Ojalá le interese este artículo, lectora o lector. Léalo sin temores, la bomba financiera no explotará mientras lo haga. Es altamente posible que no estalle nunca, incluso que no exista. Ampliaremos más adelante después de recorrer ciertas novedades políticas recientes. En nuestra patria, lo descubrió un estadista, siempre pasan cosas.

Se anuncian candidaturas, sin ir más lejos. El abogado Fernando Burlando se mociona para sheriff… perdón para gobernador de la provincia de Buenos Aires. Acumuló minutos de fama mediática merced a su desempeño en el juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa. Hábil en esa arena, aupado por numerosos medios, pega el salto. Cero novedades, un manodurista predicando y pidiendo votos en “la provincia”. La historia es generosa en (deplorables) ejemplos. El exgobernador Carlos Federico Ruckauf. El exintendente y excarapintada Aldo Rico. El exintendente Luis Abelardo Patti, luego condenado por haber cometido crímenes de lesa humanidad. Hay otros precedentes, existe plafón. ¿Qué le puede fallar a Burlando? Siempre algo o todo puede fallar…

La exdiputada cívica Elisa Carrió rompe el silencio de una semana y vocea su precandidatura a presidenta. Los correligionarios de ruta, la dirigencia cambiemita en general se abstienen de responder. En parte porque se cuidan de las réplicas de Lilita, en parte porque no le creen. Suponen que la movida es (solo) parte del regateo por reparto en las listas legislativas.

Juan Grabois anuncia su precandidatura dentro del Frente de Todos (FdT) si Cristina mantiene la decisión de no presentarse y el ministro del Interior Eduardo “Wado” de Pedro no suple a la expresidenta participando en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO).

Juan Manzur renuncia a la Jefatura de Gabinete nacional para regresar a su Tucumán querido. Se postulará para vicegobernador en la fórmula que propone a Osvaldo Jaldo para la gobernación. Manzur supo ir y volver desde el terruño al espacio nacional. Ahora será jefe de campaña. Su deseo ulterior es ser precandidato a presidente por el FdT tras el triunfo local. Las normas no escritas incitan a los pretendientes a callar ambiciones y repetir que están pensando y obrando en tiempo presente. Pero Manzur conserva el objetivo entre ceja y ceja desde que desembarcó en la Casa Rosada tras la crisis de gabinete detonada por el resultado de las PASO legislativas en 2021. Arrancó con ímpetu, supuso que tendría centralidad y protagonismo, que el oficialismo se relanzaría. Nunca hubo agua abajo. Hasta el proverbial entusiasmo de Manzur se desinfló, acabó enrolado en la luenga lista de funcionarios que no funcionaron. Optimista de la voluntad, el funcionario saliente sigue encargando encuestas midiendo intención de voto y nivel de conocimiento.

El exdiputado y exministro entre otros cargos Agustín Rossi retorna al Gobierno. Este cronista opina que no debió salir del Gabinete como consecuencia de internas y decisiones cruzadas en el marasmo producido por las mencionadas elecciones. Incluso piensa que tendría que haber estado desde hace un buen rato en la Jefatura de Gabinete. Esta columna se alargaría demasiado rememorando tiempos idos y goles en contra. En todo caso, el oficialismo que ambiciona mantener unidad tendría que repasarlos.

La competencia electoral entre el oficialismo y Juntos por el Cambio (JxC) tiene un tanteador llamativo, casi todo consecuencia de goles en contra o de asistencias involuntarias a rivales bien colocados. Desoído, ay, el sabio consejo de Carlos Salvador Bilardo: no pasarle la pelota a los contrarios.

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La bomba, la mecha, las ruines profecías: Dirigentes de Juntos por el Cambio cometieron un documento alertando acerca de la existencia de “una bomba de tiempo”, el nivel de endeudamiento público en instrumentos financieros pagaderos en pesos. La feble metáfora engendró otras: “la mecha” de la bomba, las destrezas del ministro de Economía Sergio Massa para alargar la mecha sin desactivar el artefacto explosivo. Indigencia discursiva, un síntoma de pereza y decadencia política.

Las invocaciones son exorbitantes; ya lo explicaron colegas en este diario y especialistas serios en diversos formatos. La contingencia económico financiera es preocupante pero “esa deuda” puede ser manejable con políticas públicas atinadas.

Renunciamos a toda pretensión de originalidad: la alarma busca la profecía autocumplida. Generar pavor en “los mercados”, reacciones defensivas reflejas en diferentes sectores económicos. La opo clama que estamos cerca del abismo y empuja para ese lado.

Los economistas cambiemitas olvidan sus desempeños recientes. Hablan como si fueran premios Nobel de ultramar, serios y distantes, analizando a este país desdichado. Sus currículos podrían inducirlos a la cautela. La verborragia nace del afán de volver a los puestos en que causaron tanto daño, apenas ayer.

En el contexto regresó a la palestra el exministro de Economía Domingo Cavallo. Se insinúa como un veterano, bien formado, los medios lo acogen como si no hubiera trayectoria ni historial de daños. Fue, claro, el más hábil, el más creativo, el “más político”, el más peleón en el Agora de los economistas neoconservadores argentinos en las últimas décadas. Por ende, el más dañino. Aquel que transitó desde la estatización de la deuda privada en la dictadura hasta el corralito, pasando por la Convertibilidad y la venta a precio vil de las joyas de la abuela. Renace de las cenizas para proveer coartadas a la derecha autóctona. Sin el brillo de años idos, sin réplicas punzantes… los años pasan para todos. Algunos se lo merecen.

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Cortesanos en el banquillo, callados: El juicio político a los cuatro magistrados de la Corte Suprema reunifica a los principales bloques en Diputados. Actúan sin fisuras, votan conjuntamente de modo predecible. La única excepción es el ¿insondable? juicio político exclusivo promovido por la Coalición Cívica contra Ricardo Lorenzetti.

Al oficialismo le viene bien (porque le cuesta mucho) que todos cinchen para el mismo lado. La movida es un gesto de autoridad frente al hostigamiento constante de la cúpula del Poder Judicial. La oposición macanea y blande doble vara: alega que el juicio político es “un ataque” al sistema, una burla a la división de poderes. Los autopercibidos repúblicos promovieron el año pasado veinte juicios políticos al Ejecutivo. ¡Veinte! Ha de ser lícito, entonces. Más vale que sí, regula el conflicto entre poderes del Estado, los somete a procedimiento y a votación. Otro cantar es si los cargos son atinados, si la destitución procede… se verá durante el proceso.

 Los jueces pueden ser destituidos por sus sentencias aunque algunos ignorantes laureados lo niegan. No por diferencias de criterios al decidir. Pero sí cuando media arbitrariedad, una decisión caprichosa producto solo de la voluntad del juzgador. O como explicó Ernesto Tiffenberg semanas atrás en Página/12 cuando incurrieron en prevaricato, el equivalente judicial del incumplimiento de deberes de funcionario público. Esto es, cuando decidieron por móviles ajenos a labor: para favorecer a una de las partes, por dádivas, simpatías personales. Para agradecer designaciones, pongalé. Las irregularidades tienen que probarse; no alcanza con presumirlas.

Como aprendió la comunidad en el juicio de Dolores una acusación contra varias personas puede tener distintos grados de responsabilidad. Depende de los cargos, de las evidencias, de las defensas. En el transcurso del juicio se desbrozarán acusaciones diferentes. Un pálpito sencillo: Horacio Rosatti se alzará con la Copa. Más acusaciones, más expedientes, pruebas más severas contra el Supremo bicéfalo, el que comanda dos organismos importantes del Estado en nombres de la austeridad y la división de poderes.

La seguimos un día de estos, van dos acotaciones de yapa y a cuenta.

Una. Ser testigo es una carga pública y quienes se rebelen ante una citación pueden-deben ser citados por la fuerza pública. Minga de populismo o abuso de autoridad, así funcionan las instituciones.

Otra, opinión pura en este caso. Los cortesanos deben comparecer. En razón de sus cargos, se los faculta a responder por escrito. Estarán en su derecho pero sería ejemplar que asistieran a audiencias, que hablaran en público, que se dejaran ver y oír. Todas las autoridades democráticas comunican, son visibles, se expresan. Los jueces parecen tener coronita, estar por encima de esas prácticas vulgares. Sin embargo, qué valioso sería que hicieran cabal uso de la palabra: tomaran el micrófono, expusieran argumentos, admitieran que el vulgo los conociera. La ejemplaridad y el sentido del honor requieren, con frecuencia, poner el cuerpo, dar la cara.

El desenlace numérico parece ser inexorable. Los acusadores no cuentan ni contarán con los votos necesarios para llevar a los supremos al Senado, eventual Cámara juzgadora.

La voluntad del oficialismo se afinca en el trajín de la comisión acusadora. En dar a conocer los desmanes y las arbitrariedades de la Corte, su relación promiscua con poderes fácticos y con la oposición. Hay una apuesta latente: acicatear las internas entre los acusados. Tienen raíces profundas, enconos pronunciados. Los más resonantes enfrentan a Lorenzetti versus Rosatti y Carlos Rosenkrantz. En la primera jugada los supremos transmitieron que van de la mano mientras se miran de soslayo y operan en los medios. En una de esas, la insondable jugada de la Coalición Cívica forma parte de esas internas.

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Esto recién comienza: En mayo Tucumán elegirá autoridades provinciales. Para fin de ese mes se habrán pronunciado 10 provincias. Los antecedentes electorales son más certeros que las encuestas. En los territorios, prevalecen los oficialismos aunque cada provincia tiene su tradición, su diseño.

En 2019, cuando se renovaron 22 de las 24 gobernaciones, el FdT sacó buena ventaja. En 2021, eligiéndose diputados y senadores, JxC dio un batacazo, ganó en casi todo el país. Por ahora, escatimamos pálpitos, apuestas o pronósticos deportivos. Este cronista confía poco en las encuestas con tanta antelación.

En la semana que termina hoy la gente común seguramente prestó poca atención a los hechos que reseñamos acá. El juicio en Dolores imantó el interés público. Se esperó el veredicto como si fuera una definición por penales. La opinión pública se identificó con las víctimas. Se produjeron debates interesantes, contaminados por la retórica de la época. Agresiones, descalificaciones, maniqueísmo. El fanatismo acecha a las controversias, la intolerancia cunde.

Tal vez se reparó poco en que el juicio transcurrió conforme las reglas, se produjo abundante prueba en un plazo razonable. La continuidad de las audiencias hizo que se pudieran comprender los hechos.

Insinuación para conocedores de la comunicación o profanos interesados. Como en el Mundial, la televisión copó la escena. Medio de comunicación en decadencia, acosado por competencias, ratings en descenso. Como fuera, dos acontecimientos masivos y populares en dos meses concitaron audiencias como en los viejos tiempos.

Sin conversarlo tanto, sin hacer tertulias, la gente de a pie combina vacaciones, regreso al laburo, corre detrás de la inflación. De momento, la mayor parte de la dirigencia no la atrae, no le propone horizontes novedosos, no le abre escenarios. Tendrán que ponerse las pilas pronto porque se abren los cuartos oscuros desde hoy en las internas de La Pampa. Los argentinos cuando votan podrán acertar o equivocarse. Pero sus pronunciamientos acostumbran ser drásticos, legibles, poblados de sentido.

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