es así y sobran ejemplos. Pero sí se da en este caso un debate maniqueo, así lo ha planteado la discusión mediática.
Y el mayor protagonismo lo tiene el castigo...
--El castigo adquiere protagonismo porque el sistema penal no ofrece otra cosa. También porque pedir cualquier reparación implica un mayor involucramiento de las partes y mayor gasto público.
¿Cuáles serían las políticas judiciales que necesitamos?
--Políticas judiciales comprometidas con prevenir y reparar. Muchas veces a quienes piden reparaciones se les estigmatiza cómo interesadas en el dinero. Las políticas de reparación aún son muy frágiles en nuestro país, alcanza con mirar lo restrictivas que son frente a crímenes de lesa humanidad. Mientras tanto a las víctimas se les exigen condiciones sobrehumanas al igual que a lxs acusadxs. No hay justicia posible con procesos que no registran la humanidad que está en juego.
¿Cómo ves el debate en torno a la prisión perpetua?
--Es imprescindible eliminar la pena perpetua de nuestro sistema penal. Un horizonte de perpetuidad va en contra del principio de humanidad de la justicia y de humanidad de las penas. El Estatuto de Roma que castigaba crímenes de guerra y de lesa humanidad habla de penas de hasta 30 años para ese tipo de crímenes. La perpetua no es justicia, es una distorsión, crea una falsa sensación de seguridad y de la excepcionalidad de la violencia. Además sólo hace al autor responsable individual y diluye las responsabilidades sociales y estatales. Tampoco es exigible a las víctimas de un crimen aberrante como es el de Fernando que sean ellas las responsables de terminar con la perpetua, es una responsabilidad institucional
¿Qué es lo que discute la visión antipunitivista?
--La visión antipunitivista discute el dolor y lo reconoce, no es una jipeada o tallercitos como se ridiculiza desde el sector de la supuesta mano dura. El antipunitivismo toma muy seriamente el dolor de las víctimas, de lxs acusadxs y de las comunidades. Se pregunta si históricamente las prisiones y el castigo penal han producido los prometidos efectos de pacificar a la sociedad y combatir la impunidad.
La respuesta es obvia…
--Sí, es obvia. Los sistemas penales no cumplen con sus promesas, son tortuosos para todxs quienes los formamos y nos topamos con él. Hay que entender que no es opcional, rara vez alguien elige si usar o no el sistema penal, la mayoría de las veces te atrapa ya sea porque hayas sufrido un delito o te hayan acusado. No todos los delitos son intencionales además. Por otra parte, en general, la pena se discute sólo en relación a delitos violentos o para perseguir líderes/as populares, pero no sé discuten en términos penales otro tipo de acciones que causan daños gravísimos a nivel social.
¿Cuáles serían por ejemplo?
--Por ejemplo, los despidos ilegales no están vistos como delitos y sin embargo causan enormes daños sociales. Podríamos decir lo mismo de tomar deuda externa, evadir impuestos, la megaminería, los daños ambientales que produce o los errores judiciales que dejan a personas presas durante años por causas armadas. Son muchas las cuestiones que causan graves daños sociales y que no se discuten en términos penales. No es que debieran discutirse, pero lo que quiero decir es que lo que determina que sea un delito o de responsabilidad penal no es el nivel de daño social o la gravedad de la acción o de las consecuencias.
¿Cómo ves el debate en torno al racismo, el clasismo y el género?
--El derecho penal más democrático posible se basa en juzgar los actos de las personas y no su clase, su raza o su género. Se ha planteado el debate social al revés de colectivizar estos ejes como matrices de producción, se realiza el efecto contrario, los transforman en una excepción. Lo que sucede es que se utilizan estos crímenes y la condena sobre los autores directos para lavar una propia posición, son chivos expiatorios. Primero lo fue Fernando, ahora son los rugbiers. Se pretende matar al perro y que con eso se acabe la rabia. Con el caso de Lucio Dupuy sucede exactamente lo mismo que con este caso de Fernando. Son, en muchos sentidos, casos espejo.
¿En qué sentido?
--Representan el blumberismo social, se pone a las víctimas en una posición absoluta y desde esa posición se reclama socialmente un castigo ejemplar, la pena máxima, la perpetua, haciendo hincapié en quiénes son las personas que cometieron los delitos, se hace eje en la persona y no en el acto. En otro sentido son espejo: en la supuesta demanda social que se cristaliza, que en realidad refleja la demanda de un sector conservador, discriminador y racista que utiliza el sistema penal para realizar estas fantasías de limpieza social.
Justicia y prisión perpetua empiezan a leerse como lo mismo...
--Queda la idea de que justicia es siempre perpetua y este influjo moral es lo que queda socialmente y a quiénes va a afectar es a las personas mas débiles frente al sistema penal: las travestis, las mujeres cis racializadas y pobres, los hombres cis racializados y pobres. Se toma este caso y se amplía la punibilidad en nombre del castigo de, en este caso, los rugbiers. Esto es excepcional, las cárceles no están compuestas de rugbiers de clase media y entonces lo que sucede es que con la excusa de castigar un caso que sin duda es aberrante termina ampliándose la punibilidad para quienes habitualmente reciben los castigos y las penas.