Los azares en medio de la tragedia a veces conceden un respiro vital: el de una bebé sepultada por escombros, aun dentro de la panza de su madre sin vida. Los rescatistas notaron que algo se movía y escarbaron. Entre las piedras brotó la niña que había nacido huérfana y sin ayuda: permanecía alimentada por su madre a través del cordón umbilical, luego de pasar en esa condición sus primeras siete horas de vida en la ciudad de Jindires --noroeste de Siria-- afectada por un terremoto de 7.8 grados. En el derrumbe murió el padre de la bebé --Abdalá Mleihan--, su madre Aafra, la tía y tres hermanas y un hermano”. Al extraerla le cortaron el cordón umbilical, la cubrieron con una manta –estaba entumecida de frío-- y la llevaron a un hospital para colocarla en una incubadora. Pesó 3.175 kilos y su estado es estable.
La fría estadística dice 7.216 muertos en Turquía y 1.782 en Siria al cierre de esta edición. El centro y sureste de Turquía –en la legendaria meseta de Anatolia-- tuvieron los mayores daños. Una de las más afectadas es la dos veces milenaria ciudad de Sanliurfa, donde se derrumbó un edificio de 7 pisos con 53 personas adentro que están siendo buscadas con desesperación. "Todo el mundo tiene miedo", aseguraba en Sanliurfa, Mustafa Koyuncu, un hombre de 55 años que pasó la noche con su mujer y cinco niños en el coche familiar.
Terremoto binacional
En este momento, en los dos países afectados, hay centenares de personas bajo ruinas, acaso miles, que todavía respiran. Como el terremoto fue a las 4.17 a.m. casi toda Turquía y Siria dormían, potenciando el desastre ocurrido muy lejos de Estambul y Damasco. Solo en Turquía se contabilizaron casi 5.000 inmuebles derrumbados.
La zona que tembló en Turquía está habitada por 12 millones de personas, muchas de ellas tratando de huir a otros sectores del país ante la devastación y por miedo a las réplicas: hay miles de edificios dañados que, al menos por ahora, no se pueden habitar. Los ecos del terremoto no son solo una posibilidad: hubo ya uno de 7,4 grados ayer al mediodía. En los hechos, hubo dos terremotos que, siendo de una escala tan grande, es usual que las placas tectónicas se sigan reacomodando con sus correspondientes reberverancías en la superficie terrestre. Hasta ahora se cuentan 435 temblores leves a posteriori.
El duro invierno seguirá hostigando a esas centenares de miles de personas convertidas en homeless de la noche a la mañana, a cada lado de la frontera sirio-turca. Muchos prenden fuego en las calles para calentarse y no se quieren ir hasta saber qué pasó con sus familiares y amigos. Y todos sueñan con sorpresas casi imposibles --aun así factibles-- como la que le salvó la vida a la niña sin nombre nacida en Siria.
Las autoridades turcas habilitaron gimnasios, escuelas y mezquitas para los supervivientes, pero por temor a nuevos sismos, muchos prefirieron pasar la noche al aire libre.
Socorristas de varios países continúan la vertiginosa búsqueda de vida durante la noche bajo lluvia y nieve, acechados por nuevos derrumbes al remover todo. La tasa de sobrevivencia infantil siempre es más alta y en la ciudad turca de Hatay rescataron a otra niña --7 años-- bajo una montaña de escombros: al salir con su pijama rosa lleno de polvo en brazos de un socorrista, preguntó "¿Dónde está mi madre?".
El mundo reacciona
La ayuda internacional está comenzando a llegar a Turquía con socorristas desde Francia y Catar. El presidente estadounidense, Joe Biden, prometió a su par turco, Recep Tayyip Erdogan, "toda la ayuda necesaria, sea la que sea". Un contingente francés pretende llegar hasta Kahramanmaras en el epicentro del terremoto, una región de acceso difícil y sepultada bajo la nieve. También China anunció el envío de ayuda por 5,9 millones de dólares incluyendo equipos especializados en socorro en entornos urbanos, equipos médicos y material de urgencia. Según el presidente turco Erdogan, 45 países ofrecieron ayuda.
En cambio, el llamado del Gobierno de Siria recibió por ahora respuesta de Moscú, su aliado, que prometió equipos de socorro "en las próximas horas", además de 300 militares rusos que ya están en el lugar para ayudar en el rescate. La ONU también reaccionó al llamado sirio, pero insistió en que la ayuda debe llegar a toda la población, incluida aquella que vive en la parte que no está bajo control de Damasco.
Argentina solidaria
La Embajada Argentina en Turquía abrió una línea telefónica especial sobre cuestiones relacionadas con el terremoto para dar información acerca de residentes argentinos afectados: +90 533 017 61 81.
La Agencia Argentina de Cooperación Internacional y Asistencia Humanitaria --Cascos Blancos (Aciah)-- ofreció asistencia humanitaria, según indicó el canciller Santiago Cafiero. El ofrecimiento incluye atención socio-sanitaria, contención psico-social post traumática y personal logístico "con experiencia en manejo de bodegas para donaciones y para el armado de casas Acnur (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) y gestión de campamentos de personas afectadas y albergues". Y se prevé la provisión de pastillas potabilizadoras de agua y desinfectantes. Esta agencia conducida por Sabrina Frederic trabajará con la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios (OCHA) ofreciendo miembros argentinos que se desplegarían "prontamente en el epicentro del desastre para funcionar de apoyo" a las labores de los equipos nacionales e internacionales.
La geología fatal
Irene Pérez, geóloga del Instituto Nacional de Prevención Sísmica, declaró que el terremoto "fue de una magnitud alta, que es la energía que libera. Turquía está inserta en una zona tectónicamente compleja, donde interactúan las placas euroasiática, arábiga y africana. El país está sobre la microplaca de Anatolia. Esta interacción de una placa respecto de otra generó una falla superficial y ahí ocurrió el sismo; Turquía es un país que tiene en su historia varios terremotos que la han ido afectando como el de Izmit, en 1999, que dejó 17 mil muertos". Pérez agregó que estos fenómenos no se pueden predecir y lo único que se puede hacer es mejorar las condiciones de construcción: "lo que sí podés saber es que van a suceder una serie de réplicas posteriores al evento principal, como sucedió en este caso; a mayor magnitud, se pueden esperar réplicas durante mayores períodos, que pueden ser hasta un año después".
Según especialistas turcos, la línea de fractura donde se produjo el movimiento sísmico estuvo relativamente tranquila en los últimos tiempos, pero esta relativa quietud fue la que produjo la mayor potencia del sismo porque la energía se fue acumulando sin liberarse. El epicentro estuvo cerca de la ciudad de Gaziantep, muy afectada.
Los métodos de construcción en las zonas turca y siria afectadas no eran adecuados para un área proclive a sismos. Según Pablo Milana, doctor en ciencias geológicas, "la construcción sismorresistente se diferencia por el uso de hierro en las columnas y por el encadenado de los hierros que funciona como una jaula. Además hay nuevos tipos de concreto, se avanzó mucho".
Los geólogos no consideran "extraño" el doblete del terremoto de Turquía: hubo una réplica casi tan alta como la del terremoto principal, afectando una superficie de 200 kilómetro de largo por 30 de ancho. El geólogo Antonio Aretxabala explicó que la poca profundidad a la que se generó el terremoto agravó los daños. Pero considera "una barbaridad" que el terremoto alcanzara un valor de 2 g, es decir, dos veces la aceleración de la gravedad, unas cifras a las que "no llegan ni los astronautas cuando suben a la nave". Según Gustavo Federico Ortiz, geólogo de la Universidad Nacional de San Juan --consultado por Página/12-- esta aceleración es entendible a partir del ejemplo de una persona en un ascensor: según la fuerza de la polea, el tirón hacia arriba será más fuerte y el ascenso más veloz, lo cual aumenta el peso relativo de la persona. Lo que pasó en este terremoto es que el tirón hacia arriba que sufrieron los edificios --empujados desde abajo-- fue muy fuerte, muy veloz.
No hay edificio que soporte
En opinión de Aretxabala, "no hay edificio que soporte ese nivel,
se podrían hacer construcciones que lo resistieran, pero tendrían un precio muy
elevado". A su juicio, sí se puede producir otro terremoto de este
calibre a corto plazo en el mismo lugar porque "hay muchas fallas y es una
zona con potencial para generarlos".
Ante esta catástrofe, el Gobierno turco del presidente Recep Tayyip Erdogan ha declarado tres meses de estado de emergencia en las diez provincias afectadas. Hay 60.000 personas trabajando en tareas de rescate y desescombro, con un dispositivo de cien aviones y helicópteros. El frío perjudica las posibilidades de supervivencia pero con tanta gente sepultada, la probabilistica matemática sugiere que habrá nuevos "milagros" de supervivencia.