Uno arrancó haciendo cine sobre la belleza y la fama, con chicas hermosas y música elegante. El otro, cine sobre la violencia y la crueldad, con zombies putrefactos y rock podrido. Leo Damario y Marcelo Leguiza eligieron skins bien distintos para comenzar sus caminos, pero tienen muchísimo en común. Y es lo que van a poner en tensión este viernes a las 19.30 en el bar del Centro Cultural Caras & Caretas, en Venezuela 330, en una charla presentada por el NO.
En ambos casos hacen un cine de algún modo "terrotorial", que se planta con una idea y que sobre todo disputa el espacio cultural, ese espacio del cine independiente argentino en el Siglo XXI. Se lo disputa al cine cheto careta, pero también al cine indie embole, y al cine oscarizable solemne. Con la herramienta que sea --hachas chorreando sangre, terror psicológico vía fármacos, cigarros con marcas de labial-- cuentan historias distintas a las habituales, y de modos diferentes.
Por momentos más o menos apegados a la agenda de la realidad, más o menos interesados en los "grandes" temas de conversación, y ya sea por mambo o por morbo se enfrentan a todo lo que quiere abrazar el cine (la belleza, el ritmo, el arco) pero para hacerlo mierda, para dejarlo con el corazón roto por la diosa que se va o con la rodilla comida por la zombi que se fue. Hay rock, hay porro y hay aventura en sus películas. Ambos también hicieron videoclips. Son de la misma generación y comparten origen conurbano. ¿Y qué más? Un montón más. Vení, es gratis. O conectate acá para verla en vivo este viernes 10 a las 19.30.
Marcelo Leguiza y Leo Damario aparecieron en el NO varias veces cada uno, siempre por sus películas o series. Marcelo en general como parte de Mutazion, el colectivo de cine punk y mutante. Y Leo en las suyas, aunque siempre a mano de alguna reina o algún campeón. A lo largo de más de una década, a veces montados a la misma idea y en otras ocasiones en veredas enfrentadas, gotearon cine con su firma, y dejaron por acá destellos de otra forma de hacer cine. Una nueva anormalidad en el cine de autor.
A Leo Damario lo fuimos a buscar por primera vez en junio de 2011. Estaba por presentar Privado, su documental arte sobre Babasónicos, en Ciudad Emergente. A esa altura, ya había hecho debutar en cine a Emma Horvilleur, había convertido a Lolo Fuentes (ex Miranda!) en actor porno y estaba por sacar Olympia, su primera película, con un despelote de belleza femenil y música de Ale Sergi. Estaba entrando con toda a la escena: "Quiero ver otro tipo de cine. El indie, tanto en cine como en el rock, está dominado por chicos ricos", sacaba pecho. Un año después, con la peli ya estrenada, volvimos a por Leo para una producción sobre nuevo cine donde también presentábamos a Mutazion.
Para esa nota caímos al búnker de Mutazion. Faltaba poco para que sacaran Sonríe, una incursión en el cine snuff que completaba su catálogo de cine punk mutante junto a Mutazombie (de zombies), Mocosis (de aventura/acción) y Marihuana Radioactiva Interplanetaria (de comedia/flash). Marcelo Leguiza era algo así como el compositor de esta banda que no hacía rock sino películas. "Me parece que la industria del cine, las universidades y el Incaa no saben que existimos", consideraba por entonces el director. Y eso que llevaban haciendo cosas desde 1998.
En 2017, Damario y Leguiza volvieron a las páginas del NO. "Páginas", sí: todavía era impreso. Marcelo, con Mutazion, estaba trabajando en una película sobre "la reputísima vida misma": la de Cazador, el grandote puteador y putañero que fue héroe friki en los '90. "El público de Cazador es el de una banda de rock", comparaba. Y la filmación funcionaba como un festivalito: "Por jornada estamos teniendo, incluyendo técnicos, más de setenta personas", ilustraba Marcelo, que para entonces también había redondeado la postapocalípticas fantásticas KV62: tiempo come tiempo y Reencarna: perros, karma y balas, alejándose de la clase B con prótesis sangrientas y adentrándose en "monstruos" y "traumas" menos evidentes.
Leo, como "solista", tenía para ofrecer Resentimental, su primera película ATP, filmada con la misma cámara que Birdman, pero con un elenco localista con Alejandro Awada, Lucila Polak, Brenda Gandini, Diego Ramos y más. "Es una película ridícula todo el tiempo, eso me divierte. Hice psicodelia con la high class", nos dijo. También se había acomodado como director de videoclips top y venía de trabajar con Andrés Calamaro en la ópera rock basada en Bohemio.
De algún modo, en esos cinco años los dos habían penetrado un poco en el mainstream y se empezaban a hacer lugar para contar sus historias. A Leguiza, o a Mutazion en verdad, volvimos una vez más, a fines de 2019, cuando sacaron la primera serie latinoamericana de terror grabada para realidad virtual, Sonríe 360º, un desprendimiento de su película de 2012 (ambas realizadas con apoyo del Incaa). "Hoy está bueno hacer películas para cine pero también contenido transmedia, que es lo que nos sirvió con Sonríe. De un millón de personas, setecientas mil la vieron completa, y es un numerazo para una película argentina. Es más que el promedio de cualquiera que se estrena hoy en sala", comentaba Marcelo.
Y también Damario tuvo la tercera: en octubre de 2020, con la pandemia en eterno ida y vuelta, después de sacar Victoria, una serie de súper acción concebida en cuarentena, que recuperaba a la actriz, modelo y conductora Ceci Peckaitis como una heroína de traje negro que ajusticiaba tipos malos. "Los héroes locales son todos hombres: el Eternauta, Patoruzú, Hijitus. Pero Victoria es una violencia plástica, como una editorial de Vogue. No es Rambo, es Los Vengadores. Trabajé las escenas de acción como en otras de mis películas trabajé el erotismo; desde un lugar estético, fotográfico", concluía Leo.
Desde múltiples lugares, ocupándolos con rostros hegemónicos o demoníacos, con terror físico, mental o emocional, Leo Damario y Marcelo Leguiza vienen bajando su data, implantando sus ideas. De hecho, Marcelo está por estrenar Cielo Rojo, su nueva película con Mutazion, que también marca la evolución de un director que arrancó en la clase B pero se fue clase mundial, repasando los diversos géneros del cine fantástico, de aventuras y de acción.
Igual, la cosa no termina ni terminará ahí. Los dos siguen haciendo películas, series, clips. Y, mientras tanto, mañana continuarán su conversación sin fin con el NO, ahora en vivo en el bar del Centro Cultural Caras y Caretas.