Es la variante del crimen que más espanta a la ciudadanía, y la que mejor nutre la agenda periodística, sobre todo si la víctima era una persona trabajadora, padre o madre de familia, de clase media para arriba o al menos, integrada a la economía formal. El homicidio en ocasión de robo es la peor forma en el fenómeno de la inseguridad pública por su carácter impredecible, inesperado. Ni siquiera el ladrón tiene previsto asesinar como desenlace de su plan de atraco.
Así es que en la estadística oficial esta categoría de asesinato es la menos frecuente de todas. En 2022 –el año en el que la ciudad registró la mayor cantidad de muertes dolosas de su historia–, el crimen como epílogo de un robo significó casi el 5% de los 287 asesinatos cometidos. Unos 14 casos. Menos aún que en 2020, cuando fueron el 7% del total.
Pero solo en enero pasado se contaron 6 asesinatos de esta clase, entre los 24 que hubo en el mes. Tres de esas 6 víctimas llegaron a su fin como autores del robo en cuestión. Las otras 3 víctimas fatales fueron blanco de esos asaltos. Los de mayor impacto (ver aparte), el empleado del supermercado La Reina apuñalado en 27 de Febrero e Iriondo por la bicicleta en la que volvía a su casa, y el del maestranza del Hospital Carrasco, baleado para robarle su moto en Paraguay al 6200.
Aunque el foco del problema apunta a la muerte que siembra la violencia narco y el crimen organizado, hay quienes observan e indagan en las causas que pueden explicar esta variante del delito letal.
Puesto a analizar el asunto a pedido de Rosario/12, un oficial investigador de la Policía provincial, con más de 10 años de investigaciones criminales encima, intuye ciertas causas generales para comprender cómo un asalto común deviene en un asesinato.
"Una cuestión evidente es la situación económica, la falta de recursos, de una changa, de un acceso mínimo al mercado laboral. Lo veo en el aumento de la miseria, de la gente que busca en la basura, ante la necesidad de comer, y también de procurarse dinero para comprar sustancias. Es indudable que el 95% de los homicidios está relacionado con el narcomenudeo. Pero además, la deserción escolar durante la pandemia, la ausencia de contención social estatal, son factores insoslayables. Todo eso lleva a gente a robar para tener algo que vender y hacerse de un dinero", analizó el oficial que brindó su opinión a condición de mantener su identidad en reserva.
Otro ingrediente que sopesó el investigador policial es, acaso por esa misma retirada del Estado en su función de promoción social en barrios populares, la incursión de jóvenes en el delito sobre una base de consumos problemáticos, con acceso fácil a las armas, y en un contexto de hostilidad social general. "Es la misma agresividad cotidiana que vemos en el tránsito. Los pibes que salen de caño son parte de esta misma sociedad, no miden consecuencias, a veces empujados por drogas malas, empastillados, y con la misma necesidad de plata que cualquiera", consideró.
En su relato mencionó un dato ya ventilado en el fuero de Menores local: el uso que hace el crimen organizado de niños y adolescentes, en tanto sujetos no punibles, para realizar diligencias mafiosas que incluso llegan a perpetrar balaceras u homicidios por encargo. "En los juzgados de Menores hay más de 40 causas de chicos involucrados en homicidios complejos, con trasfondo narco. Y quedan de acá para allá, van al Irar (Centro Especializado de Responsabilidad Penal Juvenil de Rosario), pero el sistema no reinserta a ninguno, y en esos lugares lo que hacen es adentrarse en el delito, se asocian con otros, y al salir siguen por ese camino, generalmente. Las agencias estatales no están ahí para seguir y acompañar al pibe de 15 años que cometió homicidio y vuelve a la casa. Hay pibes de 13 o 14 que ya hacen balaceras. Los Alexis Caminos o Peloduro Fernández eran una excepción, hoy es lo corriente", dijo al referir a dos delincuentes hoy en prisión, que se hicieron conocidos de la crónica delictiva por sus inicios a la salida de su infancia.
El policía consultado dejó una comparación elocuente: "Un pibe que tomó una droga mala va jugado y re loco a robar un comercio, y ocurre que el comerciante, harto de que le roben, reacciona. Son dos Scanias que chocan.
El otro elemento a considerar para contemplar los homicidios en ocasión de robo es la evolución de la tecnología en materia de seguridad, y la evolución también de los hábitos y actitudes de la población ante la probabilidad del delito. Según este oficial, los sistemas de alarmas, cerraduras y demás llevaron casi a la desaparición a formas clásicas del ladrón como el escruchante, el paletero o el levantador de autos en la calle. "Ahora el robo de un auto quizás es más violento porque ya no lo hacen cuando está estacionado y solo. Saben que para tenerlo deben ir cuando está la persona al volante, entonces van agresivos y resueltos porque también saben que el tipo puede estar armado también. No son improvisados, pero entonces, jugado por jugado, puede pasar cualquier cosa", razonó.
La explosión del crimen
Enrique Font, magister en Criminología y docente titular de grado y posgrado en la UNR sobre la materia y en política criminal, entiende que más allá de la repercusión mediática del asesinato de una persona en un asalto, esta categoría siempre fue de menor ocurrencia, en Rosario y en el resto del país, siempre por debajo del 10%. Pero –vislumbra– la multiplicación de los crímenes derivados de organizaciones delictivas en Rosario contribuyó a achicar aún más a los otros. "Ante la explosión de otras formas de violencia letal en Rosario ese porcentaje es mucho menor en el total", analizó.
"Al explotar la tasa de homicidios en Rosario, triplicando o cuatriplicando a ciudades comparables, el fenómeno del homicidio en ocasión de robo quedó como invisibilizado. Acaso como noticia, dependiendo más de quién era la víctima del robo, infrecuente o no, pero sobre todo en la participación sobre el total de homicidios", agregó.
"El fenómeno de la violencia criminal achicó el porcentaje del homicidio en ocasión de robo. Había pasado algo similar con la forma clásica de feminicidio: la violencia letal entre varones es tan alta que el porcentaje de feminicidios quedaba reducido por debajo en comparación con otras ciudades. Esto cambió porque la violencia letal vinculada a temas identitarios de bandas, negocios y demás ya empezó a terminar con la vida de mujeres también", comparó el especialista.
Por otra parte, contempló otro aspecto que suma al fenómeno. "La dinámica de la seguridad ciudadana, la tecnología, hacen que los robos se hagan más difíciles. La gente se cuida más, y ante la posesión de dinero o un bien de valor se generan situaciones de violencia. Por ejemplo, los autos que se podían levantar en la calle. Allí no había interacción entre el ladrón y el dueño del vehículo. Ninguno quiere robarse un auto con una persona arriba. Pero si querés robar un Audi ahora es más difícil, lo necesitás en marcha, con las llave puesta, entonces ahí la cosa cambia y va contra el conductor adentro. Esta clase de situaciones nuevas, quizás sí propician letalidad, aquí a partir de cambios tecnológicos".
Muertes de uno u otro modo
En el último informe sobre homicidios del Observatorio de Seguridad Pública de Santa Fe, esta clase de muertes en contexto de robo se define por los casos en que "se pretende robar a la víctima, pero por distintos motivos, se le quita la vida recurriendo a la violencia". Difieren de los homicidios vinculados a las economías delictivas y sus organizaciones criminales, o la categoría de "conflictos interpersonales", determinados por enfrentamientos individuales, sin relación aparente con el crimen organizado. Suelen ser los conflictos intrafamiliares, entre vecinos, peleas callejeras.
Según ese estudio, las muertes en contexto de robo durante 2022 en la provincia de Santa Fe fueron 25, el 6,2% de los 406 asesinatos ocurridos en el año. La mayoría se originó a partir del quehacer de las economías delictivas (58.8%), mientras que los conflictos interpersonales representaron el 19,7% de los casos, y el 10,6% está en investigación.
En Rosario los homicidios en ocasión de robo fueron el 4,9%, unos 14 casos. En 2021 habían sido el 3,7% del total (244), y en 2020 fueron el 7% del total (214).
En este departamento, la letalidad causada por la violencia narco explica 7 de cada 10 homicidios, por lo que las muertes en contexto de robo quedan relegadas a un lugar estadístico menor. Aunque de mayor impacto a veces para la población.