Uno de los fenómenos poco explicados es por qué llegan las jóvenes rusas que vienen a parir a la Argentina a los hospitales públicos. Y sólo a algunos de los hospitales públicos porteños. Como informó el director del Hospital Fernández, Ignacio Previgliano, en diciembre casi la mitad de los partos del hospital fueron de muchachas venidas de Rusia. En enero, los partos fueron un tercio del total del Fernández y lo mismo sucedió en el Hospital Rivadavia y algo menos en el Hospital Durand.
Se supone que todas las chicas han pagado una fortuna para viajar a la Argentina, estar en buenos hoteles o departamentos, tener magníficas clínicas, traductores, fotógrafo y, lo fundamental, abogados y gestores que terminan consiguiendo que el bebé, ellas mismas y el supuesto padre consigan el pasaporte argentino.
Quienes conocen el fenómeno de cerca dicen que cuando las chicas llegan al país las atiende un obstetra privado. El profesional evalúa cómo viene el embarazo que, como se sabe, ya es de 32 o 33 semanas.
En ese marco, la versión es que se puede observar o bien un parto que viene más complicado o, fundamentalmente, un bebé de poco peso que es muy posible que requiera de un servicio de neonatología por bastante tiempo. No es inhabitual que el bebé necesite hasta tres meses para lograr el peso adecuado. En los hospitales cuentan que los partos no son caros, pero la neonatología es una terapia intensiva de mucho costo.
Lo que se menciona es que el profesional privado entonces plantea que el servicio es mucho más caro de lo previsto y que para continuar con la idea de la clínica privada se necesitará más dinero. A veces las chicas lo tienen y a veces no. Surge ahí entonces la necesidad de recurrir al hospital público, por lo general en la zona más cercana al consultorio del obstetra privado que atiende a las mujeres de entrada: eso es lo que explica la derivación al Hospital Fernández y al Hospital Rivadavia, ambos en la zona norte de la ciudad. El tercer hospital al que recurren es el Durand, porque la neonatología tiene muy buena fama entre los obstetras. Pero no hay derivaciones a la Maternidad Sardá --que también tiene magnífica reputación-- pero está en la zona sur de CABA.
De esa manera es que cómo parte del negocio del turismo de parto termina en instituciones públicas. Y, por supuesto, la base de todo es que el sistema de salud argentino, privado y también estatal, es de excelencia.