A pesar de un contexto macroeconómico que ya hace rato es incierto por la insuficiencia de dólares y la situación inflacionaria y en medio fuertes crisis políticas al interior de la coalición de gobierno, la inversión productiva representó el 22 por ciento del PIB en el tercer trimestre del 2022, último dato disponible, con lo cual está en niveles máximos desde 2017-18. 

De acuerdo a las estimaciones de la consultora Ecolatina, la inversión creció el año pasado a una tasa del 12 por ciento anual, muy por encima de la mejora promedio de la economía, que se calcula en el 5,7 por ciento. En el mismo sentido, la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca Bocco, aseguró que el país cuenta con la tasa de inversión en términos del PIB, más alta desde 1993.

¿A qué se debe este boom inversor? ¿cuánto incide la situación de salarios muy bajos, que implica altas ganancias pero que también pone techo al consumo en el mercado interno? ¿qué tan sostenible es en medio de un año con fuerte incertidumbre económica en medio de un escenario electoral?

Al detalle

El informe de Ecolatina explica que la construcción, que forma parte del universo inversor de acuerdo a la contabilidad que lleva adelante el Indec, si bien tuvo un año positivo, no fue el primer impulso. Se estima que hasta noviembre, la construcción creció un 4,8 por ciento acumulado, por debajo del avance de la inversión.

La construcción se vio beneficiada por una elevada brecha cambiaria, que genera incentivos extras a volcar pesos excedentes al sector. Además, los gastos de capital del sector público crecieron el año pasado, a diferencia de otras erogaciones. También el desarrollo de Vaca Muerta impulsó al sector de la construcción. Sin embargo, en los últimos meses el impulso en el sector se perdió por la mayor contracción de la obra pública y el encarecimiento relativo de los costos de la construcción frente a los precios de los inmuebles, junto al deterioro del salario.

Uno de los grandes móviles de la inversión fue la adquisición de maquinaria y equipo, particularmente del segmento importado. Mediante esas operaciones, los empresarios buscan aprovechar la brecha cambiaria, en un contexto de crecimiento de la demanda. De todas maneras, esas operaciones se enfriaron en el último trimestre a causa de las mayores restricciones a las importaciones, lo cual también permitió un nuevo impulso sobre el segmento nacional de maquinaria y equipo.

"Maquinaria y equipo ganó peso en la inversión general por sobre construcciones y representó un máximo histórico desde 2004. Además, también existió un incremento de la proporción de importados, del 58 por ciento al 62 por ciento sobre nacionales en el último año", indica el trabajo de Ecolatina.

En resumen, lo que a priori es un desaliento al impulso inversor, como la brecha cambiaria, terminó funcionando como un impulso a la inversión, particularmente en equipos importados y en la construcción durante los primeros meses del año pasado.

Sin embargo, el cepo cambiario impacta muy negativamente en la Inversión Extranjera Directa (IED), en donde la reinversión de utilidades como opción alternativa se vuelve más atractiva, aunque el componente tecnológicamente más relevante que suele venir de nuevos desembolsos desde el exterior, esté frenado. Para Ecolatina, la tendencia a la desaceleración del cuarto trimestre continuaría este año, a la par de un crecimiento general más moderado y en medio de fuertes restricciones para el acceso a las divisas.