Hace unas semanas, la oposición lanzó un comunicado advirtiendo sobre la “bomba” de deuda que el gobierno de Alberto Fernández está dejando a su sucesor. Calificaron la situación de endeudamiento público como “mucho peor que la recibida en 2015” y advirtieron sobre la irresponsable emisión de instrumentos atados al dólar con tasas “imposibles de pagar”.

La declaración sorprende por provenir de una fuerza que durante cuatro años de gobierno revirtió la política de desendeudamiento que habían logrado las sucesivas gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández a fuerza de dos canjes exitosos, la cancelación en efectivo de la deuda con el FMI y el pago del capital e interés de los vencimientos que quedaban debido a la falta de acceso a un mercado de crédito que provocó el bloqueo de los fondos buitres. Desde esa perspectiva, no sorprende que Alberto Fernández deje una situación de endeudamiento peor que en 2015, ya que en ese año la situación de desendeudamiento del Estado Nacional fue excepcional desde su constitución como tal.

La declaración de Cambiemos intenta aprovechar el desconocimiento de los números de la economía del ciudadano promedio con el fin de venderle humo. Así, mezcla la deuda en pesos con la deuda en dólares sin discriminar si el acreedor es un fondo de inversión extranjero y un organismo de dominación geopolítica como el FMI, o por el contrario es un banco o una aseguradora nacional cuya capacidad de acción está regulada o si es deuda intrasector público. Sólo metiendo todo en la misma bolsa, se logra generar suficiente confusión como para esconder la vergonzosa dependencia que generó Cambiemos emitiendo deuda en dólares a acreedores extranjeros y el FMI, o la irresponsable colocación de bonos en pesos a fondos internacionales que buscaban altas ganancias a corto plazo para luego fugar la plata al exterior.

La declaración opositora no es sólo un ejercicio de postverdad financiera, sino un velado intento de provocar una corrida cambiaria al dar señales de que, si vuelven al gobierno, volverán a defaultear la deuda en pesos bajo legislación nacional, tal como hicieron en los finales de su gestión. De esa manera, empujan a los inversores a no renovar sus deudas ante el miedo de que un triunfo de Cambiemos implique la posibilidad de una cesación de pagos sobre sus tenencias. 

Si el gobierno del Frente de Todos se viera obligado a pagar los vencimientos porque los inversores asustados por Cambiemos no quieren renovar sus tenencias, emitiría una enorme cantidad de pesos que presionaría sobre la cotización del dólar, mermando su chance electoral. 

Sin embargo, de los más de 13 billones de pesos de deuda que vencen hasta octubre de este año, un 55 por ciento está en manos del mismo Estado y en el resto, pesan fuerte bancos y aseguradoras cuya posibilidad de comprar dólares está legalmente limitada. Así, la capacidad de desestabilización económica de la oposición se ve relativamente mermada.

@AndresAsiain