Florencia Arietto debe haber jugado más de una vez a Verdad o Consecuencia en su juventud. Para los que no lo conocen, en ese juego los participantes deben elegir entre responder sin mentir a una pregunta, en general comprometedora o íntima, o cumplir con la prenda que se les plantee en ese momento. El jueves por la noche, la antigua asesora de Patricia Bullrich presentó sin saberlo una nueva versión: Verdad y consecuencia. Por primera vez una figura connotada del macrismo se acercó a la verdad de lo ocurrido con Santiago Maldonado y, por ello, desde entonces enfrenta un sinfín de consecuencias.
“El Estado no puede dejar muertos en todos los desalojos, como Maldonado, en Cushamen, y Nahuel, en Mascardi”, dijo nada menos que por TN ante los escandalizados panelistas de “Solo una vuelta más”. Y mientras el conductor Diego Sehinkman apenas atinaba a preguntarle “¿Vos trabajás para Rodríguez Larreta?”, ella explicó que la muerte de Santiago se dio en el marco de un desalojo de ruta mal realizado por la Gendarmería “donde terminaron corriendo a campo abierto”.
Enseguida completó la idea describiendo el operativo que terminó con la muerte de Rafael Nahuel, asesinado por la espalda. “Después vas y desalojás Mascardi y ¿dejás a la prefectura que es una fuerza de río para cuidar la montaña? Puede salir mal hermano, y te salió mal. Hubo un muerto, no se desalojó y el problema sigue”, completó poniendo el énfasis en la ineficacia de las propuestas de Patricia Bullrich. “Ella siempre dobla a 180 y no podés doblar a 180 en todas las curvas”, sintetizó.
Más allá de la intención de las protagonistas, el escándalo desatado en la interna del PRO también muestra hacia el futuro una arista preocupante. Convencidas de que van a ganar las próximas elecciones, están discutiendo sobre cómo encarar la represión que suponen inevitable para aplicar las recetas que proponen. En otras palabras, si la muerte puede, o debe (en la visión de Bullrich y Macri). volver a ser normalizada en la política argentina.
Arietto y Bullrich, tal para cual
Así como Bullrich empezó su carrera política militando clandestinamente en Montoneros, como colaboradora íntima de su cuñado Rodolfo Galimberti, Arietto comenzó como abogada de “pibes chorros” y de las víctimas de la represión dictatorial en Mercedes Benz, aunque se hizo famosa como jefa de seguridad "antibarras" en la fallida gestión de Javier Cantero en Independiente.
Ya en democracia, Bullrich empezó una camaleónica carrera que la depositó en la presidencia del PRO. En el camino, fue la principal operadora política de Galimberti, seguidora episódica de Cafiero, integrante de la boleta de Erman González en el menemismo, funcionaria de la secretaría de seguridad bonaerense con Eduardo Duhalde, ministra con Fernando De la Rúa, a quien llegó de la mano del jefe de la SIDE Fernando de Santibañes, jefa de campaña de Elisa Carrió en 2007 previo “romance” con Ricardo López Murphy y, finalmente, ministra de Seguridad de Mauricio Macri.
Con 20 años menos, a Arietto no se le puede pedir tanto. Pero se esfuerza. De abogada “progre” llegó al kirchnerismo previo paso por el Proyecto Sur de Pino Solanas, se lució varias veces en “6, 7, 8” y terminó en el ministerio de Seguridad conducido por Nilda Garré. En 2014 desembarcó en el massismo y fue muy crítica de la gestión de Bullrich en Seguridad hasta que en 2018 se sumó a su ministerio. Desde entonces, fue militante fiel de “La Piba” en la interna del PRO, lo que no le impidió asesorar a Amalia Granata, y hace un año sorprendió con un salto a las filas de Horacio Rodríguez Larreta, como asesora estrella de Diego Santilli, el precandidato a gobernador bonaerense.
La última voltereta le agregó picante a sus explosivas declaraciones. Cerca de Bullrich están convencidos de que son una “devolución de gentilezas” del larretismo, después de sus públicas críticas a la gestión de seguridad porteña, a la que acusan de regalar las calles a la protesta social. Pero, en realidad, lo que dijo Arietto sobre el caso Maldonado ya tiene importantes antecedentes institucionales.
Palabra de Gendarmería
La propia Gendarmería realizó una minuciosa investigación interna de 600 páginas sobre el tema que concluyó que “no había razones para realizar el operativo y que éste sólo se llevó a cabo por voluntad política, por las órdenes impartidas por el jefe de Gabinete del Ministerio de Seguridad, Doctor Pablo Noceti”, el segundo de Bullrich.
Además de fijar la responsabilidad política, las conclusiones del informe de Gendarmería son lapidarias:
- “No fue prudente ni razonable realizar el operativo de despeje de la Ruta Nacional 40 en las condiciones que se daban el 1° de agosto de 2017.”
- “Además de poner en riesgo a los manifestantes, se expuso al personal a una situación de riesgo innecesario, al emplear efectivos que no se encontraban preparados para realizar una intervención de esa naturaleza, y que no estaba equipado con los elementos de actuación necesarios.”
- “Noceti desoyó las advertencias de los jefes de escuadrones de la región que le indicaban que para el despeje debía emplearse la unidad móvil especializada para esos operativos” (ya en camino y a solo dos horas de distancia).
- Si bien había cortes intermitentes de la ruta 40, no había urgencia para realizar el operativo ya que “existían vías alternativas de circulación y no había riesgo de desabastecimiento en las localidades cercanas”.
- Los gendarmes reconocieron que, a pesar de que la ministra lo había negado, Noceti en persona impulsó el operativo en base a la figura de “flagrancia”, contemplada en un protocolo presentado por Bullrich en 2016 pero que nunca tuvo vigencia ni fue publicado en el Boletín Oficial. “Se soslayó así la aplicación del protocolo normativamente vigente que establecía principios de actuación en base a un modelo de seguridad democrática y de uso racional de la fuerza".
En base a ese informe, el ministerio de Seguridad dirigido por Sabina Frederic denunció penalmente a Noceti apenas se conoció, en agosto de 2020, por su responsabilidad en el operativo que terminó con la muerte de Maldonado.
No sirvió de mucho. La Cámara Federal armada por el macrismo le mandó la causa al juez Lleral, denunciado por tener completamente paralizada la investigación del caso. La familia Maldonado llegó a la Corte en protesta y, después de dos años, en octubre de 2022, los supremos rechazaron intervenir porque “aún no había sentencia”.
El Ejército, ¿otra vez a la calle?
El valor simbólico del caso Maldonado provocó la inmediata reacción de los laderos de Bullrich, desde los retirados de la Gendarmería hasta Fernando Iglesias, que calificó a su rival de “Panqueque feroz” y después desbarrancó en un chat privado: “Sos una hija de puta. Tenía dudas pero ya no”.
Semejante revuelo dejó en segundo plano la crítica inicial de Arietto, que apunta a uno de los ejes de campaña de su ex jefa: sumar a las Fuerzas Armadas a la Seguridad Interior, algo completamente prohibido por la legislación actual pero que contribuye a forjar la imagen bolsonarista que Bullrich quiere encarnar.
“Vos pedís como demagogia que vaya el Ejército a hacer seguridad interior y un soldado está entrenado para matar en una guerra, no para hacer prevención… después tenés una montaña de muertos y el Ejército termina condenado por violencia institucional”, sostuvo la asesora de Santilli, que sabe que el tema mete ruido en la relación de Bullrich con los radicales que todavía reivindican esa ley como “política de Estado”.
Las “disculpas” de Arietto y los sueños de Bullrich
Bullrich aprovechó el desconcierto provocado en las filas de Juntos por el Cambio para volver a acusar de “tibio” a Rodríguez Larreta y subir la apuesta de sus promesas de mano dura “cueste lo que cueste”. Así que poco después de la irrupción estelar de Arietto, sus nuevos jefes dieron la orden de parar y “contener el daño”.
El resultado fue un curioso tuit de la “experta en seguridad” donde le pide disculpas a la autora de la doctrina Chocobar, pero no se arrepiente de sus críticas sino de haberlas hecho públicas, con el argumento de dudoso gusto de que “esto es una guerra y del otro lado está el kirchnerismo”.
Si se toma en cuenta la virulencia que está adquiriendo la interna opositora, no sólo en sus expresiones públicas sino en las salvajes operaciones de inteligencia destinadas a hundir a los contrincantes en la más pura tradición macrista, la “guerra” a la que hace referencia Arietto no parece haber empezado solo contra el peronismo.
Seguramente la presidenta del PRO no se siente amenazada por un “figura menor” como su ex empleada. “Soy Patricia Bullrich y voy a ser presidenta”, contó su abuela que se presentaba ante circunstanciales compañeros de viaje cuando solo era una nena desafiante. Años más tarde, después de debutar como oradora en un Luna Park vibrante por el fin de la dictadura, le confesó sus sensaciones a su jefe político.
--¿Qué sentiste al hablar?
--Fue emocionante.
--Guardá aire para cuando te toque hablar desde el balcón de la Rosada.
El autor del consejo fue Galimberti y el diálogo, reproducido por Roberto Caballero y Marcelo Larraquy en su biografía del líder guerrillero, se transformó desde entonces en una obsesión para la revolucionaria devenida en ultraderechista. Bullrich sabe que está dispuesta a cualquier cosa para transformar ese "pronóstico" en realidad, aunque también sabe que sus contendientes harán todo lo posible para evitarlo.