Originariamente hubo un plan para atacar a golpes a Fernando. Una vez que él quedó absolutamente indefenso, inmovilizado, "semi inconsciente, a merced" de los agresores algunos de ellos "internalizaron y encaminaron su voluntad conjunta" hacia la muerte. Así lo entendieron los jueces del TOC 1 de Dolores. La "inequívoca" intención de matar es la explicación de por qué cinco de los imputados fueron condenados a prisión perpetua. Y es una de las conclusiones del fallo de 163 páginas en el que el tribunal da los fundamentos de su resolución.
Cinco de los acusados recibieron la pena máxima por "pruebas directas y contundentes" que demostraron que "pusieron mano" sobre Báez Sosa o bien "realizaron una conducta indispensable una vez que la víctima se encontró rendido y en estado de absoluta indefensión". Los otros tres, condenados como partícipes secundarios, "formaron parte en el hecho pero sus aportes no resultaron esenciales para que la conducta de los coautores pudiera consumarse". En otras palabras: el asesinato se hubiera producido independientemente de su "acción criminal".
Tras un repaso por testimonios, videos, resultados de exámenes, el documento establece los roles que tomó cada uno de los condenados en el ataque. Thomsen y Ciro Pertossi estuvieron "en todo momento" atacando a Fernando. La jueza resaltó los peritajes de ADN así como también el resultado de la escopométrica en relación al calzado marca Cyclone perteneciente al primero. También, que en las botamangas del pantalón de Ciro Pertossi se haya detectado "sangre humana con el patrón genético de Báez Sosa". Se trata de un dato enlazado al hecho de que la mayoría de los golpes que ocasionaron la muerte fueron patadas en la cabeza.
En cuanto a Luciano Pertossi y Comelli, la presidenta del tribunal los ubica al "comienzo del ataque", movilizándose desde la parte trasera del auto hacia donde yacía" la víctima. De Comelli destacó, además, que es quien expulsó "con violencia" a Tomás D’Alsessandro, amigo de Fernando, cuando intentaba ayudarlo. De Benicelli marcó como "elocuente" el hallazgo de sangre "en la que se detectó el perfil genético de la víctima en todas las prendas que vestía aquella noche". Esto demostró su "contacto directo" con el cuerpo de Fernando y lo definió como "uno de los cinco que formó parte de los actos del ataque mortal".
De Viollaz no se probó "con el grado de certeza" requerido para esta etapa "que haya ejercido acciones directas" contra el joven asesinado o "algún aporte de imprescindible relevancia". Las pruebas testimoniales lo señalan como arengador, como quien golpeó a Lucas Beigide y profirió gritos de "ahora". Nadie lo situó pegándole a Fernando y no hay rastros de sangre o ADN en sus prendas. El rol de Lucas Pertossi resultó "secundario" porque "no revisitó las características de necesario o imprescindible para la concreción del resultado". Además, "fue quien filmó el inicio del ataque". La grabación dura siete segundos. No participó del comienzo de la golpiza. Finalmente, respecto de Cinalli, se determinó: "Su situación no difiere en lo sustancial respecto de los otros dos partícipes secundarios".
A lo largo del juicio el hallazgo del ADN de Cinalli en el meñique de Báez Sosa parecía haber complicado su situación, pero por lo que detalla el fallo habría tomado contacto físico con la víctima sólo en un primer momento, cuando todavía no se evidenciaba la intención de matar: no se lo observa en el "foco central" de la golpiza. Por otro lado, Luciano Pertossi --igual que Lucas y Ayrton Viollaz-- no aparecía en la imputación original como atacante directo de la víctima. Son aspectos en los cuales la sentencia dio un giro en cuanto a lo que podía esperarse.