¿Por qué esa urgencia inusual porque las feministas tomemos la palabra? ¿A qué ese imperativo al pronunciamiento, tan parecido a una mojada de oreja, que gritaba desde las placas rojas de Crónica TV para que rompiéramos el silencio?
Y sin embargo se había hablado-escrito mucho (y responsablemente) sobre Lucio Dupuy, sobre sus derechos a preservar su intimidad aún después de muerto, sobre la lesbofobia de ciertos artículos periodísticos, sobre su excepcionalidad estadística en la violencia ejercida sobre los niños por sus madres, sobre la morbidez de ciertas coberturas que, con el pretexto de la información, repetían una y otra vez los detalles de la autopsia al compás de una persuasiva (para el caso escandalosa) música de fondo.
¿O era que esa exigencia equivalía a una acusación de complicidad con Magdalena Espósito y Abigail Páez? Como si dijeran “miren adonde se llega con la ideología de género, lo que son capaces de hacer las lesbianas con tantos derechos LGTTBI” .
Como si se tratara de aplicar una palada de cal y otra de arena –eso dicta un cliché de la técnica periodística-- los juicios por la muerte de Lucio Dupuy y de Fernando Álvarez Sosa ocuparon casi la totalidad de las coberturas mediáticas “policiales” aunque tuvieran dimensiones políticas: mostrar pedagógicamente un castigo ejemplar para un crimen machista y otro ¡¡¡ ¿feminista?!!!
Odio de género
El doctor José María Aguerrido, abogado de la familia paterna de Lucio, se mostró disconforme de que la sentencia condenatoria no incluyera el "odio de género" concepto que el abarcador Google sólo recoge en este caso, o sea que se utiliza por primera vez.
El “género” ha sido una herramienta conceptual de los feminismos para señalar la condición de mujer como una construcción cultural, más allá del destino biológico. Cada vez que se utiliza, por ejemplo, para hablar de la violencia de género, suele referirse como víctimas a mujeres o personas LGTTB aunque siempre se aclare, sobre todo en el campo de la ley, que puede incluir a hombres.
Una réplica común a las opiniones feministas en la vida cotidiana, que suele parodiar Malena Pichot, equivale a pisar uno de los platillos de una balanza para intentar equilibrarla diciendo, por ejemplo: ”también hay mujeres golpeadoras” ; ”también hay mujeres que matan”, ”también ellos tienen bajos salarios . El doctor Aguerrido quiso imponer el “odio de género” como odio a los varones en razón de su sexo. Mientras tanto, los crímenes de odio y la violencia de género han sido definidos y debatidos por los feminismos en espacios diversos y aún no gozan del debido reconocimiento, es decir tienen historia, mientras que el "odio de género” es una supuesta equivalencia que desconoce las desigualdades en el contrato sexual y pretende instalar el ejercicio de la violencia del lado de las mujeres a partir de un solo caso, contrabandeado como prueba de una existencia general.
Lucio no descansa en paz, su dolor infligido hasta provocarle la muerte, se invoca, no para proteger los derechos de la infancia, sino para demonizar a las lesbianas más allá de las irrefutables estadísticas que las tienen como minoría en la violencia sobre los niños, advertir sobre la “ideología de género”, y permitir la intervención oportunista de los antiderechos.
Según la antología editada por la USAM y titulada Movimientos antigénero en América Latina, cartografía del neoconservadurismo, coordinada por Karina Barcenas Barajas y dentro del artículo El activismo neoconservador en Argentina: entre la religión, el secularismo y la racionalidad neoliberal, de José Manuel Morán Faúndes y Juan Marco Vaggione, la avanzada antiderechos ha remozado sus tramas discursivas, alejándose de los argumentos morales y religiosos y adoptando el “secularismo estratégico” y la “retórica de la libertad”. La “ideología de género” aludiría a ideas falsas o ilusorias -como los falsos ídolos que proyectaba la caverna platónica- en aras de fines egoístas y autoritarios, suprimirla sería “fomentar la libertad de los padres y las madres para escoger el modelo educativo que desean para sus hijos e hijas con base en sus valores familiares”. Estas propuestas presentadas como libertarias, antiestatales y exentas del autoritarismo propio de las” ideologías“ tienen como proyecto ir construyendo un enemigo común que exalte las identidades y fortalezca la familia biológica.
Según este mismo trabajo, las agrupaciones “pro vida”-o aquellas cuyo nombre incluye esa última palabra- que reúnen a los opositores al aborto legal, libre y gratuito, aparecieron en nuestro país alrededor de los años ochenta, precisamente cuando “vida” formaba parte de las consignas de las Madres de Plaza de Mayo -aunque ya existían el Consorcio de Médicos Católicos y la Corporación de Abogados Católicos- eran transnacionales y moralmente preventivas ya que el aborto todavía constituía un tema tabú en la agenda política.
La conexión del crimen de Lucio con la bandera celeste se produce cuando Raúl Magasco, fundador del grupo Más Vida y presidente del Partido Celeste, promovió el juicio a la jueza Ana Clara Pérez Ballester por haber devuelto la tenencia del niño a su madre biológica aunque el Ministerio Público Fiscal no advirtiera razones para iniciar un juicio paralelo. Mientras el politólogo de derecha Agustín Laje, fundador de la organización cordobesa Fundación Libre, mostraba por youtube la imagen de las acusadas con pañuelos verdes, titulaba: “ Feministas defienden a las asesinas” “Lucio el niño asesinado por su madre feminista” y señalaba el hecho de que ellas concurrieran a las marchas LGTTB y a las que reclamaban la vigencia de la ILE.
La vehemencia anti derechos tuvo su complicidad en el periodista y negacionista Manuel Adorni, que en julio de 2022 había posteado la imagen de un billete de cien dólares con el epígrafe: “Estos sí son 30.000”. El objetivo del debate fue la ”perspectiva de género” con el hincapié neoliberal en el aval excesivo e inútil del Estado (o que el Estado es siempre excesivo por inútil).
El activismo neoconservador en Argentina…incluye entre la avanzada antiderechos en nuestro país a Nicolás Márquez autor de El libro negro de la nueva izquierda, Cuando el relato es una farsa y habitual coautor de Agustín Laje y quien suele hacer afirmaciones youtubers como No existe el femicidio.
La democracia y sus verdugos
Estos discursos que tienen la forma de conferencias de expertos, parten de un vociferante entre nos previamente ganado, un elemental arte de la injuria, un neoleberalismo escolar. A cuarenta años de la llegada de la democracia se permite, amén de ejercer su crítica, la libre circulación de estos discursos ya que la democracia no es derecho sólo de los amigos. Lo que debería alarmarnos, es la violencia de la opinión pública en el clamor de condena perpetua -tanto para el crimen de Lucio como el de Fernando Báez Sosa- que ahora mide el largo de una vida. En ese fortalecimiento de los castigos también se explaya el Partido celeste. "Se procurará mayor cumplimiento de las leyes y condenas a los culpables, junto con un aumento de capacidad carcelaria, abriendo el sistema penitenciario a la actividad privada y al trabajo de los presidiarios. Se presenta la opción de recompensar a los denunciantes por ilícitos comprobados, la deportación de criminales extranjeros, y la implementación de un protocolo anti-aborto “La seguridad es puesta, así, al servicio del orden y la moral sexual” se lee en el artículo de José Manuel Morán Faúndes y Juan Marco Vaggione.
Festejamos la democracia amnésicos de Foucault y excitados como aquellos espectadores que antaño vivaban las buenas maneras del verdugo en la precisión de la guillotina, que la justicia, a cambio de que una muerte equivalga a una muerte en vida. Si han pasado casi cuarenta años y se dictó perpetua para los crímenes de lesa humanidad, que hoy otros crímenes, de otra gravedad y contexto, no menores pero muy diferentes a los que ejerció del terrorismo de Estado, lleven idéntica pena, nos acerca peligrosamente a la ley del Talión, entonces no tendremos derecho a levantar la copa.