El solo trascendido de que existía un proyecto para empezar a discutir la repitencia, la evaluación y las condiciones de aprobación de materias en el secundario desató el debate entre el ministro de Educación bonaerense, Alberto Sileoni, y dirigentes de la oposición que lo convirtieron en un nuevo tema de campaña en este caliente 2023. Sileoni se prestó a un reportaje con Buenos Aires/12.
—¿Es mala la escuela secundaria tal como está hoy?
—No hay mucha más perspectivas nuevas con el tipo de educación secundaria que tenemos. Como sociedad lo tenemos que cambiar. Tiene importancia respetar el tiempo. Cuando vemos que hay un alumno que va más lento, ahí la docente lo tiene que ayudar. Esa es la condición esencial de lo que significa educar. No el punitivismo de una repitencia. Que además está probado que repetir no mejora el aprendizaje, está probado que repitiendo el año no se aprende más.
—¿Cuáles son entonces los principales problemas que acarrea el secundario?
—Los principales problemas están en el aprendizaje. Hay que mejorarlos en todo el sistema educativo. Fortalecer la posibilidad de que los alumnos se sostengan en la escuela. El 95 por ciento que tiene que empezar el secundario, lo empieza. Pero en el secundario superior, donde están los más grandes, hay más abandono. Buena parte de sus causas tiene que ver con las condiciones sociales y también con el rendimiento. La frustración de no avanzar, de no poder prepararse para los exámenes, y por eso creemos que ahí tiene que estar el Estado.
—Se conoció un proyecto que iba a ser tratado por el Consejo General de Educación sobre la modificación en el Régimen Académico de la escuela secundaria, pero al final eso no sucedió, ¿Se dio marcha atrás?
—No dimos marcha atrás porque no era un tema para aplicar en 2023, sino que era algo a trabajar hacia el año que viene. Nosotros proponemos seguir discutiendo. Que quede claro que no hay marcha atrás porque aquello que tomó estado público no pensábamos implementarlo este año. La verdad es que venimos dando la discusión sobre estos temas hace tiempo en los canales institucionales y otros lo terminaron llevando a los canales de televisión.
—El primer gran debate se dio alrededor del concepto de repitencia, que usted mencionaba. ¿Es importante que la posibilidad de repetir la totalidad de un año lectivo deje de ser una opción en la educación secundaria?
—La repitencia tiene 120 años en el sistema educativo. En ese siglo cambió la sociedad, el mundo, las relaciones personales, y parece que esa matriz de la repitencia si o la repitencia no, no se puede modificar. Lo real es que perdimos otra oportunidad de discutir esto con la profundidad que se debe.
—¿Por qué?
—Porque los argumentos que ha usado la oposición son muy endebles. Aquello de que buscamos chicos ignorantes o estudiantes que sepan menos, nos parece a esta altura un insulto a la inteligencia. Quisiéramos discutir con un nivel más alto, con mayor vigor intelectual. Eso de que se hacen medidas para producir ignorantes ya tiene tanto vacío como concepto que merece ser mejorado.
—¿Qué indica que habría que evitar repetir el año?
—Vamos a las escuelas, las familias, los alumnos, los docentes. Hay una gran coincidencia en que debe ser modificada la educación secundaria. De cada cien chicos que la comienzan, terminan en tiempo y forma sólo sesenta. Veinte la terminan más tarde, o terminan en la educación de adultos, y hay veinte que se van de la escuela. Allí hay una secuencia, sobre todo para los sectores pobres, con la repitencia. Y la segunda repitencia tiene destino del abandono. Por eso propusimos este camino. Formamos parte del mismo gobierno que con Néstor y Cristina Kirchner hizo obligatoria la educación secundaria en la Nación con la ley del 2006. Entonces nos preguntamos que propuso el macrismo y el vidalismo entre 2016 y 2019 y qué marcas significativas dejan en la escuela. La respuesta es que ninguna. Es la oposición por la oposición.
—¿Están dadas las condiciones para llevar adelante este proyecto en las escuelas?
—Todo iba de la mano de una inversión de 7 mil millones de pesos, con tutores, con acompañamiento a la trayectoria educativa de los estudiantes, jornadas de convivencia. Iba de la mano de asistencia más rigurosa, así que no hay nada de facilismo. La síntesis de esto sería es más esfuerzo para los chicos porque los que tienen dificultades tienen que esforzarse más. Tienen que tener más tiempo en la escuela, van a contraturno, van los sábados, porque así refuerzan las materias en las que andan mal. Es más esfuerzo con el Estado al lado acompañándote.
—El segundo debate de la jornada fue sobre las materias que pueden quedar previas. Hoy el límite es dos y según el proyecto que se conoció daba la posibilidad de 16 materias previas. ¿Cuál sería el beneficio de este cambio?
—No hay posibilidad de que te lleves el título del secundario sin aprobar las materias. No es lo mismo, pero estábamos proponiendo algo parecido a una trayectoria universitaria. No repetís en la universidad. Pero está claro que los chicos del secundario tienen menos autonomía que los universitarios, porque necesitan más ordenamiento, porque aún no tienen la madurez de alguien que está en la Universidad. Para ese ordenamiento pensamos en profesores, un equipo de orientación, que te acompañe, que te diga si no venís bien y te aconseje. Hay ahí un estudiante más mirado, más acompañado, entonces vas avanzando en tu carrera. Esto no es un invento nuestro, tiene muchos años.
—¿Hay experiencias que sugieran buenos resultados al respecto?
— Por supuesto. Viene pasando en el mundo hace muchísimos años. Pasa en la Argentina, dónde provincias como en Chaco y Santa Fe. Sucede que no quieren discutir y sólo buscan poner palos en la rueda. Creemos que a los chicos hay que reconocerles los logros, que las materias aprobadas no deben recursarse.
—¿Por qué cree que son sólo palos en la rueda?
—Muchos de los argumentos de buena parte de la derecha es que no están de acuerdo con la repitencia, pero no hicieron nada. Es muy paradojal que los que nada hicieron prescriben como tenés que seguir. El vidalismo en la provincia de Buenos Aires no ha dejado una sola satisfacción en materia educativa. Ha perdido presupuesto, no ha invertido, ha destruido el salario de los docentes, no construyó escuelas, cerro 33 jardines rurales, dejó 200 obras sin terminar que habíamos iniciado en 2015. No propusieron nada, y ahora que proponemos algo serio que puede ser discutido, se oponen.
—¿Cómo es el rol de los docentes en todo esto?
—Fundamental. Hemos hablado con miles de directores. Hemos consultado a chicos también. Vamos a seguir con este trabajo. La semana viene vuelven los docentes a las escuelas. Vamos a mandar un comunicado para llevar tranquilidad y decirles que estén tranquilos porque transmitieron la idea de que en marzo la escuela va a estar patas para arriba. Necesitamos una escuela tranquila. Vamos a empezar las clases normalmente el 1 de marzo por cuarto año consecutivo. Son todos elementos de la gestión de Axel Kicillof que son nuevos. La provincia tenía mucha zozobra en cada inicio de clases.
—¿Cuál es el trabajo que menciona que va a seguir?
—Este año que pasó hemos cambiado la educación inicial. La educación primaria en la provincia está dando un vuelco enorme a partir del trabajo conjunto con Nación y el incremento de las horas diarias. Hemos cambiado la educación superior y la educación de adultos. En ese marco pensábamos que también había que modificar la educación secundaria. Venimos todo el año trabajando. Tenemos 4.600 escuelas secundarias en la provincia, tenemos 1.700.000 estudiantes, hicimos reuniones con 3.600 directores y directoras de escuelas secundarias públicas.
—Teniendo en cuenta que usted fue ministro a nivel nacional y ahora lo es en la provincia, ¿hay algún problema específico que se evidencie en la Provincia?
—No tiene ningún problema específico. Sí la complejidad de una provincia que tiene 5.200.000 millones de estudiantes. Junto con San Pablo es el sistema educativo más grande de Latinoamérica. Eso sí es una complejidad, por el número y las condiciones sociales. La pobreza es un obstáculo educativo. Estamos trabajando mucho eso. No problemas, sino circunstancias que hacen más ardua la tarea de organizar un sistema educativo. Pero la provincia tiene una tradición pedagógica importante. La provincia tuvo una ley de Educación Gratuita antes de la Ley N° 1420. La provincia de Buenos Aires fue pionera en educación inicial, en educación superior. Tiene una riqueza pedagógica, geográfica y cultural muy importante. Simplemente es un sistema educativo muy grande. Nosotros tenemos los 5.200.000 millones y la que sigue es Córdoba con 900 mil alumnos. Pero hay mucho empuje, ganas de salir adelante y mucha identidad bonaerense.
—Más allá de todo lo expuesto, ¿considera posible retomar el diálogo para hacer las reformas que considera necesaria en la educación secundaria?
—Siempre apuesto a que sí. Somos personas de dialogo. Quizás este año con la complejidad electoral sea un año donde la discusión sea más difícil. Pero sí, vamos a apostar. Estamos sugiriendo al Consejo General de Educación, que es el órgano que aprueba en la provincia de Buenos Aires los programas, seguir discutiendo. Nosotros vamos a seguir avanzando este año con el tema de la asistencia, los tutores en la escuela. Tenemos una agenda muy nutrida que no vamos a dejar de llevar adelante.