Nacido en Chacabuco. Con sus primeros caminos recorridos en el Partido Justicialista, pero desde hace rato en el cambiemismo, el senador provincial Marcelo Daletto asegura que sigue sintiéndose “identificado con el peronismo como aquella fuerza política que busca un modelo de país que beneficia a los que menos tienen”. En su lectura, a contramano de la mayoría de los referentes de su espacio, ese modelo hoy es defendido por Juntos por el Cambio, y no por el kirchnerismo.
Trabajando a la par de Emilio Monzó, Daletto considera al radicalismo como "un bastión para tener éxito en cualquier estrategia electoral y de gobierno" dentro de la provincia. Esa lectura ya tuvo su antecendente en el 2021, cuando acompañó la lista encabezada por Facundo Manes en las primarias. Ganó en su sección electoral, la cuarta, pero no le alcanzó para imponerse ante la boleta que llevaba a Diego Santilli como primer candidato a diputado nacional. Aquella cercanía con la corriente que conduce a la UCR a nivel provincial se mantiene en la actualidad. Así se explica, entre otros movimientos, su presencia en el acto de lanzamiento de Maxi Abad, en Mar del Plata.
"Necesitamos que Juntos sea amplio y que pueda tener los distintos matices de la representación política argentina para que tenga la suficiente fuerza y así lograr los cambios que la Argentina necesita", dice en diálogo con Buenos Aires/12. "Entendiendo lo anterior, consideramos que el radicalismo es una garantía de visión política dentro de Juntos, algo que nos faltó muchísimo en la primera etapa entre 2015-2019", afirma el senador.
—¿Es mejor la relación con el radicalismo que con el PRO?
—El PRO tiene grandes beneficios y grandes perjuicios. Entre lo primero, tiene una visión de país que es la que corresponde. Pero tiene un origen en la Ciudad de Buenos Aires que, si bien no podemos decir que no hay política, si hay una política diferente a las 23 provincias. Como en las provincias existen los gobiernos locales, en ellas se desarrollan una participación política que no existe en CABA.
—¿Qué significa eso?
—En la Ciudad viven aproximadamente 3 millones de personas dónde 2 millones y medio votan directamente al candidato. En cambio, cuando uno recorre la provincia, cada región es diferente entre sí y, a su vez, dentro de cada región los 135 municipios tienen un comportamiento distinto. En la provincia, no es lo mismo el conurbano que el interior, y dentro del conurbano no es lo mismo la primera sección electoral que la tercera.
—¿Esa lectura la garantiza el radicalismo?
—Para hacer política en estos lugares se requiere de un expertiz político que por su origen el PRO no la ha desarrollado. Por eso el radicalismo es importante en el conurbano, pero más aún en el interior bonaerense. En los 31 municipios que gobierna el radicalismo, no quepan dudas que la representación política llevada a una elección no baja de 30 puntos. Una carrera electoral sin el radicalismo es suicida, y gobernar sin esa dirigencia política es suicida. Por eso necesitamos darle mayor lugar al radicalismo, no porque se lo merezca, sino para hacer de Juntos algo mejor.
—¿Se considera peronista?
—Yo sigo sintiéndome identificado con el peronismo como aquella fuerza política que busca un modelo de país que beneficia a los que menos tienen. Y entiendo que ese no es el modelo del kirchnerismo y sí lo es el de Juntos. Hoy el Frente de Todos y Juntos por el Cambio dividen claramente las aguas, al punto que hay dirigentes radicales como Leopoldo Moreau en el oficialismo, y muchos otros dirigentes estén dando vueltas en una tercera vía como Urtubey, Schiaretti o Randazzo. No tengo dudas que si Juntos es gobierno y logra esa transformación, muchos dirigentes peronistas que están en esa tercera vía se estarían sumando. Es un poco lo que viene pidiendo Emilio Monzó desde el 2011.
—¿En que momento se produce el quiebre con el PJ?
—En el año 2008, la disputa por la Resolución 125 fue un punto de inflexión. Alejó a mucho dirigentes y votantes peronistas de lo que se conoce o se etiqueta como centro derecha. Lo terminó de expulsar el kirchnerismo, que es un peronismo de centro izquierda. Por eso existe un peronismo republicano por fuera de Juntos y otro por dentro. Hoy el peronismo que está gobernando es garantía de fracaso.
—En lo que respecta a la amplitud, ¿coincide con las últimas expresiones de Martín Tetaz acerca de un acuerdo político con Javier Milei en la provincia?
—Si tomamos algunos puntos a nivel de política nacional como la postura ante la privatización de Aerolíneas Argentinas, y el equilibrio fiscal, seguramente haya muchas coincidencias entre La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio. Esto puede hacer que un electorado que acompaña a La Libertad Avanza en las primarias y en las generales, en un balotaje pueda estar pueda estar acompañando a los candidatos de Juntos. Pero estas coincidencias no son suficientes para que en agosto o en octubre participemos todos de una misma elección. De todos modos, entiendo la postura de Tetaz.
—¿Usted quisiera que Milei se sume a Juntos?
—A mí lo que me gusta es que Juntos tenga la suficiente fuerza para arreglar este país a través del próximo gobierno. El apoyo que pueda dar el espacio de Milei, lo veo mucho más fructífero si se hace por fuerzas políticas separadas. A partir de las coincidencias veremos de llegar a acuerdos legislativos a fines de 2023 .
—Hoy la Cámara de Senadores de la provincia tiene una paridad inusitada, ¿cómo es sesionar cuando el recinto está exactamente dividido en 23 legisladores por lado?
—Obliga a funcionar en consenso. Hay que reconocer en el electorado haber generado un equilibrio en la Cámara que debe ser único en la historia. A su vez, cualquier ruptura en cualquier bloque puede romper ese equilibrio, por lo cual es aún más respetable que no haya sucedido eso a lo largo del 2022.
—¿En la provincia hay una mejor convivencia que a nivel nacional?
—Hay diferencias nacionales que no se perciben en la provincia. En la política nacional se definen cuestiones de política internacional de un país, se define cómo se maneja la moneda, el déficit, la emisión, el endeudamiento. Cada espacio político tiene una solución distinta, porque son dos modelos muy distintos. En los municipios y en las provincias también hay diferencia, pero son más acotadas.
—¿Por qué María Eugenia Vidal no volvió a disputar un lugar en la provincia?
—Ella lo ha dicho siempre. Entendió que después del resultado del 2019 el espacio de Juntos en la provincia necesitaba una renovación. Y la primera condición para esa renovación era que ella no participara. Si ella participaba en la elección del 2021 hubiera sido más difícil, como puede ser hoy una situación de Cristina Kirchner en el Frente de Todos, de Macri en Juntos o de Kicillof en la provincia. Sean exitosos o no, cuando una figura de esta magnitud participa de su territorio no posibilitan una renovación. Nadie le puede ganar una interna a Cristina, a Macri, o a Vidal.
—¿A qué se debe que haya dirigentes cuyo origen está en la CABA disputando el liderazgo de la provincia de Buenos Aires?
—La provincia representa el 40% del electorado y le dio la Capital a la Argentina. Esto siempre hizo que los bonaerenses no mirasen como la capital de la provincia a La Plata, sino a la Ciudad de Buenos Aires. Los medios de comunicación que se consumen en el conurbano donde se concentra el 70% del electorado son los medios de la Ciudad. Así, un dirigente de la Capital es más conocido en la provincia de Buenos Aires que un dirigente bonaerense. Cualquier dirigente del conurbano no tiene el nivel de conocimiento público que tiene un dirigente porteño. Esto trajo como resultado que en este período democrático que este año cumple 40 años, de ocho gobernadores bonaerense la mitad salió de la dirigencia porteña.
—¿Es bueno o malo?
—Es cien por ciento contraproducente.
—¿Qué le parece el caso de Diego Santilli?
—Esto es perjudicial ciento por ciento. Nada garantiza que un dirigente que ha participado toda la vida en la provincia de Buenos Aires sea mejor que un dirigente porteño que recién llega. Ahora bien, el primer requisito en un gobernante para hacer una buena gestión es conocer el territorio. Y sin lugar a dudas, un dirigente porteño no tiene la posibilidad de conocer ni sentir la provincia de Buenos Aires como la conoce un dirigente bonaerense.