El encuentro de intendentes y dirigentes de la primera y tercera sección electoral del martes en Merlo produjo un documento fotográfico importante. Casi cuarenta de las principales figuras del peronismo de la provincia, con el gobernador, el presidente del partido y el ministro de Economía de la Nación en el centro. Sin embargo, esa foto, importante en sí misma, cobramayor potencia si se la reconoce como parte de un proceso. Ciertos elementos se han alineado, eso produjo y disparó determinadas fuerzas y vectores y, aunque en política los cisnes negros cada tanto ocurren, es posible imagina. prever, suponer algunas trayectorias.
Un armado electoral es como un rompecabezas. Cuando todas las piezas están sueltas, las combinaciones posibles son infinitas, un infinito que tiene más de desconcierto que de creatividad. Cada pieza que encaja, reduce las opciones posibles para las siguientes, haciendo que en un determinado punto, el proceso fluya y hasta se acelere.
La leve mejora en el ánimo y la expectativa comenzó con la victoria de Lula y se consolidó con la tercera estrella de la selección. El asalto a Brasilia de los bolsonaristas tal vez haya ayudado un poco también. Ni hablar de la significancia de los más de 6.400.000 vistantes confirmados en la provincia durante enero, que confirman números que se acercan a techos históricos.
Apenas una semana atrás, dos encuestas de distintas empresas, con distintas trayectorias y clientes, concluyeron más o menos lo mismo: el Frente de Todos lidera por diez puntos. ¿Hubiera sido menor la concurrencia de ayer sin ese dato? Imposible saberlo. Pero, desde la perspectiva de los incentivos racionales, ese número es un elemento importante. Hay fotos que nadie se quiere perder y otras en las que nadie quiere estar.
Fotos y encuestas, a veces, se retroalimentan. La unidad es bien vista por los electores. El conflicto no. Las encuestas favorables incentivan la unidad. El paso siguiente es la narrativa o, dicho en otros términos, el sentido de esa unidad, el para qué, tal como tituló ¿su? libro el ex presidente Macri. La respuesta a esto es la narrativa. Y algo de esto, aunque incipiente, también hubo.
El Frente de Todos está en deuda con su electorado. La parte central del contrato asumido en 2019 permanece incumplida. La distribución del ingreso. En criollo, “que vuelva el asado”. Ninguna estrategia será creíble si se omite este punto.
En su cuatrienio, el macrismo fue dramáticamente efectivo. Con unas pocas medidas -tarifazo, suba de tasas, despidos y liberación de importaciones-, logró frenar la rueda de la actividad económica, que venía con una inercia favorable de más de una década, y aspirar recursos, de abajo hacia arriba. Hood Robin, decía un viejo chiste.
La construcción es siempre más lenta y trabajosa que la destrucción. La pared que se levanta en días se pica en horas. La que se levanta en horas se pica en minutos. Son dos tareas de naturaleza bien distinta.
Este gobierno pasó medio mandato haciendo frente a la pandemia de coronavirus. En lo que va de la segunda mitad, volvió a poner en marcha la economía. La recuperación del ingreso -que en provincia, a juzgar por algunas paritarias, ya comenzó-, es el paso siguiente, el desafío de los próximos años. A menos que los argentinos voten por tirar el freno de mano.
Si el orden es centrípeto, el caos es políticamente centrífugo. Juntos por el Cambio lleva muchos meses en estado de alta entropía. Con esos niveles de conflicto, es cuestión de tiempo que alguna herida o conflicto se torne irreversible, innegociable. Hasta los más pragmáticos tienen un límite auditivo, hecho de palabras o acusaciones que, como una tuerca metida entre los engranajes, hace volar los metales por el aire. Ayer Florencia Arietto habló en televisión de la responsabilidad política de Patricia Bullrich en las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. En las horas siguientes “pasaron cosas”, que la llevaron a disculparse con su ex jefa. ¿Alcanzará?