De una simple curiosidad nació la gran idea. Cierto día de 2015, Verónica Bellini -pianista, arregladora y compositora- se metió en la ardua tarea de leer e investigar viejas producciones literarias hechas por mujeres de la Patria Grande. Y encontró en el camino una primera conclusión: la escasa pervivencia de muchas de ellas en el imaginario continental. Entonces activó. Empezó por probar músicas que vistieran a medida esos bellos poemas, siguió por concretar la labor en canciones, y concluyó en la gran idea: sacar un disco con el resultado. “Me gusta pensar este trabajo como un puente entre distintas generaciones de mujeres que conectan a través de su arte”, es su primera aproximación ante Página/12.
El disco nacido de la simple curiosidad se llama La canción de las poetas y precisamente se propone homenajear notables poetas mujeres de América latina, encarnadas en sendas cantoras contemporáneas, mediante cruces mágicos. Entre ellos, los que resultaron de la sinergia atemporal entre la venezolana Cecilia Todd y la peruana Magda Portal, en favor de “Liberación”; o entre Mavi Díaz y Aurora Estrada y Ayala, mediante “El hombre que pasa”, de la poeta ecuatoriana; o entre Marian Farías Gómez y la portorriqueña Julia de Burgos, a partir de “Canción amarga”. “Busqué poemas que resonaran en mí de alguna forma y, en medio de esa búsqueda, me sorprendió la identificación que sentí con algunos textos escritos hace 100 o hasta 300 años”, resalta Bellini, directora musical del grupo de tango China Cruel desde 2007. “Pero lo que me interesó particularmente fue buscar poemas con perspectiva de género en las distintas épocas y lugares, asociados a las historias de vida de sus autoras quienes, además de ser grandes poetas, lucharon mucho por los derechos de la mujer y de algún modo eso se trasluce en su obra. Las mujeres de hoy les debemos mucho a ellas, que de alguna manera fueron abriéndonos el camino”.
El disco total será lanzado en plataformas el viernes 3 de marzo, mientras que el miércoles 8 a las 20, se estrenará en vivo junto a la Orquesta Nacional de Música Argentina Juan de Dios Filiberto en la Explanada de la Biblioteca Nacional (Agüero 2502), con las presencias de cinco de las cantoras que fueron parte: Ana Prada, Luna Monti, Lidia Borda, Dolores Solá y Mavi Díaz, productora vocal del trabajo, además. “Al grabar cada canción con una cantante diferente, hubo que pensar a quien le proponíamos cada tema y luego que ese ideal se pudiera concretar”, evoca Bellini. La responsable de ello fue precisamente Díaz, que editó voces, seleccionó las tomas y las dejó a punto para la mezcla. “Cuándo Verónica me comentó el proyecto, me pareció de tal magnitud que había que involucrar a grandes cantoras de distintas edades y estilos musicales”, extiende la ex Viuda e Hijas de Roque Enrol. “El trabajo más divertido y más lindo fue pensar a quién le tocaría cada cosa, a quién le quedaba bien este ritmo, esta interpretación, esta letra... De alguna forma, teníamos la intención y la necesidad de que cada una de las cantantes al cantar la canción la sintiera absolutamente suya, y esto fue lo que se logró”.
Las músicas compuestas por Vero Bellini, en tanto, suenan arropadas por una diversidad de géneros musicales que pendulan entre tangos, candombes, milongas y valses, a cargo de un big band de luxe que incluye a Daniel Maza en bajo, Horacio “Mono” Hurtado en contrabajo, Irene Cadario y Mariana Atamás en violines, Paula Pomeraniec y Claudia Sereni en cellos, Franco Luciani en armónica y Agustín Ronconi en charango, entre otros y otras. “A lo largo del proceso musical, entendí que los poemas tienen vida propia, su música, su atmósfera… son quienes deciden qué quieren ser, al cabo”, encuadra Bellini.
-Lo cual te obligó, se intuye, a abordar varios géneros.
-También gravitó que al momento de escribir los arreglos tuve que elegir diferentes instrumentaciones para cada canción. Lo primero fue encontrarle a cada una, una estructura para que funcionen musicalmente. “Te estoy llamando” de Idea Vilariño, por caso, tiene versos libres en cuanto a métrica y rima, y entonces, hubo que cambiar de orden algunos versos, y sacar otros para estructurar el poema en clave de canción. Y así con otros. Luego se trata de escuchar la cadencia, el tempo, el carácter y buscar que la música sea orgánica a la letra.
-Te apoyaste en un nutrido elenco de músicos ¿Cómo funcionó esa química con ellos al momento de transmitir y concretar tus ideas musicales?
-La mayor parte de los temas se grabaron apenas se levantó la cuarentena, por lo cual tuvimos sólo dos ensayos y ninguno con la banda completa. Por este motivo, tuve que escribir los arreglos con mucho detalle, pensando en que debía funcionar con muy poco tiempo. Sin embargo, todos y todas se apropiaron de esas ideas. “El hombre que pasa”, por ejemplo, iba a terminar con un fade out, pero Maza me propuso “scatear” sobre esa parte y me encantó la idea: algo que iba a ser muy corto resultó ser una parte más del tema. Y así, cada músico o música imprimió a su intervención la expresión justa, sumó su impronta.