Las clases dominantes han utilizado y continúan utilizando la estigmatización de los luchadores revolucionarios como uno de los mecanismos para justificar la persecución, la represión, el encarcelamiento o bien el liso y llano asesinato.

En efecto, en el reciente apresamiento del lonko mapuche Facundo Jones Huala en un cobertizo en la ciudad de El Bolsón, por la denuncia de vecinos, medios de prensa escrita como los diarios La Nación y Clarín realizaron un espectacular despliegue acerca del aspecto del luchador social y su vestimenta pretendiendo ridiculizar a este hombre que lucha por la recuperación de tierras y contra las corporaciones capitalistas.

Lo supuestamente importante para estos voceros del capital es usar bermudas, pollera o estar despeinado es increíble que esto tenga más importancia, pero lo que realmente los perturba es la digna resistencia ancestral de autodefensa de los pobladores rebeldes.

En la Comunidad Pu Lof de Cushamen fue secuestrado el militante anarquista Santiago Maldonado el 1 de agosto de 2017 cuyo cadáver apareció plantado a orillas del Río Chubut el 17 de octubre de 2017. Durante ese período permaneció desaparecido por las fuerzas de la gendarmería nacional.

Santiago Maldonado acompañó el corte de la Ruta 40 efectuado por pobladores mapuches exigiendo la libertad de Facundo Jones Huala, acusado de incidentes contra latifundistas.

En México, el luchador social ácrata Ricardo Flores Magón fue un activo partícipe de la Revolución Mexicana en la lucha contra el sanguinario dictador Porfirio Díaz.

Flores Magón además de agitar conciencias a través de periódicos como El Ahuizote y Regeneración proclamando lo indispensable de destruir el perverso sistema capitalista en alianza con el referente Emiliano Zapata bajo la consigna Tierra y libertad.

Una vez desterrado al territorio bajo dominio del Estado norteamericano Flores Magón fue asesinado en una prisión del oeste de EE.UU. En una de las fotos del prontuario policial aparece esposado y con un sombrero colocado por los represores de manera tal de ridiculizar su imagen, claramente una maniobra humillante.

En la crónica de Roberto Arlt sobre el fusilamiento de los anarquistas Severino Di Giovanni y Paulino Scarfó titulada "He visto morir", dice sobre el final que parte de los cajetillas de Buenos Aires asistieron a la ejecución de los revolucionarios en la penitenciaría de calle Las Heras, con zapatos de baile como quien va de juerga.

La violencia contra quienes se rebelan y luchan contra las injusticias como siniestra constante.

Carlos A. Solero