¿Para qué sirven las ciencias sociales? ¿Por qué, todavía en 2017, hay que justificar la importancia de sus contribuciones en las dinámicas de la sociedad? ¿Por qué los grupos hegemónicos construyen campañas de desprestigio que las ubican como blanco principal? ¿De qué manera su enfoque contextual, histórico y desmitificador incomoda al poder? Y por otra parte, ¿qué lugar ocupan las mujeres en el sistema científico? ¿Es cierto que si bien hay mejores posibilidades, los puestos de jerarquía se reservan para los hombres? Frente a este cúmulo de interrogantes, nadie mejor que Carolina Mera para discutir al respecto. Es mujer, se desempeña en un cargo académico de relevancia y trabaja como científica social. Es doctora en Antropología Social y Etnología Urbana (por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, Francia), y en la actualidad, dirige el Instituto de Investigaciones Gino Germani –perteneciente a Facultad de Ciencias Sociales (UBA)– que se ubica como una de las principales instituciones de producción del conocimiento y referencia en el área.
–¿Qué abarca el trabajo en el Gino Germani?
–El Instituto agrupa profesores, estudiantes y graduados de las cinco carreras de la Facultad: Ciencias Políticas, Ciencias de la Comunicación, Trabajo Social, Relaciones del Trabajo y Sociología. Desde sus orígenes se ha desarrollado una perspectiva interdisciplinaria, de modo que nuestros equipos de investigación cuentan con la presencia de médicos en temáticas de salud, abogados vinculados a temas como la seguridad o bien arquitectos en asuntos de urbanismo. Pensar las realidades actuales y cambiantes requiere de enfoques que recuperen los múltiples puntos de vista y la pluralidad de voces. Desde aquí, en el Instituto se investigan las líneas más importantes de la reflexión social: el mundo del trabajo, el medioambiente y el cambio climático, la desigualdad social, la integración cultural de grupos, la percepción de enfermedades y el diseño de políticas públicas en salud, los sistemas políticos y el poder, los movimientos sociales.
–¿Por qué son importantes las investigaciones en el campo social?
–Principalmente por el contexto en que vivimos. Pertenecemos a un capitalismo brutalmente excluyente y productor de desigualdades en todos los planos. Una realidad que constantemente interpela a las ciencias sociales y las invita a producir conocimientos para modificar el presente.
–En el último tiempo, las ciencias sociales han sido acusadas por su aparente “falta de aplicación”, su “carencia de impacto social” y por su “inutilidad frente a las necesidades de la sociedad”. ¿Qué podría señalar al respecto?
–Existe un mito alrededor de las ciencias sociales que se vincula con su incapacidad para producir conocimiento útil y que etiqueta a los investigadores como sujetos que están suspendidos en el eterno letargo de la reflexión. Sin embargo, es muy simple advertir lo alejado que se encuentran estos preconceptos de lo que efectivamente ocurre. Es posible localizar investigaciones sistemáticas y de larga data en temáticas que son centrales para la dinámica social. Trabajos científicos (con estadísticas, relevamiento de datos y campo) que plantean oportunidades concretas para orientar soluciones y combatir problemas sustantivos en seguridad, salud y violencia.
–¿Cómo se podría resolver un problema como la inseguridad desde los aportes provistos por la investigación social?
–Hay líneas de investigación que plantean que las problemáticas de inseguridad no se resuelven con represión ni con aumentos de control. Del mismo modo que se abordan conflictos actuales como la medicalización de niños y jóvenes, que permiten entrever los efectos negativos que conllevan en el presente.
–Este vínculo de las investigaciones con las realidades contemporáneas, ¿se relaciona con la capacidad de las ciencias sociales para “generar conocimiento crítico”?
–Exacto, porque la reflexión científica, crítica y comprometida incomoda al poder siempre que obliga a nuestros representantes a diseñar estrategias que nada tienen que ver con las respuestas inmediatas. Justamente los grupos económicos concentrados son los responsables de promover la seguridad vía la represión y el control, la medicalización, la estigmatización de los migrantes como “chivos expiatorios” en momentos de crisis, recesión y ajuste. De este modo nadie puede decir que las ciencias sociales no sirven, por el contrario, son muy útiles para pensar un mundo desde una perspectiva que al sistema capitalista, neoliberal y hegemónico no le conviene.
–Esto se refleja en los ajustes que el sistema científico padece en general.
–Estoy de acuerdo. Independientemente de lo que se pueda criticar de cada uno de los gobiernos, desde hace un año y medio el rumbo del país se ha modificado. En este marco de endeudamiento, desindustrialización, mayor desempleo y precariedad, privatizaciones y empobrecimiento sobrevienen las políticas de ajuste y el achicamiento del Estado. De este modo, se construye un discurso que legitima la existencia de espacios sociales que “merecen ser acotados”. El campo científico se ha transformado en el blanco. En paralelo, se deslegitiman aquellas “ciencias que no sirven”, que cuentan con “investigadores que realizan producciones superficiales sin anclaje en la sociedad”. Existe una negación del propio conocimiento científico, a partir de una campaña de retroceso mediante la instalación de discursos que generan sentidos comunes y representaciones que luego circulan en el espacio público. Aquí, los medios masivos y los CEOs que conforman el actual Gobierno cuentan con un rol protagónico. Hay intenciones de estigmatizar las producciones de las ciencias sociales y de reducir su importancia a partir de la quita de presupuesto. Es muy importante tener satélites y vacunas, pero también es central medir la pobreza.
–¿De qué manera se articulan las investigaciones en el campo social y se materializan en políticas públicas concretas?
–Creo que es necesario que los decisores de políticas sean más permeables a la incorporación de saberes que se generan en el área. Por ejemplo, la Ley Migratoria (2004) es una normativa que surge como producto de la interacción entre colegas que llevaban décadas de estudiar las temáticas, la participación de movimientos sociales y de los legisladores. Una norma que tiene impacto concreto en la vida de las personas porque habilita a los niños a asistir al colegio y a centros de salud, les permite su libre circulación sin temor de que en cualquier momento la policía los retenga, simplemente, por no llevar el DNI en regla. Otros ejemplos muy valiosos lo constituyen las leyes de Identidad de Género (2012) y la de Servicios de Comunicación Audiovisual (2009). Menciono algunas para ilustrar pero hay muchísimos ejemplos de políticas. El proceso de transferencia de las ciencias sociales es enorme, pero lo que falta es un sistema que mida y contemple ese valor. Porque ante la falta de control, parece que el impacto de nuestros trabajos es limitado cuando en verdad no lo es.
–Usted es referente, directora en el área de las ciencias sociales y además es mujer. ¿Qué piensa acerca de la brecha de género en el campo científico?
–Pienso que en los últimos años se produjo una leve mejoría en cuanto al sitio de relevancia que ocupan las mujeres en la ciencia y en la universidad. El reconocimiento de la maternidad no implica una modificación menor: antes se exigía el mismo tiempo que a los hombres para entregar la tesis de doctorado, cuando todos saben que su escritura coincide, en general, con la voluntad de tener hijos. Esa contemplación en el recorrido biográfico de las mujeres permite que se comiencen a equiparar los ingresos. Sin embargo, al momento de distribuir los cargos jerárquicos de gestión, gobierno y militancia siempre estamos en desventaja. De todas maneras, es necesario decirlo: estamos en un momento muy especial del país que nos encuentra dando batalla en todos los frentes.
–El hecho de visibilizar los femicidios y desnaturalizar la violencia contra las mujeres ha contribuido al respecto.
–Por supuesto. Una sociedad que produce exclusión, desempleo y pobreza es una sociedad violenta, aunque el golpe y la muerte se concentran en las mujeres. Esta concepción fue acompañada y reforzada con políticas que ubicaron la problemática en agenda al tiempo que brindaron herramientas jurídicas para salir a pelear en un plano de derechos. Por eso, quienes ocupamos cargos de gestión tenemos la obligación de profundizar las decisiones en esa línea y promover más investigaciones al respecto.
–Investigaciones en áreas en las que también se registraba mucho atraso...
–Sí, claro. Cuestiones como la violencia de género, los derechos del niño y la diversidad sexual constituyen nudos de conflicto para los que nuestra propia democracia no estaba preparada. Veníamos de muchos años de oscurantismo militar y represivo. Todavía estamos reconstruyendo la democracia y, en este sentido, la consolidación de las ciencias sociales cumple un rol central.