“El único renunciamiento que tuvo el peronismo fue el de Eva Perón, y acá tampoco hay autoexclusión, vamos a hablar clarito. Hay proscripción…” Cristina Fernández de Kirchner (27 de diciembre 2022, Avellaneda). La dos veces Presidenta de la República, actual Vicepresidenta de la Nación y líder del movimiento nacional y popular con mayor capacidad de votos en la Argentina, una vez más tuvo que decir lo evidente, repetir lo obvio y hasta reiterar lo que ya había dicho.
Como si viviéramos en la fábula del Rey Desnudo, no queriendo observar la verdad de Perogrullo que está frente a nuestras narices: una condena judicial en el marco de un proceso viciado de nulidades, sin tribunal imparcial, ni ejercicio de ninguna facultad constitucional del debido proceso ni defensa en juicio, pretende correr del marco electoral a la mujer que más derechos ha garantizado para el Pueblo Argentino. De esta manera herir de muerte a la democracia.
Mujer a la cual intentaron matar gatillando dos veces sobre su cabeza (por eso de que todo debe repetirse). Esta situación crítica, que por más certera que fuera permanece oculta por el sistema mediático, judicial, comunicacional, empresarial y por gran parte de la dirigencia política, debe interpelar con fuerza al campo popular para que los reflejos de la resistencia y la lucha se presenten con definición, con constancia y con mayor nivel de activismo. Pero esa interpelación se convierte en un desafío obligatorio para el movimiento feminista popular en todas sus expresiones.
Porque quien puede lo más, puede lo menos. Si pueden contra Ella, ¿qué le queda a una ama de casa, a una madre, a una trabajadora informal, a una en relación de dependencia, a una delegada, a una piba de 15 años, a una niña, a una jubilada, a todas? Ni hablemos de la redistribución del ingreso. ¿Qué le queda a la sociedad? ¿Qué democracia nos queda? ¿Qué futuro le depara a nuestros hijos?
“Hay proscripción, porque el día que yo hablé estaba enojada, no es que en el fervor de un discurso dije algo, no. Fue algo meditado”, dijo Cristina en ese mismo acto de Avellaneda. Ya resulta ridículo eso de poner a CFK en el lugar de una persona que no razona, no planifica. Atenta contra la lógica pensar así; puesto que puede contrastarse fácilmente con los hechos de la realidad la capacidad de conducción estratégica que tiene Cristina Fernández de Kirchner. Pero, así y todo, es una constante que no cesa en ese ejercicio de la violencia simbólica. Y cala, entra, termina contaminando incluso a las propias filas.
Explicar lo evidente mil veces, no es algo que nos sorprenda. El ejercicio de esa violencia patriarcal requiere silenciarnos en línea ascendente hasta que lleguemos a ser invisibles, sumisas, mascotas o finalmente cadáveres. En ese acorralamiento, las opciones de salida que el mismo sistema ofrece se reducen simplemente a loca, mala o puta. No esperemos otra cosa hermanas mías.
En la experiencia en la Cámara de Diputados y Diputadas de la Nación nos sucede. En las Comisiones y en el recinto. Somos interrumpidas, gritadas, insultadas. Le pasó a la Presidenta del cuerpo, la compañera Cecilia Moreau, el día de elección de autoridades. Se dieron el lujo berreta de no ratificarla en el cargo. Pero ya no hay silencio de nuestra parte, por eso decimos lo que queremos, hablamos como queremos y pensamos como queremos. Porque en el ejercicio de la actividad política, cada cosa que sucede en los ámbitos representativos y democráticos funciona como una caja de resonancia para toda la sociedad. Una diputada no es solo su nombre y su apellido, es su representación, se debe a también a esas miles que están esperando que su voz, sea la de todas.
Como rezaba aquella historieta de Quino, con un señor sentado en una biblioteca enorme, plagada de libros, agotado de tanto leer: “¿y ahora que sé tanto, qué?”. Porque hemos podido calificar cada acto del patriarcado que nos limita y discrimina: techo de cristal, brecha salarial, violencias en todos sus sentidos, subestimación, mansplanear. Hemos tendido redes, nos encontramos, nos conocemos, discutimos política, sindicalismo, modelo de país. Hemos podido conformar un movimiento y sabido ocupar las calles. Nos respetamos y defendemos como mujeres, como diversidades.
¿Y todo ello para qué? Si el sistema en su conjunto - que claro, es patriarcal- puede de golpe y porrazo sentencia bajo el brazo sacar de la cancha a quien más y mejor puede representarnos en la conducción de los destinos de la Patria... Quien antes y después de todo, es una mujer. Toc toc: la historia está golpeando nuestra puerta compañeras.
*Diputada nacional por la Provincia de Buenos Aires y Secretaria General de la FE-Sitraju.