Unas 560 mil hectáreas se incendiaron en 23 de las 24 provincias argentinas el año pasado. En el 95% de los casos, ocurrieron por acción humana: negligencia, fogones mal apagados y la quema intencional de pastizales. Las cifras surgen del informe “Los incendios forestales en Argentina. La situación en 2022”, de Amnistía Internacional (AI), con datos suministrados por el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SMNF), del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación (MAyDS). Sin embargo, pese a la situación dramática que describe el informe y a los reclamos de ambientalistas y multisectoriales, el proyecto de Ley de Humedales, que lleva diez años de postergaciones, quedó excluido de las sesiones extraordinarias legislativas y tampoco tiene fecha estimada de tratamiento para el período de sesiones ordinarias.
Por otro lado, y en contraste con estos registros, destaca AI, “el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), un instituto estatal descentralizado y con autonomía financiera dependiente del Ministerio de Agroindustria de la Nación, reporta cifras sustancialmente superiores a las del SNMF, habiendo contabilizado tan solo en Corrientes más de 1 millón de hectáreas devastadas por incendios”.
El informe, que aborda la expansión de las situaciones de emergencia ígnea a lo largo de todo el territorio nacional y su impacto en derechos humanos, enumera las jurisdicciones que se vieron más afectadas por incendios, encabezadas por Corrientes, con más de 147mil hectáreas bajo el fuego; San Luis, con 97mil hectáreas, y Chubut, con 80mil hectáreas.
Los incendios forestales generan un impacto a largo plazo en el ecosistema, advierte: “La pérdida de vegetación, árboles o bosques nativos que puede tardar décadas en regenerarse o no hacerlo nunca; la fauna, con la pérdida de especies y animales silvestres, así como el impacto en las poblaciones que allí habitan”.
Si bien los focos tienen múltiples motivos, las acciones humanas siguen siendo responsables del 95% de las prácticas más riesgosas que inician los grandes incendios en el país. Con frecuencia, "los incendios intencionales están asociados a las prácticas de quema de pastizales para el avance de proyectos inmobiliarios y/o la agro-ganadería", subraya. "Las principales causas de la pérdida de bosques nativos están asociadas a los cambios de uso de suelo que se realizan para desarrollar actividades agrícolas y ganaderas, así como los incendios.”
Pero la proliferación de incendios también se explica por el cambio climático: altas temperaturas, intensas sequías, bajos niveles hídricos. “Todas estas condiciones hacen que los territorios sean más propensos a incendios o que éstos se propaguen más rápidamente. El informe de Sequía del Servicio Metrológico Nacional de octubre de 2022 reporta que más de 160 millones de hectáreas fueron afectadas por la sequía en el país.” A medida que la temperatura global aumente, eventos como éstos “serán cada vez más extremos y frecuentes”, concluye el informe, y advierte que “Sin humedales no hay vida”.
Además de representar el 21% de la extensión del territorio nacional, los humedales son barreras naturales que ayudan a prevenir el avance del fuego y amortiguan los efectos de las tormentas e inundaciones al absorber el agua lentamente. “También combaten el cambio climático porque almacenan carbono, reteniendo gases de efecto invernadero.”
En un contexto de profundización de la crisis climática en todo el mundo, con impacto en los derechos humanos de miles de personas, sostiene Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina, “es fundamental que los Estados redoblen sus esfuerzos para cumplir con sus compromisos internacionales en cuestiones ambientales. Una de las estrategias para la mitigación de los incendios es la conservación de los humedales. Por eso es clave que Argentina avance en la sanción de la Ley de Humedales, que ofrezca las mayores garantías posibles para la protección de los territorios”.