“Una parte de la población argentina se está moviendo hacia una mejor calidad de vida y una conectividad posible”. El diagnóstico lo formula Marco Lavagna, titular del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (Indec) y el análisis parte del Censo Nacional 2022. “La Argentina, en promedio, creció 11,6 personas cada mil, por año. Hay distritos que crecieron por debajo de ese promedio. El ejemplo más claro es CABA, pero también varios municipios del Gran Buenos Aires, como Lanús o Vicente López. Y hay otros municipios como General Pueyrredón (que contiene a Mar del Plata), Tigre, Pinamar, Pilar, Ezeiza, La Plata que crecen por arriba del promedio. Hay un movimiento hacia afuera, tal vez buscando otra calidad de vida y aprovechando la conectividad que hoy existe”.
El otro proceso que surgió claramente del Censo tiene que ver con el envejecimiento poblacional, a partir de la caída de la tasa de fecundidad. En el primer censo, 1869, cada mujer reportaba siete hijos. En 2010, la tasa ya era de 2,4 hijos por cada mujer y la impresión es que en 2022 (no se publicó el dato aún) estará en 1,8 hijos por cada mujer en edad de fecundidad, de 15 a 49 años. Hay menos niños, adultos que viven más años y, por lo tanto, la población envejece. Pero tampoco ese índice es igual en toda la Argentina.
Los argentinos se mueven
Como adelantó Página/12 la semana pasada, los primeros datos del censo ubican el crecimiento de la población argentina en mitad de tabla. Por cada mil personas se sumaron 11,6 por años desde el censo de 2010. En Francia sólo se suman tres personas por año, Alemania pierde una persona cada mil por año, mientras que en Africa se suman 25 y hasta 30 por cada mil. Los países europeos perderían población si no fuera por la inmigración y los inmigrantes. Estados Unidos crece 21 personas cada mil por año, pero de ese total, nada menos que 20 se suman por inmigración.
En el diálogo con Lavagna, lo que cuenta es que el crecimiento no es homogéneo en la Argentina y que, por supuesto, la población argentina se mueve.
“Hay un hecho que es obvio -analiza el titular del Indec-. El 70 por ciento de la población vive en cinco distritos. Provincia de Buenos Aires, 37,7 por ciento del total de argentinos; CABA, 9 por ciento; Córdoba 9,2 por ciento; Santa Fé 8,2 por ciento y Mendoza cuatro por ciento. Pero el punto es que dentro de esos distritos hay movimiento. Y lo que llama la atención es que crecen municipios como el que contiene a Mar del Plata, Tigre, Ezeiza, Pinamar, Pilar, La Plata. Y lo mismo sucede en provincias: el movimiento es hacia afuera de las ciudades. Da la impresión que se busca mejor calidad de vida.
-¿No es un fenómeno de la pandemia? ¿Del momento en que no era necesaria la presencialidad?
-Se acentuó mucho con la pandemia, pero venía ya de antes. Se exacerbó con el Covid. CABA está estancado en población desde hace décadas. Pero también se estancaron, por ejemplo, Vicente López, Lanús. Y Tigre o Pilar o Ezeiza o Pinamar ya venían creciendo de antes. Está ese movimiento hacia afuera de las ciudades que se verifica en todas las provincias y diría que en muchos países occidentales. Una clave ahora es la conectividad. Antes, irse a vivir a una distancia implicaba no tener internet ni cable ni telefonía. Todo eso cambió.
-¿No hay movimientos por cuestiones económicas?
-Sin ninguna duda. Hemos señalado el caso de Añelo, en Neuquén, donde está el proceso de Vaca Muerto. La población subió más del 60 por ciento. En general crecen más las provincias patagónicas y el distrito de mayor crecimiento es Tierra del Fuego. Tenemos que trabajar los datos de Santa Cruz que afrontan un problema en la comparación con 2010. Como se sabe, el día de aquel censo murió Néstor Kirchner. Y eso produjo un desajuste en todo el país, imagínese en Santa Cruz. Hoy esa provincia no nos da un crecimiento como otras patagónicas, pero tenemos que revisar los datos.
Otro distrito que registró un crecimiento de importancia es Córdoba. Hay una hipótesis. Como cambió la metodología, esta vez aparecen como viviendo en Córdoba muchos estudiantes que antes declaraban su provincia de origen, Catamarca, Tucumán, La Rioja, Santiago del Estero. Pero también puede ser que el fenómeno del turismo haya sido la clave.
¿Los argentinos viven hacinados o son pocos por cada vivienda?
El censo determinó que, en promedio, hay 2,9 personas por vivienda. “Por supuesto que hay diferencias -ratifica Lavagna-. Son 3,4 personas por vivienda en Tucumán y 2,2 por vivienda en CABA. Nuevamente estamos en mitad de tabla. Paraguay, por ejemplo, tiene 3,7 personas por vivienda, México 3,5 y Estados Unidos 2,5. En Europa es aún menos. Históricamente hay un descenso de la cantidad de personas por vivienda debido a que las familias se han hecho más chicas. Y cuando estén los datos respecto de ese punto, las familias, veremos que hay muchas monoparentales y muchas personas que viven solas. Es evidente que algo así pasa en barrios como La Recoleta en CABA. Pero también nos permitirá una visión sobre las viviendas vacías. El proceso de irse hacia afuera y la búsqueda de los ladrillos como inversión, deriva en la existencia de viviendas vacías. Son datos riquísimos que veremos cuando procesemos más tramos del censo”.
Un análisis hecho por el Departamento de Geografía de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Litoral plantea una de las contradicciones argentinas. “Cinco provincias no alcanzan el medio millón de habitantes: Catamarca, La Pampa, La Rioja, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Suman en total 1.703.000 personas. Cifra similar a los habitantes de Tucumán o La Matanza. Pero esas cinco provincias ocupan 581.816 kilómetros cuadrados, el 20 por ciento del territorio nacional. En ese 20 por ciento está sólo el 3,7 por ciento de la población”.
O sea, gran concentración en cinco distritos y muy poca densidad en otros. Aunque se inició un proceso de salida de los centros de las ciudades, por ahora es hacia los alrededores de esos grandes centros urbanos.
Menos hijos y más envejecimiento
Los datos del censo sobre fecundidad de las mujeres argentinas todavía no están procesados. Pero según cuenta Gladys Massé, una de las mayores especialistas en población, que se suma a la entrevista con Marco Lavagna, los números de fecundidad se están derrumbando. De entrada nomás, muestra un gráfico en el que se ve el primer dato, de 1869, cuando cada mujer tenía, en promedio, siete hijos. Según el censo 2010, la tasa de fecundidad bajó a 2,4 hijos de mujeres entre 15 y 49 años. Y todo indica -según analiza Massé- que el número va a estar ahora por debajo de dos, tal vez 1,8 hijos por mujer. Un dato positivo según las primeras estimaciones es que bajó fuerte el embarazo adolescente, seguro por la influencia del movimiento feminista, la educación sexual y el acceso a más información.
Por supuesto que la baja de la fecundidad se trata de un fenómeno mundial, esencialmente de países occidentales. “Los índices no serán homogéneos en todo el país”, señala Lavagna. Y Massé menciona dos distritos que suelen tener fecundidad más alta: Mendoza y Misiones. A veces se habla de razones educativas, otras de razones culturales.
En unos meses, se podrá ver con mayor claridad cuando los datos estén procesados. No es difícil pronosticar que la Ciudad de Buenos Aires tendrá el índice de fecundidad más bajo, dado el envejecimiento de la población.
“En todo el país, baja la fecundidad, aumenta la expectativa de vida y, el resultado, es que en promedio la población envejece. Ya se sabe que las mujeres tienen una expectativa de vida mayor a la de los hombres y eso determina que haya más mujeres que hombres en la medida en que avanzan las edades”, explica Massé. La diferencia entonces se hace más nítida en los distritos con fecundidad más baja y en las franjas de edad de las mujeres mayores de 60 años.
Es decir que cuando el Indec informó que en la Argentina hay 23.700.000 mujeres y cerca de 22.100.000 hombres, esa diferencia, son 1.600.000 mujeres de 60 años para arriba. Y, por lógica, la mayor desigualdad se da en la Ciudad de Buenos Aires, donde hay 118 mujeres por cada 100 hombres. Hay mucho debate e investigación sobre las razones de la mayor longevidad femenina.
En algún momento se mencionaba que podía deberse a que la mujer recién en los últimos 50 años se incorpora al mercado de trabajo. Pero ocurre que desde esa incorporación, la diferencia en la longevidad de las mujeres se hizo aún mayor. Se toma como ejemplo a Japón, donde hay más diferencia en la expectativa de vida entre mujeres y hombres que en la Argentina, pero muchos investigadores adjudican el fenómeno al alcohol, o sea al mayor consumo de alcohol de los hombres.