“No… Ya te lo dijeron. ‘No tienes que ir a ningún lado’. `Te quedas quieta´ `Estás vieja`. Una de ellas ha puesto una tarjeta en la cartera por si me pierdo. ¿Yo me perdí alguna vez? No. Jamás. Pero dicen que me puedo perder. Sí… También puedo morirme, casarme, tener diabetes o volverme idiota. Podrían pasar tantas cosas… Intenté hacerlas cambiar de idea. ¡Que entiendan que entiendo! Te cuento que se me secó la lengua. No hay argumento válido. Lo que ellas decretan, dicho está y basta. Te digo que a veces dudo. ¿Y si tanto cuidado es por algo que ya sucedió? ¿Si alguna vez me perdí…? Y si fuese así, parece que no me fue tan mal. Supe cómo regresar. Por algo estoy aquí”, comienza la obra de teatro Lola Mora un ángel audaz, de Carlos Vittorello, con dirección escénica de Leandra Rodríguez. Se puede ver los domingos a las 20, en el Teatro Payró. La actriz María Marchi interpreta a Lola Mora y la acompañan Hugo Cosiansi y Junior Pisanú.
Lola Mora no sólo fue una de las escultoras más trascendentes del siglo XX sino una tenaz investigadora que se metió en el mundo del cine, la arquitectura, el transporte y la minería. Sin embargo, sus últimos días los pasó enferma y en la pobreza. Durante esa etapa de su vida comienza la pieza teatral, mostrando cómo esa mujer cuya vida estuvo guiada por la pasión, el deseo, la curiosidad y el hacer, termina sus días sola en una habitación llena de humedad. Y es ahí donde la memoria vuelve y aparecen conversaciones y momentos esenciales de su vida.
La vejez es uno de los temas que más centralidad tiene en esta puesta de Leandra Rodríguez, una problemática casi invisibilizada, no sólo de la agenda pública, sino de los debates en el propio campo cultural. Qué es la vejez para el Estado, qué pasa con ella en el arte, cuáles son las condiciones de trabajo y de supervivencia del artista en Latinoamérica son los ejes centrales que recorre la pieza.
Durante 85 minutos la puesta transcurre en dos espacios temporales diferentes: la vejez de Lola, sus últimos días hemipléjica, mientras que la lluvia no deja de caer, y su juventud, cuando no paraba de tener proyectos y de ser admirada por hombres y mujeres, grandes y chicos, argentinos y extranjeros.
Dolores Vega Mora tenía 18 años cuando murieron su padre y su madre. “Lola inicia su práctica de manera disciplinada abocada al dibujo y al retrato, siendo una niña vivaz, alegre, de ojos expresivos… llena de aspiraciones nobles”, agrega que ella “posee una voluntad rebelde, inquebrantable, pertinaz”, la recordaba su primer maestro de arte, Santiago Falcucci, en 1904.
El 9 de julio de 1893 Lola Mora presentó, ante toda la sociedad tucumana, una colección de veinte retratos de los gobernadores tucumanos desde 1853 hasta esa fecha hechos en carbonilla. El 12 de julio de 1895 se presentó ante la Cámara de Diputados de la Nación y solicitó al Fondo de Becas, creado en Buenos Aires en 1856 por Bartolomé Mitre, “una subvención para continuar sus estudios en Europa”. Dardo Rocha, fundador de la ciudad de La Plata, firmó su carta de recomendación para presentarse ante el embajador argentino en Roma. Vivió tres años en la ciudad italiana recibiendo un monto mensual del Estado. Durante esos años, toda su obra estaba referida a la Argentina. Cuando llegó el siglo XX y con él, todas las luchas por los derechos de las mujeres, Lola tenía 32 años, era soltera, latinoamericana y se valía por sí misma.
En 1909, Lola se casó con un joven veinte años menor, que conoció durante su estancia en el Congreso de la Nación, donde el Estado la alojó durante la producción de la obra destinada a ese edificio (esta etapa de su vida también es representada en la puesta). En 1932, separada, empezaron sus problemas de salud y motricidad y fue hospedada en la casa de sus sobrinas donde vivió sus últimos años.
Además de la Fuente de las Nereidas (quizás su obra más conocida), Lola hizo el monumento a Alberdi, la estatua de la Libertad, los relieves de la Independencia en la Casa de Tucumán, el monumento a la Bandera y el busto de Sáenz Peña, entre otros. Como urbanista fue autora del proyecto del primer subterráneo de Buenos Aires y de la Galería Subfluvial, proyectó el trazado de calles de la ciudad de San Salvador de Jujuy, pero además, participó de la obra de tendido de rieles de Ferrocarril Trasandino del Norte, Huaytiquina (actual Tren de las Nubes). Lola murió el 6 de junio de 1936 en la casa de sus sobrinas, en Avenida Santa Fe al 3.000.
Lola Mora un ángel audaz. Domingos a las 20 en el Teatro Payró. San Martín 766, CABA