Desde hace más de 45 años, las Abuelas de Plaza de Mayo buscan a sus nietos apropiados durante la dictadura cívico-militar. Ya resolvieron 132 casos, los dos últimos en diciembre pasado, pero todavía quedan, estiman, más de doscientos. Caras y Caretas dedica su número de febrero, que estará este domingo en los kioscos opcional con Página/12, a la historia de un camino de reparación que es ejemplar en el mundo.

“Si es verdad que las matemáticas están en el alma humana porque, como demostró Platón hace más de dos milenios, en cada uno de nosotros existe una lógica que nos permite percibir y cuantificar y numerar la vida; y que esa verdad matemática, por su invariabilidad a través de todos los tiempos, define nuestro conocimiento de los otros, nuestra ubicación en el mundo y en la cadena de las generaciones, se puede comprender cabalmente qué significa no solo defender el número 30.000 cuando se levanta como escudo y certeza del Nunca Más esa cifra de desaparecidos para cuantificar el crimen de la dictadura, sino también el número 132 para saber cuántos nietos –hijos de esos desaparecidos y desaparecidas– se pudo recuperar de la ciénaga oscura del terrorismo de Estado. Cuando Abuelas de Plaza de Mayo anuncia una nueva restitución de la identidad robada, nos marca un número, pero también su antecedente y sucesión de cero, los comienzos, al infinito o, en este caso, a las denuncias de los bebés robados a sus madres bajo tortura y luego entregados a sus apropiadores, y que es la constancia de esa existencia vital y de la confirmación definitiva de lo que puede ser llamada ‘la aritmética de la esperanza’”, sostiene María Seoane en su columna de opinión, donde también explica las razones del nuevo cambio editorial de Caras y Caretas, que desde ahora pone el énfasis en cifras que tienen historia.

En su editorial, Felipe Pigna recuerda los orígenes de Abuelas: “Las madres y abuelas decidieron ir a la Plaza de Mayo, el lugar histórico de los reclamos populares desde 1810. Empezaron a hacerse visibles, empezaron a hacerlas ‘circular’ y circularon, alrededor de la Pirámide y de todo el mundo. Viajaron, se entrevistaron con cuanta personalidad se mostraba receptiva, líderes políticos y religiosos, organismos de derechos humanos. El mundo comenzó a enterarse de las atrocidades cometidas por el tándem Martínez de Hoz-Videla, sus esbirros militares, eclesiásticos y judiciales y sus privilegiados socios civiles, que se enriquecían en forma proporcional al desmantelamiento del aparato productivo y al endeudamiento compulsivo”.

Desde la nota de tapa, Luciana Bertoia reconstruye el derrotero de esta búsqueda incansable: “Ciento treinta y dos, dice el contador de la Casa por la Identidad. Es el edificio que tiene Abuelas de Plaza de Mayo dentro del predio de lo que fue la ESMA, uno de los mayores campos de concentración de la Argentina. El número refleja los casos resueltos, las nietas y los nietos encontrados por esas mujeres que salieron a las calles ante la desaparición de sus hijos e hijas. Estela de Carlotto y Buscarita Roa son las encargadas de actualizar la cifra el 28 de diciembre de 2022. Minutos después van a contar que lograron resolver el caso de Juan José Morales, apropiado en Tucumán. El calor es agobiante en el verano de Buenos Aires, pero la alegría puede más. Los abrazos se reparten porque, una vez más, esas mujeres vencieron. Las Abuelas llevan 45 años tras los pasos de los niños y las niñas que el terrorismo de Estado se robó: lograron encontrar a muchos de ellos, hicieron avanzar la ciencia y consiguieron juicio y castigo a los responsables”.

Gustavo Sarmiento cuenta la historia del Banco Nacional de Datos Genéticos y del índice de abuelidad, clave para la recuperación de nietas y nietos apropiados. Pablo Roesler da cuenta del trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense. Damián Fresolone y Analía Argento presentan historias de vida de nietos recuperados: casos emblemáticos y también restituciones conflictivas.

Juan Carrá escribe sobre los organismos del Estado que trabajan en colaboración con las Abuelas, como la Conadi, el BNDG y la fiscalía especializada en la búsqueda de niños apropiados. Carolina Villella explica el funcionamiento del método macabro del aparato represivo de la última dictadura cívico-militar. Y Ricardo Ragendorfer cuenta la historia de Jorge Antonio Bergés, el obstetra asesino.

Marina Amabile retrata la experiencia de Teatro por la Identidad, un emprendimiento cultural que fue clave para la difusión de la lucha de Abuelas.

El número se completa con entrevistas con Estela de Carlotto (por Demián Verduga), Paula Logares (por Olga Viglieca), Pablo Gaona Miranda (por Adrián Melo) y Pablo Parenti (por Juan Pablo Urfeig).

Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.