Aunque existen diferentes enfoques teóricos para conceptualizar el proceso de “globalización” y su inicio, puede consensuarse que se cristalizó en 1991 con la desintegración de la Unión Soviética, la desaparición del mundo bipolar y el surgimiento del unilateralismo impuesto por Estados Unidos.
El deterioro relativo en varios planos de la hegemonía estadounidense, el ascenso económico de China y otras naciones, la respuesta defensiva de Rusia en Ucrania ante el avance del cerco de la OTAN en 2022 y las sanciones estadounidenses a la nación euroasiática, son los hechos más relevantes que configuran el proceso de desacople o desconexión actual, un mundo multipolar y la relocalización defensiva por parte de Estados Unidos.
Relocalización defensiva
Un artículo publicado en The Economist el 16 de junio de 2022 titulado “The tricky restructuring of global supply chains” (La complicada reestructuración de las cadenas de suministro globales) fundamenta la transición de las Cadenas Globales a las Cadenas Regionales de Valor.
“Este nuevo tipo de globalización tiene que ver con la seguridad, no la eficiencia: prioriza hacer negocios con gente en la que se pueda confiar en países con los que el gobierno del propio país se muestra amigable. Después de la caída del muro de Berlín en 1989 la clave de la globalización fue la eficiencia. Las compañías ubicaron la producción donde fuera más bajo el costo, mientras que los inversores desplegaron su capital donde más elevadas fueran las ganancias", dice la nota.
"El problema es que la búsqueda exclusiva de ventajas de costo ha llevado a la dependencia de autocracias que abusan de los derechos humanos y el comercio como medio de coerción. La invasión de Ucrania por Vladimir Putin ha dejado dolorosamente a la vista la dependencia de Europa de la energía rusa. Mientras tanto, la China ideológica e impredecible del presidente Xi Jinping, tiene una huella comercial siete veces mayor a la de Rusia, y el mundo depende de ella por una variedad de bienes”, sigue dicho artículo.
En el informe de estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos de 2022, además de exponer que China y Rusia son adversarios estratégicos, se esbozan algunos aspectos relacionados con la tecnología, referida a chips en particular, y a la arquitectura legal transnacional relacionada con las cadenas de suministros: “A través de este trabajo, buscamos reforzar el liderazgo tecnológico de Estados Unidos y sus aliados, avanzar en el desarrollo de tecnología inclusiva y responsable, cerrar las brechas legales y regulatorias, fortalecer la seguridad de las cadenas de suministros y mejorar la cooperación en privacidad, intercambio de datos y comercio digital”.
Comercio y dinero
Estados Unidos, Europa y China representan respectivamente el 24, 17 y 18 por ciento del PIB mundial: las tres quintas partes del producto. El resto del mundo gira en torno a estos espacios, que ofrecen distintas oportunidades para el desarrollo o no de los países periféricos.
La incautación de reservas rusas depositadas en el exterior por parte de naciones integrantes de la OTAN, la prohibición de la utilización del sistema SWIFT, la creación de alternativas a éste en la esfera dineraria y el bloqueo en la esfera comercial implican un impulso político al desacople. También sobresalen las búsquedas de intercambios comerciales sin mediación del dólar entre diversas naciones motorizadas por el BRICS, el desprendimiento paulatino de bonos estadounidenses y la compra de oro para las reservas por parte de China.
Debido a que una de las funciones del dinero es la de ser medio de cambio en un mercado de bienes y servicios y al existir una tendencia al quiebre relativo del mercado mundial, se genera la necesidad de potenciar espacios dinerarios diferenciados.
Al imponer la disyuntiva entre subordinación o ruptura, la potencia del Norte ha profundizado la propensión a que el dólar vaya dejando de funcionar como cuasi dinero mundial, con la cobertura casi universal que ha custodiado el FMI, más allá de que continúe siendo la moneda más extendida. La situación aún es embrionaria, pero puede acelerarse al ritmo de la crisis mundial en ciernes, con niveles de endeudamiento explosivos.
Para la Argentina, un proyecto político cuya inserción internacional y su concepción del rol del Estado sea inadecuado para la mayoría de la sociedad eliminaría grados de libertad para el desarrollo, profundizando el deterioro de la relación entre centro y periferia, aunque se cuente con energía abundante, gas en particular, un gasoducto y una planta de licuefacción para exportarlo.
* Economista UBA-UNDAV. @Pablo_Ferrari77