Ni bien terminó de grabar Punisher, el disco editado en 2020 que la consagraría como una de las cantautoras más celebradas de la actualidad, Phoebe Bridgers mandó un mensaje de texto al grupo de WhatsApp que tiene con Julien Baker y Lucy Dacus. “¿Podemos ser una banda otra vez?”. Julien respondió subiendo el demo de una canción a una carpeta compartida en la nube. “Es una mala idea/ así que cuenten conmigo”, decían las primeras líneas. Son las mismas que se escuchan al comienzo de “20$”, el corte de difusión que marcó el regreso de boygenius, el supergrupo creado en 2018 por estas tres amigas que acaban de anunciar de manera sorpresiva el lanzamiento de su primer LP, the record. Un trabajo que mantiene el tono confesional de sus trabajos solistas y a la vez suena más eléctrico y potente que cualquier cosa que las tres hayan grabado, juntas o por separado.
Igual que Crosby, Stills, Nash y Young en los setenta o Flopa, Gabo, Manza y Minimal por estos lares, cada una de ellas tenía un ascendente prestigio como solista cuando a fines de 2017 se juntaron por primera vez bajo una sencilla consigna: “Una canción terminada y un borrador cada una”. Tres cantautoras abierta y orgullosamente queer se unían en un proyecto común y las redes se entusiasmaron con la noticia, que se replicó como bola de nieve al punto de que revistas como Vogue o Variety les hicieron extensas entrevistas para hablar de esa banda que nadie dudaba en llamar supergrupo. Ellas ponían los puntos sobre las íes: “Nadie piensa nada especial cuando cinco tipos conocidos se juntan y arman una banda”, señaló Phoebe por entonces. “Pero en cuanto tres chicas se juntan todos empiezan ‘¡Oh, una superbanda de… chicas!’”. “El otro día un periodista me felicitó por el momento de las mujeres en la música”, agregó Lucy. Julien completó: “Es como que te digan: ‘Qué bueno que ahora también puedan votar”.
Luego de su primera reunión, con un EP homónimo y una gira en 2018 por los Estados Unidos con entradas agotadas, cada una siguió con lo suyo. Julien Baker, autodeclarada nerd del grupo, se guardó durante dos años en los que se dedicó a terminar la carrera de Letras que había interrumpido a partir del reconocimiento conseguido en 2016 con su primer disco, Sprained Ankle, a los 21 años de edad. Una gema de instrumentación acústica mínima en la que abordó de manera intimista las adicciones al alcohol y los opioides en su adolescencia. Ahí está el video del tema que da nombre al disco, su rostro lleno de moretones mirando a cámara en medio de una sala destruida: “Corredora de maratones/ con esguince de tobillo”, canta sin expresión alguna sobre el final de la canción. “Cuando dejé las drogas comencé a fumar sin parar”, contó. “Después dejé de fumar y empecé a correr cada vez que quería un cigarrillo, que era todo el tiempo. Al final corría tanto que vivía lesionada”.
Nacida en 1995 al igual que Julien (Phoebe es del ‘94) y criada tal como su amiga en un entorno cristiano, Lucy Dacus obtuvo sus primeras armas en la escena punk de su ciudad. “Lo que más me fascina de ella es que no hay un solo grado de afectación en lo que hace”, contó Julien. Su primer disco, No Burden (2016), una brillante colección de canciones en guitarra eléctrica y voz, la convirtió en una de las sensaciones de la escena indie. Labios siempre rojo furioso contra su piel pálida, mirada cansina y melancólica, Lucy suele asegurar que no tiene “ni un look ni un estilo de vida interesante que contar”. A partir de esa idea, en sus entrevistas suele embarcarse en historias de lo más entretenidas sobre cualquier cosa, como cuando llevó a una periodista a conocer el lugar en donde vivió el vampiro de Richmond, su ciudad natal. “Era un hombre de principios del siglo XX que fue visto escapar en llamas de un accidente de tren y se metió corriendo dentro de una tumba en su casa. Vení, vamos a conocerla”. Sus letras van desde autoretratos descarnados a historias relatadas con mirada documentalista, y en 2021 llegaría el disco con el que consiguió el reconocimiento unánime de público y crítica, Home Video, un trabajo conceptual con el que exorcisó fantasmas de su adolescencia.
A diferencia de sus amigas, Phoebe lleva su perfil altísimo y provocador con total naturalidad. “Soy una combinación divertida de odio a mí misma y complejo de divinidad”, bromeó. Su introspectivo debut, Stranger in the Alps (2017), le ganó elogios superlativos por parte de la crítica o colegas como John Mayer, que tuiteó “Es la llegada de una gigante”. La consagración llegó en 2020 con Punisher, el disco que la catapultó a la fama, y su vida personal comenzó a verse reflejada en tabloides a partir de una breve y turbulenta relación con Ryan Adams (acusado de abuso psicológico y emocional cuando ella tenía apenas 20) y sus romances con la actriz Emily Bannon o el protagonista de Aftersun, Paul Mescal. Sus redes suelen ser un festival de espontaneidad sin filtro y fuerte posicionamiento político: el día de la muerte de la reina Isabel la acusó de representar la violencia colonial y la supremacía blanca, y en 2020 escribió: “Felices vacaciones para cualquiera cuya familia haya sido literal o figurativamente destruida por Donald Trump. Y a mis familiares racistas, xenófobos, hipócritas y misóginos, fuck you”. Pero por sobre todo eso está su música, un folk pop mercurial con arreglos contemporáneos y letras que mezclan el diario personal con lo cotidiano en una obra singular que la llevó a colaborar con Fiona Apple, Taylor Swift o los Jesus & Mary Chain.
¡Las Vengadoras!”, exclamó Hayley Williams, cantante de Paramore, cuando se cruzó a las boygenius en una sesión de fotos reciente para una tapa de la Rolling Stone donde las tres amigas -que se conocieron compartiendo escenarios en festivales- homenajearon una producción similar de Nirvana. Los cortes adelanto del nuevo disco, que será editado el próximo 31 de marzo con producción de la australiana Catherine Marks (PJ Harvey, The Killers), navegan entre la estridencia de “$20” (“¡Prestame 20 dólares!”, grita Phoebe una y otra vez sobre el final), la calma confesional con voces entrelazadas en “Emily I’m Sorry” y la melancolía eléctrica de “True Blue”. “Amo a estas mujeres”, contó Phoebe. “La primera vez que escuché un disco de Julien estaba manejando y tuve que estacionar para poder llorar. Las giras a veces se vuelven un poco oscuras, pero con ellas pasa todo lo contrario”. “Nos divierte mucho vernos juntas sobre un escenario”, completó Lucy. “Ese fue el espíritu desde el primer día. Y se sigue sintiendo genial”.