La economía argentina crecerá 2,4 por ciento durante 2017. La actualización en la proyección del Fondo Monetario Internacional difundida ayer representa una mejora de 0,2 puntos porcentuales frente a los datos publicada en abril. El organismo multilateral entiende que la “recuperación” responde a un “estímulo que el consumo privado recibe del repunte gradual del salario gradual”.
La visión del Fondo coincide con el que ofrecen los ministerios de Trabajo y Hacienda, aunque los datos de precios, empleo, distribución y salarios elaborados por el Indec no acompañan el optimista diagnóstico. El breve reporte regional difundido ayer también refiere al “aumento en el gasto en obra pública” y la devaluación como factores que podrían estimular la actividad económica.
“Además de reducir aún más los desequilibrios fiscales y de continuar reduciendo la inflación, para lograr un crecimiento sólido, sostenido y más equitativo será necesario redoblar los esfuerzos para avanzar en reformas de gran alcance en el lado de la oferta”, sostiene el FMI que en su última revisión de la economía local realizó una serie de sugerencias que van desde el recorte del gasto público y la reforma del sistema jubilatorio hasta la flexibilización laboral.
A pesar de la recuperación prevista para este año, el Fondo rebajó sus estimaciones para 2018 de 2,3 a 2,25 por ciento. La moderación responderá a “la mayor consolidación fiscal” y “la continua aplicación de una política monetaria restrictiva” que “moderarán la demanda interna”.
La actualización de los datos regionales del Panorama Económico Mundial fue difundida a través de un artículo firmado por el Director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner. “La depreciación reciente del peso ayudó a corregir la sobrevaloración de la moneda y, junto al repunte de la demanda de Brasil, podría impulsar el crecimiento de las exportaciones”, sostiene el documento.
Durante los años noventa el organismo sobreestimó sistemáticamente el crecimiento económico del país en sus informes. Los errores en los pronósticos del FMI y su cuestionamiento a la orientación macroeconómica argentina se convirtieron en una tradición a lo largo del período kirchnerista. En el último año con CFK en la Casa Rosada, la economía registró una expansión de 2,6 por ciento. En enero de 2015 el organismo había estimado que Argentina registraría una contracción de 1,3 por ciento que para octubre había corregido para mostrar un escenario de estancamiento con un alza 0,4 por ciento. Las razones del desempeño esperado eran para Werner los “importantes desequilibrios macroeconómicos” entre los que enumeraba “la inflación alta”, “la ausencia de acceso a los mercados”, “las restricciones a las importaciones” y “los problemas de acceso a las divisas”.
Con (casi) todos esos ítems “resueltos” por la administración Macri a través del endeudamiento externo, la apertura comercial y la desregulación del mercado cambiario el PIB registraría una mejora de 2,4 por ciento que todavía la dejan 0,2 puntos por debajo del resultado observado en 2015. El año pasado el Fondo realizó por primera vez en una década su tradicional revisión de la economía local contemplada en su Artículo IV. El informe elaborado por el staff del organismo que visitó el país incluye una serie de recomendaciones de política económica entre las que figuran el recorte del gasto público, reformar el sistema jubilatorio y la flexibilización laboral.
“Como se proyecta que el crecimiento a mediano plazo seguirá siendo moderado y que el espacio fiscal será cada vez más escaso, los países tienen que acelerar la ejecución de las reformas estructurales, que son tan necesarias para alcanzar el objetivo”, señaló el organismo. Las “reformas estructurales” fueron a lo largo de la historia el eufemismo utilizado por el Fondo para sugerir las distintas políticas de ajuste, apertura y desregulación. El texto publicado en “Diálogo a fondo”, el blog oficial del organismo, indica además que la mejora en las proyecciones para Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay respondieron “en gran medida” a factores transitorios como la existencia de condiciones meteorológicas favorables que propiciaron mejoras en las cosechas.