Casi 45 años después, Daniel Passarella volverá a sentirse campeón mundial ante una multitud. Lo que no sabe es el costo que pagará por revivir su etapa de gloria deportiva. Cómo será la bienvenida después de su anunciada presencia en River. Este hombre duro, polémico, despierta pasiones exaltadas, tan a contramano como el amor y el odio tratando de convivir en un zaguán. Puede que sea pasto para una novela turca, que distraiga del verdadero propósito de una tarde soñada: el homenaje a los mundialistas del club en 1978, 1986 y 2022. En esa condición anunció que aceptó la invitación de la comisión directiva, y en esa condición lo recibirán 83.196 hinchas–socios del equipo donde brilló como jugador. En la misma cancha, ahora ampliada y remodelada, que levantó la Copa de la FIFA el 25 de junio del ‘78 como capitán de la selección nacional.
El aforo actual es aún mayor que aquel de 76.609 lugares que tenía el Monumental en tiempos de la dictadura. La capacidad subió, pero además se acumuló la bronca contenida hacia el máximo dirigente del club cuando descendió en 2011. Que no es el único cuestionado por eso, porque hubo otros que contribuyeron antes al desenlace. El expresidente José María Aguilar está casi a la par. Aunque pasa casi inadvertido por la dimensión deportiva de Passarella. Con un dato adicional que hace más ríspida la situación: el Kaiser irá a juicio oral porque la institución de Núñez se presentó como querellante en una causa que se le sigue por administración fraudulenta. La demanda la inició la administración de su sucesor en el cargo, Rodolfo D’Onofrio y fue convalidada por la asamblea de representantes con 113 votos, ninguno en contra y una abstención en 2014.
Ese hecho contrapuesto con el homenaje, se da en un ambiente de fascismo social en estos tiempos de linchamientos que incuban las redes sociales, amplifican los medios y las audiencias masivas condenan a reos imaginarios. Passarella es inocente ante la ley hasta que se demuestre lo contrario, pero ya fue condenado socialmente en River por el descenso. La conducción del club soslayó este dato y siguió con lo que tenía previsto. Si los silbidos o insultos tapan u opacan el recibimiento a los demás campeones mundiales, solo se sabrá este domingo en la cancha. Pero sí parece que la situación no será indiferente para el público. Puede que Jorge Brito y su comisión directiva también paguen un costo político. O tal vez no, quién lo sabe.
Passarella tiene una triple condición por la que pasaron muy pocos grandes futbolistas en la historia. Fue jugador, director técnico y presidente de un mismo club. Santiago Bernabéu (Real Madrid), Franz Beckenbauer (Bayern Múnich) y Carlos Babington en Huracán vivieron historias semejantes. Pero solo él sufrió el descenso como máximo dirigente.
“Nunca dudé en volver al Monumental” declaró cuando prometió su asistencia al homenaje en River. Un hecho que quizás no se hubiera dado sin mediar la invitación a los campeones, incluido él: Ubaldo Fillol, Norberto Alonso y Oscar Ortiz, más un familiar de Leopoldo Luque que recibirá la distinción por el delantero fallecido del Mundial ’78. Oscar Ruggeri, Héctor Enrique y Nery Pumpido por el título del ’86 y Franco Armani, el único jugador que ganó la Copa en Qatar de un club argentino, además de los ex River, Pablo Aimar y Roberto Ayala, pero como integrantes del cuerpo técnico de Lionel Scaloni.
Passarella además de los torneos que ganó como jugador o entrenador conserva hasta hoy una condición que lo coloca en una dimensión diferente. Es el único bicampeón del mundo con la Selección. Aunque no jugó ni un minuto, integró el plantel que se consagró en México con Diego Maradona como bandera. Solía decir: “En Argentina hay 44 medallas de campeones del mundo para 43 jugadores”.
El orgullo del club por su prolífica lista de campeones mundiales lo hizo notorio: "Este regreso lo hago por la gente de River, nada más. Se comportaron muy bien conmigo. Imagino mi vuelta como una cosa común, con todos los jugadores que ganamos la Copa del Mundo. Entiendo si hay alguno que no me reciba bien, aunque yo sé que no soy culpable del descenso” dijo el entrenador que condujo al seleccionado en Francia ’98.
Brito justificó la decisión que permitirá tomarle la temperatura al Monumental cuando pise la cancha el expresidente: “Para mí hubiera sido muy sencillo haber tenido una actitud populista y decir 'he decidido invitar a todos menos a Passarella'. Y a veces lo correcto no es lo políticamente correcto. Elegimos actuar de la manera que debemos actuar como dirigentes y nos pareció que lo correcto era invitar a todos los jugadores de River que fueron campeones del mundo”. De paso les pidió a los hinchas que no opaquen la jornada, como si se viera venir una ola de reprobación.
Passarella volverá a la cancha después de casi diez años, cuando abandonó la presidencia. Sus cuatro temporadas al frente del club (2009-2013) dejaron una marca indeleble, la del descenso. Llegó al gobierno por una mínima diferencia de seis votos sobre D’Onofrio después de un conteo inicial que había dado ganador a su rival por dos. Su mandato coincidió con el momento más triste en la vida del club, pero aun así siguió. River pasó un año en la B Nacional y volvió a Primera. La mayoría de los hinchas no se lo perdonan y su imagen dañada como dirigente no la compensa con la gloria lejana que desparramó como jugador.
La Copa ganada en Qatar estimuló homenajes como el que se verá en el Monumental. Se harán más, seguro. Pero ninguno en la Argentina, por la propia capacidad del estadio, superará la convocatoria masiva del que recibirán los campeones mundiales de River. Passarella es uno de ellos. Reconocido como figura de nivel internacional. Si la historia lo absolverá o lo condenará, parece que quedará en manos del público. La contradicción está instalada porque el ser humano es inescindible. El mismo club que reconocerá su mayor logro como futbolista se mantiene como querellante –único caso en el país – en la causa Passarella Daniel Alberto p/defraudación que lleva el número de expediente 23054/14.