Un equipo de investigadores e investigadoras de seis universidades nacionales camina tras las huellas de la relación entre aguas con arsénico, agroquímicos y cáncer. Según los análisis realizados por estos científicos, la mortalidad por cáncer en las provincias de Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe se halla por encima de la media nacional, y ello coincide con la geografía de tierras sembradas (que emplean tóxicos) y, a su vez, con la concentración de este elemento químico en el agua. Al momento, si bien esta evidencia no es suficiente para establecer una causalidad, es posible “señalar una correlación positiva” entre estos tres factores.
“Nuestra preocupación, desde hace muchos años es evaluar cuáles son las relaciones entre ambiente y salud. Pronto comenzamos a observar que algunas provincias del centro como Santa Fe tenían altas tasas de mortalidad por cáncer y pensamos en cuáles podrían ser los factores contextuales que deberían estar influyendo”, señala Alejandro Oliva, responsable del Programa de Medio Ambiente y Salud de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Y continúa: “Desde acá, vimos que había dos variables centrales: por un lado, las superficies sembradas que durante la última década se han incrementado muchísimo y de ahí el uso de agroquímicos; y, por otro lado, advertimos una alta concentración de arsénico en el agua. Un elemento que también puede provocar cáncer y otras enfermedades”.
De acuerdo a un trabajo publicado por este grupo durante 2021 en la Revista Argentina de Salud Pública, las tasas provinciales de mortalidad por cáncer en Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe estuvieron por encima de la media. Para ilustrar la afirmación, por caso, la tasa más alta durante el período 1992-2016 fue identificada en hombres de Entre Ríos durante el quinquenio 1992-1996 (185,9 casos cada cien mil habitantes), mientras que la más baja fue de mujeres cordobesas durante 2007 y 2011 (88,1 casos cada cien mil habitantes). “Incluso el mínimo supera al promedio nacional”, destaca el referente al respecto. Y esto pudieron corroborarlo mediante exámenes estadísticos a partir de bases oficiales que proveían entidades como el Ministerio de Salud.
Más arsénico que el permitido
Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe componen una región con ocho millones de habitantes, que se destaca por una intensa actividad agrícola que incluye el uso de pesticidas, así como también por la cantidad de arsénico en el agua. Se estima que el índice está muy por encima de los 10 microgramos por litro que estipula como parámetro la Organización Mundial de la Salud. Aunque el código alimentario argentino prevé 50 microgramos por litro, lo cierto es que la exposición de la población al consumo de agua con estas características es un factor de riesgo para el desarrollo de cáncer y de anomalías congénitas.
El arsénico es de producción natural, a partir de la erosión de la roca que se produce en un entorno acuífero. Este elemento luego se transporta a las napas y, en muchos casos, termina por ser ingerido por la población. Como referencia al respecto, este equipo publicó otro artículo --en la Revista Panamericana de Salud Pública (OPS), en 2022-- que evaluaba de manera retrospectiva la mortalidad por cáncer y la presencia de arsénico. En esta oportunidad, llegaron a conclusiones como la siguiente: “Los niveles elevados de arsénico se asocian con las tasas de mortalidad total por cáncer en ambos sexos y en todos los decenios, aunque de manera específica con cáncer de pulmón en hombres”.
De cara al futuro, el equipo apunta a desarrollar diversas líneas de trabajo vinculadas a mortalidad por cáncer infantil (hasta 15 años), así como las relaciones que se establecen entre el factor ambiental y enfermedades neurodegenerativas como pueden ser Alzheimer o Parkinson.
La salud desde una perspectiva ambiental
Comprender los ecosistemas es fundamental al momento de pensar a la salud desde una perspectiva integral. Sencillamente, los humanos no se desenvuelven por fuera del entorno, sino que interactúan y se desarrollan en él. Por este motivo, la articulación entre el contexto y lo genético no debe pasar desapercibida. Al momento, no se han realizado estudios sinérgicos que puedan evaluar cómo se potencian los agrotóxicos y la presencia de arsénico al momento de causar enfermedades como el cáncer. “Hay mecanismos fisiológicos que son similares, me refiero a alteraciones endocrinológicas. Cuando los agroquímicos o el arsénico se introducen en un organismo mimetizan los efectos de algunas hormonas y producen disrupciones, modificaciones que traen diferentes problemas”, explica Oliva. Y completa: “Es muy probable que cuando se juntan los efectos de los pesticidas y del arsénico se potencien y se sinergicen entre ellos. Sabemos que actúan por separado, pero necesitamos comprobar el modo en que se alimentan mutuamente”.
De la Red Interuniversitaria en Ambiente y Salud de la Región Centro (Redinasce) que lidera este proyecto, participan las Universidades Nacionales de Rosario, de Entre Ríos, de Córdoba, del Litoral, de Río Cuarto y de Villa María. “Nuestro estudio es de corte ecológico, visualizamos formas indirectas para discernir factores de riesgo aumentados a partir de correlaciones, pero no causalidades. Por lo tanto, también existen otros aspectos que podrían incidir en esta correlación. Por ejemplo, es muy importante considerar la variable sociodemográfica, la educación, la cobertura de salud, las condiciones socioeconómicas”, admite el especialista. Después detalla: “Los sectores que económicamente se hallan en peores condiciones son los que usualmente tienen más enfermedad. Los sectores más empobrecidos solo tienen cobertura pública, no acceden a un diagnóstico temprano, así como también demuestran menos adherencia a los tratamientos”.