Un atentado suicida en la mezquita en un recinto policial en Peshawar --noroeste de Pakistán-- causó este lunes al menos 44 muertos y 157 heridos, en su mayoría miembros de las fuerzas de seguridad, uno de los peores ataques contra este cuerpo en la historia del país. El ataque ocurrió hacia el mediodía en una mezquita en Police Lines, un centro residencial y de entrenamiento para policías donde no entran civiles.
300 fieles a la hora del rezo


Los equipos de rescate siguen localizando a heridos bajo de los escombros por la explosión ocurrida cuando la mezquita estaba muy concurrida a la hora de rezo. "Había más de trescientos fieles", aseguró a los medios el oficial de Policía Muhammad Ijaz Khan en la entrada del templo atacado.

El atacante estaba en primer fila

El ministro de Defensa paquistaní, Khawaja Asif, reveló que el atacante suicida estaba en primera fila: "es hora que volvamos a combatir la guerra contra el terrorismo", dijo Asif en una entrevista con la televisión paquistaní Geo TV.
El primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, condenó el "brutal asesinato de musulmanes cuando rezaban ante Alá", al tiempo que se desplazaba a la zona de la tragedia a visitar a las víctimas.
Por el momento ninguna formación insurgente ha reivindicado la autoría del ataque. 

El nexo Talibán

Los atentados terroristas y ataques insurgentes han aumentado en los últimos meses en Pakistán tras varios años de relativa calma. Hay un resurgimiento del grupo talibán paquistaní Tehereek-e-Talibán Pakistán, una confluencia de grupos armados tribales creado en 2007 y aliado de los talibanes afganos. En noviembre pasado rompieron un alto el fuego con el Gobierno.

Desde su formación, el grupo desarrolló una campaña de ataques terroristas en todo el país matado a miles de personas, muchos de ellos miembros de las fuerzas de seguridad. También intentó asesinar en 2012 a la futura premio Nobel Malala Yousafzai.
El grupo yihadista Estado Islámico (EI) también hizo atentados en el pasado en Pakistán, uno de los peores en 2018 contra un mitin en Baluchistán con 128 muertos y 122 heridos.
Los atentados comenzaron a disminuir en 2014 tras una ofensiva de las autoridades paquistaníes, pero las señales de su resurgimiento empeoran las relaciones entre Pakistán y un Afganistán bajo el Gobierno talibán.

Silvana Barrios -politóloga de la UBA e investigadora en el grupo de Asia del Sur en CARI- dijo a Página/12 que el atentado ocurrió en una zona de muchos miembros de la étnia  pashtún --la misma de los talibanes, lo cual no implica que todos ellos lo sean-- y donde históricamente, ese grupo fundamentalista ha disputado el control del territorio. Aquí se vivieron oleadas tremendas de violencia en el pasado y el ejército logró llegar a controlar la situación hace pocos años --con fuerte apoyo de EE.UU.--, recuperando la seguridad urbana. Según Barrios, "el riesgo es que este podría llegar a ser un reinicio del espiral violento. El nivel de inteligencia militar para concretar un ataque en un lugar tan custodiado, habla de una logística muy sofisticada. Pero no está claro qué grupo de los varios que existen en la región cometió el atentado: ninguno se lo adjudicó. Daesh --la versión local del Estado Islámico-- siempre firma sus atentados y suele atacar a los chiitas antes que a los sunitas, como fue este caso; esto sucedió en una contexto de gran inesatabilidad con un reciente apagón eléctrico en todo el país por 24 horas, mucha inflación y crisis económica. Además coincide con la visita del Fondo Monetario Internacional al país y la cercanía de unas elecciones muy disputadas. 

Silvana Barrios observa que los últimos atentados en la zona tienden a ser contra fuerzas de seguridad antes que hacia civiles. En la medida en que los episodios sean estos, podría no haber un espiral de violencia generalizado como en el pasado. La zona es compleja porque tiene diversos grupos radicales, pequeños pero operativos. Y la situación se podría volver a desbordar.