Cada 11 de febrero se celebra el día internacional de la mujer y la niña en la ciencia con el objetivo de promover su acceso y participación plena y equitativa, en pos de la igualdad y la lucha contra la brecha de género. En Santa Fe el 58% de los científicos son mujeres pero tienen ingresos inferiores a los varones y dedican más tiempo que ellos a los trabajos domésticos y de cuidado. Los datos provienen del Instituto de Investigaciones Económicas de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la UNR donde un equipo multidisciplinario desarrolló indicadores para medir las desigualdades de género en el sistema científico y tecnológico santafesino. Como fuente utilizaron la Encuesta de Usos del Tiempo y Brechas de Género realizada en 2019 a investigadores de la Universidad Nacional de Rosario, Universidad Nacional del Litoral, Universidad Tecnológica Nacional y de los Institutos Conicet, INTA e INTI.

Del análisis se desprende que el sistema se encuentra feminizado, ya que por cada investigador varón hay 1,2 investigadoras mujeres, pero están concentradas en determinadas áreas de estudio como las del cuidado, salud, docencia y ciencias sociales, según explica Agustina Barman que integra el equipo e investigadores.

Teniendo en cuenta el índice de paridad de género (IPG) que se calcula dividiendo el número de investigadoras entre el número de investigadores, surge que las más feminizadas son las Ciencias Sociales y Humanidades con un IPG de 2,43 y las Ciencias Biológicas y de la Salud con un IPG de 1,62. Como contrapartida, aquellas áreas con menor participación femenina son las Ciencias Exactas y Naturales con un IPG de 0,80 y las Ciencias Agrarias, de Ingeniería y de Materiales con un IPG de 0,87.

Pobreza de tiempo

En las trayectorias de las mujeres científicas influyen diversos factores como por ejemplo, el trabajo doméstico no remunerado en el interior de los hogares, las tareas de cuidados hacia menores o adultos dependientes, por enumerar las más importantes.

El estudio del “uso del tiempo” permitió calcular lo dedicado a las tareas domésticas no remuneradas y el tiempo disponible para el cuidado personal y el ocio. Se observó que las mujeres enfrentan una jornada laboral un 10,34% mayor que los varones, siendo el 32% de esa jornada no remunerada. En cambio, para ellos el trabajo no remunerado representa el 25% del trabajo total. Además, el tiempo que las mujeres destinan al trabajo doméstico se incrementa un 10,74% cuando hay presencia de hijos.

Esta información surge de los “diarios de actividades” en los que se registra todo lo que hizo una persona el día anterior, en bloques de media hora. “El trabajo del encuestador consiste en recabar la mayor información posible con indicadores que parten de una perspectiva de género para poder captar fenómenos tales como la simultaneidad de tareas en un mismo momento”, afirma la investigadora Lucía Andreozzi.

Del análisis se desprende primeramente el incumplimiento del “principio de neutralidad” que se presume en el medio académico-científico. Este hace referencia a la no distinción de géneros, donde tanto mujeres como varones tienen idéntica remuneración por igual tarea, generalmente publicadas en planillas y bajo regulación normativa, donde se parte de situaciones similares al inicio de sus carreras científicas ya que tanto varones como mujeres tienen títulos académicos que los habilitan y no existiría ninguna barrera formal para la proyección de sus carreras, según explican las profesionales de la UNR.

Otra cuestión que visibiliza este estudio es que la estructura familiar influiría en la trayectoria laboral de las mujeres, amplificando las desigualdades de género y afectando directamente su calidad de vida. De esta manera, la condición de género es un factor que influye significativamente en las trayectorias profesionales.

Del total de mujeres encuestadas, el 21,8% es pobre de tiempo, mientras que ese porcentaje es del 19,6% para los varones. Cabe destacar que estos resultados se dan en un marco donde los tiempos dedicados al trabajo remunerado son relativamente similares para ambos géneros, lo que permite hablar, más que de una división sexual del trabajo, de una doble jornada laboral más extensa para las mujeres.

Las investigadoras subrayan que estos indicadores son similares en México, Uruguay y España con lo cual los usos del tiempo y la distribución desigual “es una problemática transversal a los países, al género y a la población de científicos”.

Todos los datos fueron complementados con entrevistas en profundidad que dieron cuenta del impacto subjetivo. “Las científicas necesitaban hablar, querían hacerlo”, dicen. De allí surgieron temas como la postergación de la maternidad en pos de la continuación de los estudios de posgrado o al revés y la mirada social frente a la ambición académica. Asimismo, se desarrollaron debates en torno a las políticas de cuidado y si deberían hacerse cargo de las mismas las familias o el Estado.

Todos estos factores que inciden en las carreras de las mujeres científicas se relacionan directamente con los ingresos que perciben. De acuerdo a la investigación realizada, los ingresos de los varones son un 8% superiores a los de las mujeres en los institutos y un 26% en la Universidad.

 

El equipo del Instituto de Investigaciones Económicas de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la UNR está conformado por Lucía Andreozzi, Guillermo Peinado, Patricia Giustiniani, Miriam Geli, Agustina Barman, Ivana Márquez y Agustina De Stefano Parma.