Hace días que hablar de la menstruación se tornó un debate público en los medios de comunicación a raíz de lo ocurrido en un programa televisivo con la modelo Sofía "Jujuy" Jiménez. Una mancha de sangre en el pantalón de la modelo permitió visibilizar que la gestión menstrual no es accesible para todas las personas menstruantes, porque los productos que se usan, toallitas, tampones, analgésicos, tienen costos elevados y no se consideran de primera necesidad. 

Esta desigualdad generó un debate que intentó ser visibilizado en la ciudad de Salta a través de la banca de la concejala Malvina Gareca, también coordinadora de Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), quien el año pasado logró la aprobación del Programa de Salud y Gestión Menstrual Integral para la capital salteña, iniciativa que también ingresó a la Legislatura provincial. 

El programa tiene por objeto establecer un régimen de provisión de productos de gestión menstrual y garantizar la promoción de la salud menstrual, con el fin de visibilizarla como una cuestión de interés público. Según el proyecto, esto permitirá garantizar como derecho el acceso efectivo, de manera gratuita e irrestricta, a estos productos para quienes se encuentren en situación de vulnerabilidad socioeconómica. 

Para Gareca, la menstruación como una temática abordada desde el Estado aún carece de atención y desarrollo en políticas públicas. "La gestión del proceso de menstruación es tan complicada cuando no tenemos los recursos para hacerlo", subrayó. Esta afirmación se sostiene en un último informe elaborado por el Observatorio de MuMaLá, que dio a conocer que de 2021 a 2022 los productos de gestión menstrual aumentaron un 41% en la ciudad de Salta. 

Hasta junio del año pasado una persona menstruante necesitaba $829,17 por mes para acceder a los elementos que componen una canasta básica, compuesta por tres paquetes de 8 unidades de toallitas femeninas marca Lady Soft; protectores diarios marca Carefree por 20 unidades; tampones O.b. por 8 unidades, y dos unidades de Ibuprofeno. 

El informe también develó que debido a la crisis socioeconómica, 6 de cada 10 mujeres de barrios y villas populares de la ciudad dejaron de comprar productos de gestión menstrual para comprar alimentos. Por tal razón, Gareca insistió en que la aprobación del programa de gestión menstrual en la ciudad permitiría  proveer de esos elementos a personas menstruantes que se encuentran en situación de vulnerabilidad socioeconómica en la capital provincial. Tras lograr el visto bueno de sus pares, la edila busca que lo mismo ocurra este año en la Legislatura salteña. 

"Lo bueno es que el programa en la ciudad de Salta ya cuenta con una partida asignada, lo que nos permitirá hacer un seguimiento del proyecto", contó a Salta/12. De acuerdo al trabajo territorial que realizan sobre el tema en diferentes barrios, la concejala relató que en varias familias existen más de dos personas menstruantes, lo que representa un mayor valor de un gasto fijo por mes. Por esta razón, Gareca insiste en que estos productos sean reconocidos como de primera necesidad, sobre todo si se tiene en cuenta que una persona puede menstruar aproximadamente por 40 años. 

Si bien la capital salteña ya cuenta con el programa de gestión menstrual, previamente se venía desarrollando un trabajo territorial desde MuMaLá y Libres del Sur que consistía en la entrega de productos en diferentes barrios. Ese es el caso de Selva Quipildor, quien vive en Solís Pizarro y junto a 20 mujeres del barrio emprenden la recolección de donaciones de productos y los entregan a familias. 

"Lo hacemos porque hoy por hoy las familias no cuentan con la plata para hacerlo", sostuvo a Salta/12. Agregó: "el ciclo menstrual es un presupuesto y las familias no cuentan con ese dinero porque apenas les alcanza para comer. Resulta difícil comprar los productos en familias donde hay hasta 5 mujeres. Entonces es una situación crítica". 

Relató que una de las situaciones más repetidas en las familias es que, ante la imposibilidad de comprar los artículos, "se decidía que las niñas no vayan a la escuela (cuando estaban menstruando) porque ese día no tenían esos productos". Eso fue uno de los motivos principales por lo que se inició y sostuvo la campaña de insumos, la cual "resultó de mucha ayuda". "La gestión menstrual es una necesidad básica y el período ocurre todos los meses", sostuvo. 

Por alternativas

Gareca dijo que visibilizar la menstruación también es hablar de las problemáticas de salud que surgen de ella y que se vinculan con dimensiones físicas, psicológicas, sociales, económicas y ambientales. En ese sentido, sostuvo que "hay que trabajar con la cuestión ambiental para garantizar una gestión menstrual alternativa" y de menor costo económico. 

En ese sentido, dijo que junto a la recolección de insumos también articularon con una cooperativa de mujeres que elabora toallitas de tela, cuyas integrantes brindan talleres donde muestran el proceso desde su elaboración. Liliana Fer, una de sus integrantes, contó a Salta/12 que desde 2017 vienen trabajando con distintos relevamientos de datos dentro del Observatorio de MuMaLá, donde analizaron los costos al momento de menstruar. 

Talleres colectivos de elaboración de toallitas ecológicas.

"Los productos tienen un 21% de IVA cuando son productos de primera necesidad", manifestó Liliana a Salta/12. "Es un presupuesto cuando menstruás desde los 10 a los 50 años, alrededor de 3 a 7 días al mes", subrayó, y aseguró que los productos deben ser de primera necesidad porque existe una relación directa con la salud de las mujeres y las personas menstruantes, dado que también menstrúan varones trans o intersex que tienen la capacidad de hacerlo. 

Además, dijo que analizaron de qué estaban compuestos los productos, que en su mayoría son descartables, como las toallitas. "El algodón que se usa en Argentina está regado con glisofato", ejemplificó. Aseguró que también se veía una desinformación a la hora de utilizar las toallitas, ya que no se tiene en cuenta que debe renovarse cada 4 horas para que no se produzcan infecciones, irritaciones o malos olores. 

"Empezamos a indagar otros métodos y a pensar en cómo podíamos fomentar la utilización de otros productos que reduzcan el impacto ambiental, económico y de salud", relató. Junto a otras mujeres vieron que una alternativa era la fabricación de toallitas ecológicas. "Vimos todas esas ventajas y decidimos ir con esa idea. Dimos un par de talleres donde mostrábamos que utilizábamos una tela impermeable y que era respirable" para el cuerpo, contó. 

Eso llevó a que desde 2019 se conforme la cooperativa Ekate, empezando a diseñar las toallitas. Lamentablemente, tuvieron que parar en 2020 por la pandemia de covid-19, pero en 2021 decidieron retomar el proceso y actualmente se encuentran en un periodo de reorganización.