Esta calor del carajo sacó a pasear a la gente que ni siquiera escucha el problema y ya tiene el nombre del culpable en la punta de la lengua. Normalmente es algo o alguien fácil de culpar porque no se puede defender o porque es una abstracción: el Estado y el capitalismo son los más comunes. El patriarcado es otro. Al pobre lo culpan de lo que es culpable pero también de la extinción del alce irlandés y de la suba del dólar.
En el caso de la calor a la gente se le dio por culpar al desmonte. ¿Será verdad? No lo sé. Lo que sí sé es que esa gente no fue a verificar si hoy hay más árboles que hace medio siglo. Claro, hace una calor que no dan ganas de ponerse a estudiar.
A mí la calor me pegó por el lado creativo. ¿Puede la calor inspirar la idea que acabará con los problemas de Argentina, pagar su deuda externa y hacernos nadar en dinero? Pero claaaa… Lo juro por la calor que no me deja ni mentir ni respirar. Ah… y esta idea además acabaría con el mal ¿argentino? de culpar a otre por cualquier cosa.
Acá va la idea. Todos deberíamos tener una billetera virtual con una cierta cantidad de culpas para repartir. Pongamos tres por año. Pero no se asuste. No son tres culpas en total. Con eso no llegamos ni al fin de semana. Serían tres culpas por la calor, tres por el capitalismo, tres por el peronismo, tres por los planeros y así.
Hace calor. La culpa es del desmonte, obvio. Entonces lo culpamos una, dos, tres veces. La billetera virtual se vació. Ya no podés culpar a nadie por la calor. Si querés culpar tendrías que comprar créditos. Acá comenzarían las matufias, claro. Las culpas irían dirigidas a los créditos que nos sobren en la billetera. Sonaría así: “este capitalismo me hace transpirar como loco”. O “si no fuera por los planeros llovería más seguido”.
Pero, tarde o temprano, llegaría la hora de comprar créditos para culpar como Dios manda. Acá está la brillantez del plan que acabo de inventar por culpa de esta calor y del desmonte. Uno, yo, ustedes, cualquier argentino nativo o por elección podría bajarse una app o ir al banco y decir: “quiero comprar cinco culpas por la calor”. “¿Cinco?”, diría el cajero. “Pero mañana va a llover”. Entonces deme tres para la calor y dos para los planeros.
Las culpas se venderían en dólares. ¿Se imaginan a cuarenta y siete millones de argentinos comprando la posibilidad de culpar sin culpa ni verificación ni chequear nada? Se pagaría la deuda externa en un año y quedarían plata para volvernos capitalistas de otros países. Que los otros nos deban a nosotros, dinero y pleitesía, como nosotros hacemos con el FMI.
La ventaja de esa billetera es tal que no habría necesidad de votar y nos ahorraríamos una ponchada de guita. Es que con ver las culpas que compra cada uno ya estaría definido el perfil de cada argentino y por lo tanto el voto del susodicho, es decir del votante, es decir del culpabilizador serial.
Qué me vienen con la inteligencia artificial y el fucking algoritmo. Esta es la idea del siglo. ¡Y es argentina, carajo! Luego se podrían agregar créditos para culpar ahora, ahorros para culpar mañana e inversiones para culpar el resto de la vida. Incluso ya inventé el marketing: “¿Querés culpar? Pagá”.
La app se podría llamar CulpAR. Se entiende, ¿no? AR en mayúscula por Argentina. Qué idea brillante. Ja… ja… a Chiabrando la calor lo puso como cabra.
¡Y eso no es todo! En la versión 2.0 de la app uno podría culpar a los padres y culparse a sí mismo. Esto no solo acabaría con la deuda argentina sino con el psicoanálisis. ¿Se imaginan la cantidad de créditos que le venderíamos a los psicoanalistas por quedarse sin trabajo? Una fortuna para terminar de hacer grande a este país. “Culpate ya y chau diván”, sería el eslogan.
Y nos encontraríamos en la cola de la compra de créditos para culparse a uno mismo de ser tan gil. Y luego, por culparse y por quedarse sin créditos, vuelta a gastar para volver a culparse. Ni al ghost writer que escribió la Biblia se le ocurrió algo semejante. Quizá de un plumazo, CulpAR acabe con las religiones.
Lo único a lo que no le encontré solución es cómo hacer para que el pobre no pague las consecuencias, Porque claro, el pobre no va a tener plata para recargar la billetera y se va a tener que meter los deseos de culpar a otro en el culo. Además de que lo van a culpar de casi todo y no se va a poder defender. Bueno, todo no se puede. Es culpa del capitalismo, claro. Y qué más quiere, con esta calor y con tanto desmonte…