Con la presencia de los principales referentes territoriales de la provincia y con la notoria ausencia de dirigentes mujeres, el PRO bonaerense tuvo su cumbre este viernes en medio de una puja interna que no logra definir una estrategia para consensuar el nombre que represente al partido en la interna de Juntos por el Cambio de cara a la disputa por la gobernación que tendrá su primer capítulo en las primarias del mes de agosto.
El encuentro comenzó al mediodía y se desarrolló en complejo de cabañas “Rincón Soñado” emplazado en Sierras Bayas, del distrito gobernador por Ezequiel Galli, ubicado en la séptima sección.
Además del alcalde anfitrión, al lugar llegaron los diputados nacionales Diego Santilli y Cristian Ritondo y los intendentes Julio Garro (La Plata), Néstor Grindetti (Lanús) Diego Valenzuela (Tres de Febrero), Guillermo Montenegro (General Pueyrredón), Héctor Gay (Bahía Blanca), Pablo Petreca (Junín), Javier Iguacel (Capitán Sarmiento) y Javier Martínez (Pergamino). El único jefe local amarillo ausente fue Martín Yeza (Pinamar), que se encuentra en India. También pegó el faltazo la actual intendenta de Vicente López, Soledad Martínez, aunque su partido estuvo representado con el actual ministro de Gobierno porteño y precandidato a la intendencia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Jorge Macri.
También se anotaron al convite los diputados provinciales Alex Campbell y Adrián Urreli, y los senadores Christian Gribaudo y Alejandro Ravinovich y los ex intendentes de Quilmes y Morón, Martiniano Molina y Ramiro Tagliaferro.
En medio de una disputa nacional que parece cada vez más difícil de resolver, los integrantes de la mesa bonaerense del partido fundado por Mauricio Macri consiguieron una foto de unidad que se espeja con la que el Frente de Todos expuso el martes pasado en Merlo. Al igual que el oficialismo, en la oposición consideran que la provincia de Buenos Aires representa el territorio clave que puede servir de empujón para imponerse a nivel país, sobre todo teniendo en cuenta que las elecciones se realizarán de modo simultáneo.
La discusión nacional, que protagonizan Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, y dirige con su particular estilo el ex presidente, aparece como uno de los principales escollos a la hora de pensar un mecanismo para resolver los conflictos al interior de la fuerza que quiere volver al poder a partir de diciembre. Pero lo cierto es que la situación de Buenos Aires no representa ninguna novedad al respecto, más bien replica algo que pasa en el resto de los distritos y que no tiene que ver solamente con la voluntad del PRO sino con las miradas divergentes en el seno de la alianza Juntos por el Cambio, donde también conviven el radicalismo, la Coalición Cívica y diferentes partidos provinciales.
La complejidad del escenario bonaerense tiene que ver con la cantidad de aspirantes a quedarse con la candidatura principal, y con la cantidad de distritos que el partido pondrá en juego durante el próximo turno electoral. Por allí, pasaron las principales discusiones entre dirigentes amarillos durante el asado que tuvo lugar bajó un pujante sol de verano en el sudoeste provincial.
Santilli, Ritondo, Grindetti e Iguacel seguirán en carrera por la gobernación hasta que no haya un consenso que defina a uno como “el mejor candidato” o que se establezca un mecanismo para definir internamente entre esas aspiraciones. "Tenemos cuatro candidatos a gobernador en la misma línea. Hay un proyecto de país y un proyecto de provincia, la gente va a decidir qué candidato lo representa. Tener más de un candidato es un activo no es un demérito", aseguraron en la conferencia de prensa que encabezaron en horas de la tarde Grindetti, Galli y Ravinovich.
Ese punto quizás sea el más complejo de resolver por lo que habilita hacia abajo. Sobre todo en las intendencias en las que PRO gobierna y que entiende que podría poner en riesgo habilitando discusiones públicas en donde integrantes del mismo partido encabecen críticas a las administraciones amarillas. El caso más emblemático quizás sea el de la capital provincial, donde Garro es desafiado por Daniel Lipovetzky, con el visto bueno de la presidenta del partido a nivel nacional: Bullrich. Pero no es el único.
Por esa razón, los participantes proyectaron su trabajo sin definiciones tajantes, pero con un mandato centralizado en poner en valor las gestiones locales por sobre las intenciones particulares de los dirigentes.
“Compartimos los mismos valores y tenemos un objetivo en común: transformar la Provincia de Buenos Aires. Debemos trabajar unidos para ponerle un freno al populismo, a la corrupción y a las mafias. Somos el cambio y estamos juntos”, escribió Ritondo en Twitter al finalizar el encuentro. “Tenemos el desafío de fortalecer la unidad del espacio para construir la mejor alternativa de gobierno que nos permita sacar la provincia y el país adelante”, sumó Garro.
En esos mensajes parece haberse concentrado la foto del viernes, que el PRO buscaba y, según algunos también necesitaba. Una pipa de la paz fumada bajo una tarde soleada que no garantiza ausencias de tempestades futuras pero al menos blinda el armado de tormentas asomando en el horizonte inmediato.