La fuerte suba dólar despierta nerviosismo. Afecta no sólo a aquellos que operan directamente con la divisa norteamericana, como exportadores, importadores y turistas, sino que su impacto se expande por el factor miedo en el resto de la sociedad, basado en la experiencia histórica. PáginaI12 consultó a varios economistas acerca del movimiento cambiario de los últimos dos meses. Hay coincidencia en que la devaluación representa un “dejar hacer” por parte del Banco Central, que cuenta con recursos, a partir de la toma de deuda externa, para frenar la divisa. La estrategia de la autoridad monetaria encierra peligros porque el dólar impacta sobre la inflación (ver aparte) y obliga a ofrecer más tasa de interés, que profundiza la recesión.
Marina Dal Poggetto, economista del Estudio Bein, explicó a este diario que “existe una muy fuerte demanda minorista de dólares para atesoramiento y turismo que es abastecida a través del esquema de financiamiento externo del fisco y por la toma de deuda de parte de empresas y de las provincias. Hay una presión grande por el lado del turismo, del orden de los 5000 millones de dólares al año. En cuanto al atesoramiento, se supone que una parte vuelve al sistema a través de depósitos y a través de la compra de Letes del Tesoro”.
“En el primer semestre, la puja derivó en una apreciación cambiaria. Pero esa relación de fuerzas se fue corriendo. Está claro que si tanto el Tesoro como el Banco Central quisieran poner techo al dólar, se lo hubieran puesto. Es decir, la política convalidó la suba del dólar. Hoy el Gobierno puede poner el tipo de cambio donde quiera. La contra de la suba del dólar es el traslado a precios, mientras que a favor se puede destacar una mejora de la competitividad. Desde el lado de las cuentas fiscales, la devaluación genera una mejora inmediata de recaudación, pero impacta sobre la transferencia de subsidios, porque los costos son en dólares”, agregó la economista. Según el Estudio Bein, la inflación de julio terminará en el 2 por ciento “o algo por encima del 2 por ciento”.
Para el ex viceministro de Economía y actual director de la consultora PxQ, Emmanuel Alvarez Agis, “el BCRA aprovecha los saltos del dólar para dejar la cotización más arriba. En la jornada de ayer, no dejó en claro cuál es el nuevo piso ni el nuevo techo”. “Desde el lado de la demanda de dólares, hay un fuerte aumento por cuestiones preelectorales, mientras que en este contexto de desregulación los bancos también ejercen mucha presión. Hay un tercer factor: se disparó el mercado de futuros, y ahí el BCRA no puede intervenir a la luz de la judicialización que impuso el juez Claudio Bonadio. Hoy en la Argentina no se sabe si es legal o ilegal parar una corrida cambiaria a través de la operación con futuros”, agregó.
Para Alvarez Agis, “el BCRA declara ser no intervencionista. Pero en realidad interviene, porque deja que el mercado corra al dólar y después evita que baje, es decir, establece un nuevo piso. Ahora intentó hacer lo mismo pero el mercado está mucho más demandado. Es un cóctel peligroso por el tema inflacionario y porque también introduce un factor de incertidumbre altísimo. Hay un sector que ve en la suba del dólar una mejora de la competitividad, pero no acusan recibo de lo que pasó en 2016. Es el cuento de la buena pipa. Y en rueda de licitación de Lebac, los bancos le hacen la boba porque presionan sobre el dólar para que el BCRA suba la tasa. Es un esquema del cual no podes salir por ningún lado”.
Ariel Geandet, economista del equipo de Florencio Randazzo, evaluó que “no es verdad que en la Argentina el Banco Central no interviene en el mercado cambiario. Cuando tuvieron que frenarlo a la baja y a la suba, lo hicieron. Creemos que en un contexto eleccionario, el Gobierno apela a una estrategia de miedo y deja correr el tipo de cambio. No hay ningún flujo hoy que justifique a nivel estructural un camino de alza en donde el regulador –el BCRA– no puede manejar al dólar. Es decir, el BCRA cuenta con poder de fuego para controlar el tipo de cambio, ya que el agro todavía tiene liquidación pendiente y hay mucha deuda que el Gobierno adelantó en el primer semestre, con lo cual tiene cuentas en dólares en los bancos públicos que podría estar usando en mayor medida”. “También está claro que el Banco Central tiene que convencer a través de una tasa de interés cada vez más alta a los que compraron títulos para hacer la bicicleta financiera. Esto profundiza los problemas macroeconómicos. En 2016, la deuda financió la baja de impuesto a los ricos. En 2017, las colocaciones externas está financiando la fuga de capitales”, agrega.
Por su parte, Rodrigo Alvarez, director de la consultora Analytica, anticipó que puso en revisión sus proyecciones cambiarias. “Estamos evaluándolo. Por ahora estamos en 18,40 pesos para fin de año, pero no descarto subirla a un rango de 18,50 a 19 pesos. Lógicamente, esto implica revisar nuestra proyección de inflación también”.