Una pareja llega con su hija al hospital, como puede, sin auto, ni plata para el taxi. Dos médicas sospechan maltrato y lo informan. Los periodistas dan por hecho que violaron y mataron a la beba de 21 días. Lo muestran en continuado, subrayando el morbo que cada vez requiere más espectacularidad, más brutalidad, más detalles insoportables, así poco a poco se amplía el umbral de tolerancia. En la comisaría, la joven pareja es golpeada. La autopsia demuestra que no hubo agresión, la beba murió ahogada, después de tomar la leche. Gabriel, el padre, lo cuenta en la tele y llora. El periodista pide disculpas. ¿Aquí no ha pasado nada?

Nociones como el principio de inocencia quedan descartadas en muchas coberturas de los medios de comunicación. Y si bien eso genera un peligroso piso, también es verdad que hay quienes actúan. “Vemos que las audiencias están súper activadas, entonces se vienen a la Defensoría del Público a reclamar por estas coberturas y eso también es importante, porque también los medios siguen dando estas noticias porque tienen rating. Y esta actitud de las audiencias contrapone que no solo es rating, que hay muchas personas que ven eso con preocupación y que acuden a la Defensoría”, expresa Alejandra Iriarte, directora de Protección de Derechos y Asuntos Jurídicos.

En este verano, el organismo a cargo de Miriam Lewin recibió numerosas denuncias de usuarixs por las coberturas de los juicios más mediáticos. “Del caso de Fernando Baez Sosa hemos recibido desde el principio, desde que empezaron las audiencias, incluso cuestionando que los medios estigmatizaban la figura de los rugbiers, y después hubo muchos reclamos por lo que se planteaba como que les iba a pasar una vez estén presos. Antes de que saliera la sentencia, hubo denuncias por los medios que hacían debates en vivo preguntándole a la gente qué pensaba que les podía pasar cuando lleguen a la cárcel. Eran coberturas que incentivaban la violencia, la tortura, prácticas que obviamente nadie avalaría afuera de la cárcel, pero que se veía que están naturalizadas”, desarrolla Iriarte.

Este organismo de contralor establecido en la ley de servicios de comunicación audiovisual no tiene capacidad sancionatoria, pero sí interviene desde la capacitación. “Hemos intervenido con distintos medios, fundamentalmente con Crónica, con la que ya veníamos trabajando en muchas capacitaciones sobre el principio de inocencia, las garantías individuales y el respeto a las personas cuando se inician los procesos penales, para que no se comience con la condena mediática y social. Lo venimos trabajando mucho con este medio, hemos tenido alrededor de 8 reuniones presenciales y virtuales durante el 2022”, contó Iriarte.

Con la cobertura del juicio contra Magdalena Espósito y Abigail Páez por el homicidio calificado de Lucio Dupuy también hubo reclamos. “Estuvieron vinculados fundamentalmente con la identidad de género de las condenadas y con ciertas declaraciones que se hicieron en algunos medios sobre los tratamientos hormonales, convocaron a médicos que decían que las hormonas masculinas generaban violencia. La intervención fue por toda esa desinformación y estigmatización en razón del género”, plantea Iriarte.

El programa que realizó la nota sobre las terapias hormonales iniciadas por Páez se emite en América 24 y está a cargo de Esteban Trebucq, conocido como “el pelado de Crónica”. Es el sucesor –en el mismo canal y horario- de Viviana Canosa. Digno sucesor: ya en agosto de 2022, la Defensoría emitió su recomendación número 51, a raíz de 661 presentaciones referidas a distintas emisiones del programa Viviana con Vos, que reclamaban por el tratamiento mediático hacia las personas LGBTTTIQ+. Las quejas de las audiencias fueron, específicamente, por programas emitidos los días 19 de abril, 10 y 11 de mayo de 2022. “Quiero denunciar la discriminación y el discurso violento en torno a las personas trans por parte de Viviana Canosa en su programa de tv ‘Viviana con vos’ poniéndo un gráf en pantalla que decía ‘trans-tornados’, además de burlarse del colectivo lgtbq diciendo todas las letras del abecedario y puteando al final”, decía una de las presentaciones.

El análisis realizado por la Defensoría consideró que “bajo la semántica de la búsqueda del ‘regalo’ del Estado, de la vagancia social, y de la ideología de género innecesaria, no sólo se promueve una representación negativa, estereotipada y estigmatizante del colectivo trans, sino que se propicia la desinformación de las audiencias”. Y también plantea que “desde este mismo enfoque se desconoce y/o desconsidera la situación de extrema vulnerabilidad, exclusión y múltiples violencias y discriminaciones que han padecido históricamente quienes integran el colectivo LGBTIQ+”.

Eso era peligroso porque preparaba un terreno: “Se identifica la comunicación de la identidad de género lesbiana y la adhesión a ideologías feministas, actividades y consignas afines, como causal de crímenes, proponiendo a través de la referencia a un caso concreto homologar la identidad sexo genérica con la realización del delito de homicidio”.

La Defensoría, además, eleva los reclamos al ENACOM (Ente Nacional de las Comunicaciones), que sí tiene capacidad de sancionar, “para que intervenga de acuerdo a sus competencias”. “Nosotros, que no sancionamos, estamos todo el tiempo llevándoles las recomendaciones de la Defensoría, porque estamos hablando de vulneración de derechos constitucionales, de tratados internacionales de derechos humanos. Les llevamos todas estas herramientas y charlamos y las charlas son súper provechosas, más allá de que se vuelven a repetir muchas de esas prácticas”, sigue Iriarte.

En los últimos días, recuperaron en redes sociales una serie de recomendaciones para la cobertura de policiales. “Estamos súper preocupados, porque esto puede terminar en políticas públicas que son graves, en el debate por el aumento de las penas, por la baja de la edad de imputabilidad. Estamos siguiéndolos mucho porque es importante no dejar que avancen en este tipo de coberturas tan vulneratorias”, destacó Iriarte.

En este verano, se hace presente lo que escribió Susan Sontag: “La búsqueda de imágenes más dramáticas (como a menudo se las califica) impulsa la empresa fotográfica y es parte de la normalidad de una cultura en la que la conmoción se ha convertido en la principal fuente de valor y estímulo del consumo”.