Sergio Ramírez y Gioconda Belli “son y serán nicaragüenses”, afirman más de 500 escritores del mundo en una carta de apoyo, aunque fueron despojados de su nacionalidad por el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, que también los declaró “traidores a la patria” junto a otros 92 opositores. Orhan Pamuk, Salman Rushdie, Paul Auster, Siri Hustvedt Rubén Blades, Mario Vargas Llosa, Jonathan Franzen, Emmanuel Carrére, Michel Ondaatje, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Juan Villoro, Junot Díaz, Enrique Vila-Matas, Javier Cercas, Laura Restrepo, Rosa Montero y varias escritoras, cineastas y guionistas argentinas, entre las que se destacan Claudia Piñeiro, Lucrecia Martel, Eugenia Almeida, Gabriela Cabezón Cámara, Samanta Schweblin, Ariana Harwicz, Leila Guerriero, Elsa Osorio, Selva Almada, Clara Obligado y Dolores Reyes, advierten que se viola “el derecho humano fundamental a tener una nacionalidad y la prohibición a que se prive arbitrariamente de ella a cualquier ser humano, consignada en el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y en el artículo 20 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos”.
“En los últimos años, al menos dieciocho universidades han sido canceladas arbitrariamente como una forma de control ante la rebelión estudiantil de 2018 que dejó 328 muertos, cerca de 2 mil heridos y cientos de detenidos”, recuerdan las escritoras y escritores que firman la carta titulada “Son y serán nicaragüenses”. “El gobierno de Daniel Ortega ha cancelado también el estatus legal de más de 3 mil organizaciones no gubernamentales, incluyendo aquellas que defienden los derechos humanos y de las mujeres. Veintiséis medios de comunicación han sido cerrados y más de doscientos periodistas han debido exiliarse. Por si fuera poco, desde 2018 se prohíbe la entrada a organismos internacionales de derechos humanos, incluyendo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos”, plantean Alberto Manguel, Eduardo Sacheri, Martín Caparrós, Guillermo Martínez (Argentina), Alfredo Bryce Echenique (Perú), Alejandro Zambra (Chile), Benito Taibo, Elmer Mendoza, Guadalupe Nettel, Lydia Cacho (México), Liliana Colanzi (Bolivia), Marta Sanz (España), Muriel Barbery (Marruecos), María Fernanda Ampuero (Ecuador), Nona Fernández (Chile) y Pilar Quintana (Colombia), entre otras y otros. También firmaron la carta editores, editoras y directores de festivales de Hispanoamérica como Pilar Reyes, de Alfaguara; Silvia Sesé, de Anagrama; Juan Casamayor, de Páginas de Espuma; Sigrid Kraus, quien fuera directora de Salamandra; Marisol Schulz, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara; Valerie Miles, directora de la revista Granta en español; y Pilar Río, traductora y albacea de la obra de José Saramago.
Los firmantes de la carta exhortan a la comunidad internacional “a que se pronuncie y asuma un papel activo en todas las acciones que puedan llevar al cese de los abusos y las violaciones a los derechos humanos cometidos por el régimen Ortega-Murillo”. También le piden al gobierno nicaragüense “que detenga la represión contra su pueblo”. Entre las personas despojadas de la nacionalidad nicaragüense están el periodista Carlos Fernando Chamorro; la escritora y feminista Sofía Montenegro; la activista Azahalea Solís; el obispo Silvio Báez, una de las voces más críticas de la Iglesia, y la activista Vilma Núñez, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CIDH). El encargado de comunicar el despojo de la nacionalidad fue el presidente del Tribunal de Apelaciones de Managua, Ernesto Rodríguez. Según el fallo, sobre las personas afectadas pesan cargos de “traición a la patria” y son considerados “prófugos de la justicia”. Además de retirarles la nacionalidad, la justicia ordenó que se incauten todas las propiedades a nombre de los despojados.
Gioconda Belli (Managua, 1948), autora de La mujer habitada y El país bajo mi piel, luchó en los los años '70 contra la dictadura de Anastasio Somoza como colaboradora clandestina del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Perseguida por los servicios de Inteligencia, se exilió en México, Costa Rica y Cuba. Regresó a Nicaragua con el triunfo de la Revolución Sandinista, en julio del 79. En los años '90 se alejó del FSLN. A través de su cuenta de Twitter, la escritora publicó algunos versos de su poema “Nicaragua”. “Te amo patria de mis sueños y penas”, “despojada de cuanta polilla te corroe”, son algunos de los fragmentos que tuiteó. “Arranco de tu pelo a los que te venden te roban y te abusan, te cuento cuentos en la esquina de mi almohada, te arropo y te tapo los ojos para que no veas los verdugos que llegan a cortarte la cabeza”, escribió Belli, que está exiliada en España, al igual que Sergio Ramírez. “Y te amo patria de mis sueños y mis penas y te llevo conmigo para lavarte las manchas en secreto susurrarte esperanzas y prometerte curas y encantos que te salven”, concluyó la escritora la serie de mensajes en la red social.
Ramírez (Masatepe, 1942) también luchó contra la dictadura de Somoza. A fines de la década del 70, el escritor encabezó el Grupo de los Doce en respaldo al Frente Sandinista de Liberación Nacional. En 1979, con el triunfo de la revolución, integró la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional. Fue electo vicepresidente entre 1984 y 1990. El desencanto por la deriva autoritaria de esa utopía revolucionaria con la que se comprometió lo distanció de la política de Nicaragua. “De mi pasado revolucionario me quedan los ideales intactos, a prueba de polilla y de moho”, declaró el autor de Margarita, está linda la mar (Premio Alfaguara 1998), Sombras nada más y la más reciente Tongolele no sabía bailar cuando ganó el Premio Cervantes en 2017.
En su cuenta de Twitter, Ramírez sostuvo que Nicaragua “es lo que soy y todo lo que tengo”. “Nunca voy a dejar de ser, ni dejar de tener, mi memoria y mis recuerdos, mi lengua y mi escritura, mi lucha por su libertad por la que he empeñado mi palabra”, manifestó 24 horas después de que trascendiera la noticia del despojo de la nacionalidad nicaragüense. “Mientras más Nicaragua me quitan, más Nicaragua tengo”, concluyó el escritor.