El 15 de junio de 1940, algunos meses después de que se desatara la Segunda Guerra Mundial, un submarino italiano se hundió en el Mar Rojo, cerca de la costa de Sudán. Los 45 tripulantes del Macallè, ese era el nombre del submarino, inhalaron un gas tóxico proveniente del sistema de refrigeración; la nave colisionó contra un arrecife de coral en la isla de Barra Musa Khebir y se hundió horas más tarde. El 22 de junio la todos los tripulantes fueron rescatados de la isla por otro submarino italiano. Todos menos uno: Carlo Acefalo, un joven de 24 años que murió en la isla tres días antes del rescate. Cuando el documentalista argentino Ricardo Preve conoció la historia de Acefalo quedó tan impactado que puso en marcha una investigación, que narrará en un documental titulado Volviendo a casa. Con una coproducción ítalo-argentina, Preve y su equipo empezaron la filmación del largometraje el año pasado en Castiglione Falletto, pueblo italiano en donde vivió Acefalo; en julio de este año grabaron recreaciones históricas  en Claromecó para representar la isla de Sudán, que continúan en Buenos Aires con una reconstrucción del Macallè en escala real basada en los planos originales del submarino. En octubre se realizará la última etapa de la producción con una expedición a Barra Musa Khebir para determinar si una tumba hallada en la isla pertenece al joven italiano. En caso de serlo, el documental terminará con la realización del principal deseo de Preve: repatriar el cuerpo de Acefalo. 

“Lo que me impactó mucho de la historia es la injusticia de dejar a este chico abandonado sólo en la isla. Un chico que fue arrastrado a la guerra, enrolado en la marina probablemente para escapar a la pobreza y que perdió su vida. Ha habido otros intentos de devolver su cuerpo a Italia, pero todos fueron descartados porque no había plata, porque era difícil, porque era muy lejos. Yo me propuse a hacer que esto suceda”, aseguró en diálogo con PáginaI12 Preve. “La historia de Acefalo recupera en cierta forma la tragedia de todos los jóvenes que han sido arrastrados a guerras y que han muerto jóvenes”, agregó el director.

Las luces del estudio cinematográfico caían pesadas, como el sol de verano en Sudán, sobre la escotilla de la reconstrucción del Macallè. Arriba del submarino dos soldados sostenían a Acefalo,  tendido con los brazos abiertos al borde de la nave. Otro soldado, desde abajo, recibió el cuerpo lánguido sobre su hombro derecho y lo apoyó en el suelo. “Perfecto, parece La Pietà di Michelangelo”, celebró Preve, mientras repasaba el encuadre con la directora de fotografía italiana, Giulia Scintu. Luego le indicó a la maquilladora que despeinara un poco los rulos de Acefalo y pidió que mojaran más a los actores y al submarino. Para el director de los documentales Chagas, un mal escondido (2005),  Los fantasmas de Machu Picchu (2011) y Los huesos de Catherine (2015), todos los detalles y la fidelidad con los archivos históricos es fundamental. “Eso lo aprendí en National Geographic. Cuando trabajaba ahí teníamos un departamento que se llamaba ‘Standards and practices’, en donde se hacía una auditoría externa sobre detalles históricos. Mi trabajo como director es ser el que más conoce sobre la historia. El documental tiene que ser un archivo histórico”, explicó Preve. 

El vestuario de la película, los uniformes militares de los marinos italianos de distintos rangos y también los del ejército inglés, fueron confeccionados exactamente como eran los originales, según los archivos fotográficos que rastreó Preve. Para la reconstrucción de las dos partes del submarino montadas en el estudio –doce metros de la superficie con la escotilla y ocho metros del interior de la nave, con réplicas de literas, controles y lanzamisiles– el director contó que “usamos los verdaderos planos del Macallè, las medidas exactas para construir todo, incluso del ‘dingui’”, el bote de madera que había en el submarino, también reconstruido a escala real y usado en la costa de Claromecó para representar la salida de la isla por parte de tres soldados italianos. 

“Yo he ido a Barra Musa Khebir, conozco a los parientes de los chicos que naufragaron en el Macallè, leí todos los documentos originales que existen sobre el submarino y la investigación histórica”, afirmó Preve, que gracias a los dibujos y mapas que encontró en los archivos, y a los testimonios de los 44 sobrevivientes del naufragio que quedaron registrados, descubrió junto a un equipo de buzos algunos restos del Macallè a unos 60 metros de profundidad sobre el talud de la isla. En esa expedición el documentalista encontró también, en un islote cercano, la tumba que podría pertenecer a Carlo Acefalo. 

Para representar a la isla sudanesa en los tramos de representación histórica del documental, Preve eligió una playa de Claromecó con una geografía muy similar. Durante los primeros días de julio, la producción se trasladó a la ciudad costera de la provincia de Buenos Aires para rodar esas escenas, con una dificultad no menor: mientras que los jóvenes italianos varados en la isla tuvieron que soportar temperaturas que alcanzaron los 50 grados, en Claromecó el termómetro no llegó a marcar números de dos cifras. Sin embargo el director apuntó que, a pesar de los problemas, las tomas quedaron impecables, en gran parte gracias al trabajo de los actores que no dejaron notar el frío. El resto de las escenas históricas se grabarán en el estudio cinematográfico de Buenos Aires. 

Terminada esta etapa, en octubre la producción encarará la última parte del documental que consistirá en una nueva expedición a Barra Musa Khebir para corroborar si la tumba que se encuentra en la isla pertenece a Acefalo. Este trabajo tendrá como protagonistas al antropólogo italiano Matteo Borrini, experto en identificación de restos de la Segunda Guerra Mundial y será registrado en tiempo real para el documental. “El final es incierto. Está planificado que vayamos, pero muchas cosas pueden salir mal  –sostuvo Preve–. Fue como cuando hicimos ‘Los huesos de Catherine’,  donde filmamos el documental sin saber si estos huesos que habían descubierto unos científicos de Conicet eran o no eran los de la primera mujer galesa muerta en Patagonia, en 1865. El día que filmamos la escena final de la película apretamos record y le dijimos al laboratorio que llamara en ese momento a Conicet, a la antropóloga, sin saber qué iba a pasar. Ahí nos enteramos que la coincidencia era de 99, 8 por ciento de probabilidad y fue muy emocionante. Esperemos tener un final parecido para este documental. De todas formas, pase lo que pase, creo que la apuesta vale la pena”. 

Si todo sale bien, Preve va a poder lograr a fin de año el objetivo que se planteó cuando empezó la investigación: devolver el cuerpo de Acefalo a Castiglione Falletto. “Sabemos que en 1962 un cura italiano en Sudán le escribió al gobierno italiano diciendo que sabía en dónde estaba enterrado Acéfalo; en 1983 algunos de sus compañeros del submarino participaron de un programa de televisión en el que pidieron que se trajera al chico de vuelta a Italia. Me fui metiendo en la historia a través de la investigación, y surgió en mí la voluntad de devolver el cuerpo de este chico a su pueblo. Si bien su mamá falleció en 1978,  hay un lugar en su pueblo que aguarda a este chico y mucha gente lo espera”, aseguró el documentalista. “La identidad es el tema principal de todas las historias que cuento en las películas. Este chico tiene derecho a descansar entre los suyos, y vamos a tratar de hacer todo lo posible para llegar a ese fin”, agregó. 

Informe: Juan Funes.