ANT-MAN AND THE WASP: QUANTUMANIA 4 puntos

(Estados Unidos, 2023)

Dirección: Peyton Reed.

Guion: Jack Kirby y Jeff Loveness.

Duración: 125 minutos.

Intérpretes: Paul Rudd, Evangeline Lilly, Jonathan Majors, Kathryn Newton, Michelle Pfeiffer, Michael Douglas.

Estreno exclusivamente en salas de cine.

La fatiga de material digital se deja ver muy temprano en Ant-Man and the Wasp: Quantumania, tercera entrega de la saga dedicada al hombre hormiga y su colega himenóptera, a su vez subsidiaria del multiverso Marvel, a esta altura más complejo que la historia del imperio romano. El realizador Peyton Reed había logrado zafar en los dos primeros largometrajes del gigantismo solemne y el exceso de digitalización animada, pero aquí la tortilla se da vuelta para ofrecer un festín de actuaciones graves frente a pantallas azules, ilustración de un guion tan elemental como poco efectivo en términos dramáticos. ¡Dios salve a los fans de leer algo parecido a un espóiler!, por lo que corresponde señalar apenas lo que puede verse en los anticipos. Paul Rudd, Evangeline Lilly, Kathryn Newton, Michelle Pfeiffer y Michael Douglas –en la ficción, la hormiga, su hija, la avispa original, su esposo científico y la descendencia de ambos– meten la pata como suele ocurrir cuando no se tiene demasiado respeto por la ciencia y terminan achicados y chupados por el así llamado reino cuántico, donde habitan seres increíbles y un nuevo supervillano tiene todo el tiempo del mundo para hacer de las suyas.

El seguramente muy oneroso diseño de arte digital resulta despampanante durante los primeros minutos, pero rápidamente comienza a hacer estragos en el paladar, al punto del empalagamiento. Un hiperrealismo fantástico que no es consciente de su costado kitsch, corriendo en paralelo a la creciente seriedad del relato (hay chistes, sí, pero son apenas momentos de “alivio cómico”). Ahí empiezan las referencias sfi-ci bien altas en el cielo, desde Duna (Janet Van Dyne estuvo atrapada en el reino cuántico unos cuantos años y supo liderar revoluciones y hacer amigos en el desierto) hasta la saga Star Wars (escena de bar multiétnico incluida) y algún guiño a Avatar. Se corre, se salta, se dispara y se vuelve a correr, a saltar y a disparar, mientras el “malo”, autoproclamado Kang el Conquistador (Jonathan Majors) detiene a unos y luego a otros ayudado por su adláteres, aunque los prisioneros siempre se le terminan escapando. Y, sobre todo, hay muchas lucecitas de colores, como en una fiesta infantil repleta de tubos de color fluorescente.

Hasta una potencial escena interesante, en la cual se representa una versión literal de la paradoja del Gato de Schrödinger, termina aplastada por la prepotencia visual de los CGI. Ant-Man and the Wasp: Quantumania es un poco como el experimento del comienzo del film: todo se va de las manos, todo el tiempo, en un aturdimiento bombástico que nunca se ríe de sí mismo, acumulando escenas, muchas veces unidas con cinta adhesiva vencida. Y lo peor de todo: un sentido de la aventura prácticamente inexistente, un relato en el cual no hay un solo momento en el cual el espectador pueda imaginar, mucho menos sentir, que sus héroes están en peligro de muerte.