“Diego Valenzuela es un intendente marketinero”, sentencia Juan Miguel Gómez Parodi. Proveniente del sur del país, hace años vive en Tres de Febrero, donde fundó Descamisados, la organización que hoy tiene representación en el concejo deliberante local. 

Ex Secretario de Juventud del Partido Justicialista provincial, asegura que “cuando desde el peronismo no damos respuesta para que los jóvenes piensen un proyecto de vida, surgen nuevas expresiones políticas”.

El año pasado, en su rol de diputado provincial, presentó el proyecto de ley Programa de Apoyo para el Empresariado Joven, con el objetivo de “institucionalizar” políticas públicas hacia el sector y buscar la expansión de los emprendimientos de subsistencia.  La iniciativa está pensada para jóvenes de entre 18 y 40 años y contempla la exención impositiva por dos años de Ingresos Brutos, acceso al crédito, y la interacción entre el ministerio de Producción de la provincia y las organizaciones juveniles empresarias, como Jóvenes Empresarios de la Federación Económica de la provincia de Buenos Aires (JEFEBA).

Si bien actualmente existe programas de fomento, el diputado provincial advierte que se necesita que la existencia de estos programas "no dependan de la voluntad política del gobernador. Si no después llega un gobierno neoliberal y borra todo de un plumazo". 

“El emprendedurismo no alcanza”, afirma Gómez Parodi, que destaca la política del gobierno de Axel Kicillof "a favor de la actividad productiva”. “Yo quiero un gobernador que tenga dialogo con la sociedad, no con los legisladores”, respondió el diputado que prefiere hablar de “jóvenes empresarios”.

"La idea de llamarlos jóvenes empresarios apunta a la formalización de los proyectos productivos. Se utiliza el concepto de empresario para pensar un proyecto que puede expandirse mucho más allá de un emprendimiento de subsistencia. Muchas veces se ha difundido la idea de emprendedurismo, y está bien. Pero no alcanza", asegura al momento de romper el hielo con Buenos Aires/12.

—¿Por qué no alcanza?

—Este proyecto surgió de crear políticas de empleo para los jóvenes. A mí me tocó trabajar en el programa Jóvenes por Más y Mejor Trabajo, una política de terminal educativa y de capacitación para incorporar a los jóvenes al mundo del trabajo. Casi un millón de jóvenes se capacitaron durante los dos gobiernos de Cristina. Pero en ese momento Argentina estaba en proceso económico de crecimiento y generación de empleo sostenido. Después viene el macrismo, con una etapa fuerte de destrucción de empresas, destrucción de empleos, de primarizacion de la economía. Y después, por otros motivos, la pandemia dio continuidad a esto. No alcanza o no sirve con que se contrate jóvenes o se capacite jóvenes para que tenga mejores ofertas labores, sino que hoy el Estado debe tener una inversión sostenida en fomentar y acompañar la gestión de nuevas unidades productivas.


—Mencionó encuentros de trabajo con la Federación Económica de Buenos Aires, ¿hay un acompañamiento de parte del sector hacia la juventud?

—En toda la provincia hay empresas, y es importante que estén nucleadas en ámbitos gremiales que representen sus intereses sectoriales más que sus intereses políticos. Nosotros nos reunimos Sebastián Riaño, titular de la juventud de FEBA, y nos encontramos con una generación de pibas y pibes que se animan a pensar proyectos económicos individuales, pero que ven la necesidad de que esos proyectos estén coordinados en un ámbito de representación gremial para que después las políticas públicas tengan un correlato con lo que esas pymes necesitan. Las que generan laburo son las pymes. Después a veces pasa que en el sector gremial empresario la voz cantante la llevan grupos económicos industriales nacionales y transnacionales que terminan definiendo por su peso económico las políticas que lleva el estado nacional que están pensadas para beneficiar grupos pequeños.

—¿Percibió una vocación participativa hacia la política de parte de la juventud que se vuelca a la vida empresarial? ¿Con qué opinión suelen concebir al Estado?

—Desde los medios de comunicación se ha trabajado mucho de en un concepto muy alejado a la realidad en relación a los intereses reales de las pymes en Argentina. A veces, hay empatía de los empresarios con el PRO y su proyecto político, pero en la realidad los del macrismo fueron intereses antagónicos con las pymes. Se abrieron las importaciones, se tomó un crédito completamente político con el FMI que va a pesar sobre las espaldas de nuestros hijos y nietos. Los dólares que hoy el Estado le tiene que pagar el fondo son los que no tiene para comprar insumos y una empresa pueda desarrollar un bien industrial. En antagonismo están los cuatro años de Néstor, los dos gobiernos de Cristina, y lo que está haciendo también en materia de acompañamiento a la actividad industrial el gobierno de Alberto Fernández.

—También hay críticas al actual gobierno.

—Si bien tiene un montón de aspectos deficitarios, en materia de actividad productiva este gobierno tiene mucho para mostrar. Es un modelo económico donde las pymes volvieron a crecer, pudieron sacar créditos, comprar maquinaria, aumentar cantidad de empleados, aumentar cantidad de exportaciones, de producción. Muchas veces se trabaja un sentido común donde el macrismo le habla al empresariado, pero la realidad es que les habla a cien empresas argentinas, pero después la mayoría son víctimas de su modelo económico. Ellos promueven la primarización de la económica, y ahí las pymes no tienen lugar. Se festejaba volver a exportar limones a Estados Unidos, pero se dejaba de exportar productos industriales.

—¿Es una cuestión de modelo?

—Si. Este proyecto de ley lo vinculamos con la concentración económica, que es otro problema de la economía argentina e impacta la inflación. Es una manera de discutir el modelo económico argentino, que es altamente concentrado, con las potencialidades que tiene la Argentina en materia de recursos naturales y capacitación. Los bonaerenses están muy capacitados para desarrollar la económica. El macrismo profundizó la concentración, pero para tener una economía con menos inflación y con mejores condiciones laborales, lo que necesitamos es profundizar un capitalismo nacional con más competencia y con generación de empresas. Hoy la mayoría de las cadenas productivas de productos de primera necesidad están concentradas en pocas empresas.

—¿Por qué aparecen referencias políticas como Javier Milei que atraen a los jóvenes?

—Creo que existen por la incapacidad de la política de dar respuesta a los jóvenes para pensar un proyecto de vida. El peronismo no es chamuyo, es realidad efectiva. Cuando desde el peronismo no damos respuesta para que los jóvenes piensen un proyecto de vida, surgen nuevas expresiones políticas. Igualmente, lo que propone Milei es más viejo que la injusticia. El modelo económico que plantea Milei es el de la dictadura y el del menemismo, de novedoso no tiene nada. Se trata de instalar desde lo estético y lo comunicacional que es algo disruptivo. No tiene nada de rebelde que un puñado de argentinos se enriquezca más y que no haya un Estado que cuide a los trabajadores.

—¿Hoy el peronismo no es una referencia en la juventud?

—En la medida que no logremos cumplir con las expectativas que se plantearon en 2019, al peronismo se le va a hacer cada vez más difícil. Pero tenemos una historia de lucha y resistencia que debe permitir reconvocarnos en un proyecto que tenga la voluntad política de ser trasformador. Al peronismo se le puede perdonar un montón de cosas, lo que no se le puede perdonar es que no transforme la realidad. Si nos votaron en 2019 fue para recuperar la calidad de vida que había durante los años de Cristina o mejorarla, no para continuar lo que si vivió con el macrismo.

—¿Cómo cree que juegan las tensiones que se suelen expresar públicamente?

—Cuando se discuten cosas importantes, es sano. Cuando se discute si la Argentina va a acordar o no con el Fondo Monetario Internacional como se discutió y hubo compañeros que votaron en contra, eso me parece que tiene sentido. Ahora, cuando se discute si el ministro del Interior le dijo a tal o cual que el presidente no tuvo códigos y la ministra de Desarrollo Social le pide la renuncia, ahí la verdad que no tiene ningún sentido. Cuando se discute desde los cargos me parece muy injusto con una sociedad que demanda soluciones y no discusiones.

La Cámara de Diputados y Tres de Febrero

—¿Cómo cree que será el trabajo en la Cámara durante este año, que es electoral? 

—La Cámara de Diputados trabajó mucho durante la pandemia, con una presidencia que buscó acompañar el ritmo de la gestión de la provincia de Buenos Aires, la cual estuvo muy marcada por la acción. La dispersión del año electoral del 2021, con surgimiento de nuevos bloques y un retroceso en un bastión histórico del peronismo como la tercera sección electoral, dejó una cámara muy fraccionada. No en lo interno, sino en lo externo, con números muy difíciles para el Frente de Todos que demandan acuerdos. Aquí tengo que destacar la figura de nuestro jefe de bloque, Cesar Valicenti, que viene trabajando muy bien charlando con todos los sectores que son parte de nuestro espacio.

—¿Hay diálogo con el Poder Ejecutivo?

—Siempre es necesario profundizar la política. También tenemos que entender que veníamos de un proceso duro para la política como lo fue la pandemia y la imposibilidad de reunirse. Pero para mí lo prioritario de un gobierno es que cumpla con las expectativas de la sociedad, no de la dirigencia política. Tendremos que encontrar, los dirigentes políticos, los mecanismos para trabajar de manera más coordinada. Pero yo quiero un gobernador que tenga dialogo con la sociedad, no con los legisladores.

—¿Está de acuerdo con la necesidad de un segundo período de Kicillof?

—Si. Me parece que hizo una gestión con una impronta muy fuerte y que representa más claramente la expresión del peronismo en la provincia de Buenos Aires. Es el que tiene un vínculo más cercano con la sociedad. Como gobernador mostró una gestión que destaco en la provincia y es nuestro mejor candidato. Obviamente estamos atravesados por una situación nacional por lo que sucede con Cristina.

—¿Cómo impacta?

—La proscripción de Cristina pone en una dificultad al peronismo de la provincia porque nosotros entendemos que hasta que no se resuelva su situación a nivel nacional no se puede hablar de una candidatura nacional. Nosotros, junto a otras organizaciones, trabajamos en un espacio que se viene construyendo que se llama La Patria es el Otro y entendemos que a nivel nacional la mejor candidata que tiene el peronismo es Cristina. Hoy, sin la posibilidad de que sea candidata a razón de un tribunal que la condenó sin ninguna prueba contundente, estamos en una democracia de muy baja calidad. Si cada vez que el peronismo tenga un candidato competitivo le van a inventar una causa y lo van proscribir, va a ser difícil que se pueda desarrollar un proceso democrático en el país.

—¿Cómo ve la política de reducción impositiva que promueve Diego Valenzuela?

Diego Valenzuela es un intendente marketinero. Cuando uno camina por las calles de Caseros se constata lo mismo que el meme que habla sobre ‘la expectativa y la realidad’. Actualmente, el intendente está desesperado por ser parte de una lista provincial. No se sabe si con Macri, con Bullrich o con Larreta porque camina con todos. Está recorriendo la provincia, locales gastronómicos, contando la historia de los pueblos de la provincia, haciendo programas de televisión, y se ha alejado completamente de la gestión del distrito.

—¿Y cómo es su gestión al frente del municipio?

—Es un intendente completamente ausente. Eso se ve en las calles. Tiene la obra pública paralizada, con calles intransitables, mientras los recursos se usan los recursos para su campaña publicitaria. Hay un programa que se llama ‘Tierra de Oportunidades’ que no ve nadie pero que tiene carteles por toda la provincia de Buenos Aires. Cero raiting, pero millones de pesos gastados en pauta publicitaria.

—¿Se conoce esta realidad en el distrito?

—Obviamente tiene una cobertura mediática importante, al igual que Larreta. Las cosas nunca pasan en Tres de Febrero. Se está cumpliendo un año de un suceso terrible como el de la cocaína envenenada. Fue en Tres de Febrero y los medios nacionales decían que fue en San Martín. Hay una cobertura mediática muy importante financiada con la pauta del municipio.

—¿Cómo trabaja el peronismo local de cara a las elecciones?

—Creo que Juan Debandi es la figura más fuerte que tiene el peronismo en Tres de Febrero. Hubo un proceso interno del Partido Justicialista donde la lista encabezada por Juan se impuso. Desde ese momento, la conducción tomó la decisión de convocar a todos los sectores y abrió las puertas del partido. El desafío del peronismo hacia el futuro no es pasa por una cuestión de nombres, sino por la necesidad de pensar en un proyecto de ciudad de acá a diez años. Hay agendas que en Tres de Febrero no están vigentes a nivel municipal, como las políticas de transporte urbano, o cuestiones relacionadas con la infraestructura o el medio ambiente. Tenemos un intendente marketinero que no potencia estas cosas.