La antropóloga Rita Segato se manifestó “un poco perpleja” porque no se considere al asesinato de Fernando Báez Sosa como un crimen de género y poder. “El rencor profundo que existe con relación a un crimen como este, por una razón muy simple, porque es un crimen del poder”, consideró la autora de un texto clásico como Las estructuras elementales de la violencia. Si bien reconoce que "la cárcel enseña la irresponsabilidad, y no la responsabilidad", también cree que una condena a prisión perpetua brinda un mensaje claro contra la impunidad. En esa línea, cuestiona que el tratamiento de los medios de comunicación -y también el alegato de la querella- haya soslayado la estructura de género y poder al analizar lo ocurrido el 18 de enero de 2020 en Villa Gesell. Y por eso convoca a mirar más allá de las condenas anunciadas por el Tribunal Oral en lo Criminal de Dolores. "La sociedad tiene que trabajar activamente, no solo para ponerlos en la cárcel para siempre, también tiene que trabajar activamente para deshacer la estructura" que ata la masculinidad a la violencia y la dominación.
Segato quiere sentar una posición que, cree, fue soslayada durante este verano. “Este es un crimen clásico del poder, porque suma, intersecciona, el poder político y económico de una localidad y el poder de la masculinidad. Entonces, los dos poderes se unen y cometen un crimen imperdonable, que merece un castigo de los mayores que existen”, planteó sobre los ocho condenados como coautores y partícipes necesarios del asesinato de Fernando Báez Sosa.
Así, Rita Segato analiza que “es más importante para ellos quedar adentro del sistema de poder del sistema de la masculinidad. Es más importante para ellos, aun perdiendo la libertad para siempre, aun matando. Y les parece que es más interesante el estatus masculino y ser miembros de la horda dominante”. También piensa que esa acción “se replica en las otras formas del poder que tienen, porque se saben impunes”.
Para ella, el veredicto está relacionado con una necesidad social. “La sociedad tiene que ver que no existe esa impunidad". Lo más importante, para Segato, es dejar en claro que "esos muchachos son el huevo de la serpiente, o sea, son los hijos del poder. Es muy difícil no tener un gran rencor con relación a eso”, consideró Segato, quien planteó que “la gente está desesperada porque vio un acto insoportable, descripto una y otra vez, es difícil no cargarse con rencor”.
Y lo puso en sus propios términos: “Yo misma que soy una persona que trabaja con violencia, no puedo no decir que siento rencor profundo con relación a esos miserables. Mentiría. No, porque la razón me dice que la cárcel… qué sé yo. La cárcel es un desastre".
Justamente, ante la pregunta por la prisión perpetua a jóvenes, Segato pone prioridades. "Es fundamental esa lección de no impunidad para unos pibes que son del poder local, y por eso lo que tenemos es la cárcel”, enfatizó en diálogo con Radio Nacional Rosario Fontanarrosa.
Pero justamente, es la cárcel. Y ahí Rita Segato recuerda un texto suyo, que se llama El sistema penal como pedagogía de la irresponsabilidad, que va a ser editado pronto en una antología de sus escritos, Escenas de un pensamiento incómodo. "Hablo hace mucho tiempo de que la cárcel enseña la irresponsabilidad y no la responsabilidad", sigue la antropóloga y va más allá de las condenas penales. “La noción de responsabilidad penal es insuficiente, tenemos que hablar de la responsabilidad filosófica, ética, moral, que es otro tipo de responsabilidad, no la responsabilidad penal meramente, que es mínima, que es absolutamente un problema de contabilidad, un artículo número tal, tantos años, tantos meses, con agravantes, con atenuantes, una calculadora. No sirve esa noción de responsabilidad, necesitamos otras”.
Ahí está el núcleo del pensamiento de Segato. Más allá de las condenas, que considera necesarias, convoca a un trabajo "en profundidad". "La sociedad debe trabajar sobre la estructura de la masculinidad, porque es el primer peldaño, la plataforma, que luego se va a reproducir para siempre. Es la plataforma del poder”.
Poder y género es el binomio que Segato considera inseparable. "Porque si no existiera una estructura de género, una estructura de la masculinidad, ese crimen no se habría cometido. ¿Quién es el culpable? La culpabilidad suprema está en un mundo que no es capaz todavía de desmontar el mandato de masculinidad”.
Cree que en la base de este asesinato estuvo ese mandato. “Fue el que produjo que un pequeño grupo de pelotudos grandes obedezcan al pelotudo mayor, que les da unas órdenes. Uno da las órdenes y los otros, para mostrarse tan machos o pertenecer a la corporación masculina", describe lo ocurrido. Y recuerda que ella misma ha definido a esa corporación como "la fratia, la cofradía, la Hermandad masculina". Con la voluntad de hablar claramente y con palabras sencillas, recuerda que esa estructura "Es representada cabalmente por este grupo de boludos, que para mostrar que pertenecen hacen cualquier cosa que el macho alfa les manda y se mandan la estupidez más grande de su vida”.
La escena es profundamente patriarcal: “Causaron dolor extremo a un joven que estaba en absoluta inferioridad de condiciones. Eran como 8 contra uno, que está arrodillado, ¡qué gran hazaña! El poder está representado ahí, es una estructura dramatizada. Es un teatro del poder clarísimo".
La "solución" es de fondo: "Tiene que desaparecer la estructura que los produce, que los reproduce, la sociedad tiene que trabajar activamente no solamente meramente para ponerlos en la cárcel para siempre, también tiene que trabajar activamente para deshacer la estructura”.
Sobre la cobertura de los medios de comunicación que tuvieron durante todo el mes de enero el juicio contra los ocho acusados del crimen de Fernando Báez Sosa en cadena nacional, Rita Segato consideró que “le faltó a la cobertura entender el problema estructural, la estructura que se reproduce ahí, porque sin eso no hay cárcel que corrija el problema”.
Esa es la perplejidad de Rita Segato. “Hace tantos años que escribo sobre masculinidad, que la gente me saluda por la calle, me agradece por lo que escribo. Pero a veces me produce una especie de perplejidad, porque no se da cuenta de que prácticamente todo lo que dije habla de la estructura que genera el asesinato de Fernando Báez Sosa, ese doloroso episodio de la historia argentina”, plantea la autora de tantos libros, entre ellos también La escritura en el cuerpo de las mujeres y Pedagogías de la crueldad. “Mucha gente que me lee no percibe que esa estructura que emerge ahí, que se expresa ahí, es una estructura de género. Esto es un crimen de género y es clarísimo que lo es, aunque la víctima no es una mujer. Pero el perpetrador actúa de acuerdo a una estructura de género, que es clásica de la masculinidad”, consideró la investigadora.