Un mito urbano, nacido de una operación psicológica, dice que el peronismo bonaerense sueña con transformar la Provincia en un castillo. El supuesto plan sería aguantar allí pase lo que pase en las elecciones de octubre. Como si le respondiera a esa construcción, el gobernador Axel Kicillof empezó su intervención en la cumbre justicialista del jueves 15 de febrero con una frase: “Todos necesitamos, y también lo precisa la provincia de Buenos Aires, una fórmula competitiva a nivel nacional”. O sea que de castillo, nada.
Buenos Aires/12 pudo reconstruir esa definición de Kicillof a través de cuatro de las personas presentes en la sede del Partido Justicialista.
El hilo argumental del gobernador fue el siguiente:
*El peronismo y el Frente de Todos deben ganar en la provincia de Buenos Aires.
*El peronismo y el Frente de todos deben ganar a nivel nacional.
*Esos dos objetivos se complementan, porque la provincia de Buenos Aires es una cantera tradicional de votos peronistas pero debe hacer una diferencia significativa a favor.
*Para que haya esa diferencia sustantiva, clave para el nivel provincial de votos pero también para el nacional, tiene que haber una campaña organizada y coordinada, con candidaturas fuertes.
El remate de esa argumentación fue el pedido al Presidente en el sentido de que decida qué hará en las elecciones.
Incluso con las diferencias políticas, porque Kicillof reconoce como jefa a Cristina Fernández de Kirchner, la relación personal entre gobernador y Presidente nunca llegó a la ruptura. Una provincia de 17 millones de habitantes no puede ser gestionada como una isla, y para eso es preciso coordinar el uso de los recursos. Por eso desde que la Corte Suprema falló en favor de la cautelar para devolver dinero a la ciudad de Buenos Aires tanto Fernández como Kicillof coincidieron en que redireccionar el presupuesto perjudicaría a todas las provincias y, en particular, a la más grande de ellas.
“No solo hay que ganar bien para gobernar en Nación y Provincia sino que hay que ganar bien para gobernar”, comentó uno de los intendentes que asistió a la cumbre de la calle Matheu.
La lógica del oficialismo bonaerense, expresada a través de dirigentes consultados por este diario, indica que no surgió de allí, o por lo menos de un nivel alto, la supuesta idea de que el objetivo es ganar el distrito y atrincherarse.
“La instalaron los grandes medios como distracción, pero es mentira”, dijo uno de ellos. Y una funcionaria pidió reparar en un dato público: “Ni siquiera hay desdoblamiento y se vota el mismo día en las PASO y en la primera vuelta nacional, que sería la única vuelta para elegir autoridades provinciales”.
“El absurdo empieza con el intento de instalar que Kicillof no quiere ser candidato a Presidente por capricho, por miedo o por egoísmo”, dijo una de las personas que participó en el cónclave. “Sigue con la idea de que Axel y el peronismo bonaerense quieren dejar librados a su suerte el destino del peronismo en el plano nacional.”
La réplica es que, más allá de las limitaciones constitucionales bonaerenses, el peronismo del distrito no buscó en ningún momento cambiar esas reglas para desdoblar las elecciones de las nacionales.
“Vamos con la Nación por solidaridad, pero también como una comprobación de que no se puede ganar la Nación sin la Provincia o la Provincia sin la Nación”, siguió.
En ese esquema, “la mejor contribución que podemos hacer a ganar la Nación es ganar la Provincia por la mayor diferencia posible”.
En cuanto a las verdaderas intenciones de Kicillof, funcionarios y funcionarias del gobierno provincial dijeron que la idea de enclaustrarse equivaldría a pensar que “ganar la Provincia es un trámite fácil”. También sería simplista, a juicio de la dirigencia consultada, imaginar que si Kicillof no fuera el candidato sobrarían las candidaturas competitivas. Eso teniendo en cuenta, al mismo tiempo, otra situación utópica: que, si Kicillof fuese el candidato a Presidente, la provincia de Buenos Aires se convertiría en lugar apacible y sin problemas como para que alguien pudiera desconectarse de la realidad cotidiana y recorrer la Argentina de punta a punta sin preocupaciones.
“Las provincias no funcionan a control remoto, ni se puede gestionar desde lejos sin el trabajo diario, y si no fíjense lo que pasó con María Eugenia Vidal, que ni pisaba la ciudad de La Plata y atendía en oficinas de la capital federal”, fue otro de los comentarios recogidos. ”Hay que trabajar con el gabinete y con cada ministerio, coordinar permanentemente con los municipios…”.
Atrincherarse no
“Los grandes medios quieren que no seamos competitivos ni en Nación ni en Provincia”, es el resumen. “Pero atrincherarnos ni es nuestra idea ni le sirve a nadie.”
Por la reconstrucción de la cumbre, fue posible determinar que los nombres y apellidos de los posibles candidatos (o candidatas) no fueron un tema central. En el caso de Kicillof, ya es público que quiere ser el candidato, que desea seguir gobernando la Provincia otros cuatro años, que piensa que es quien más votos puede reunir y que, al mismo tiempo, se considera parte de un espacio político y se remite a una jefatura, la de Cristina.
En los últimos dos meses explicitaron ese razonamiento y afirmaron que el candidato a la gobernación debe ser el actual mandatario figuras que van desde el intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi al de Berazategui, Juan José Mussi, pasando por el de Ensenada, Mario Secco, el de Villa Gessel, Gustavo Barrera, y varios de las otras secciones electorales de la Provincia. Ferraresi y Secco, dos de los presentes en la cumbre de Matheu, gozan de la confianza política y personal de CFK.
Un dirigente del sur del Conurbano, que además es de los pocos que suele recorrer la Provincia entera, hizo un análisis de la cumbre más allá, aclaró, de toda especulación e incluso de todo detalles.
“El primer elemento es que la participación de todos es una buena señal”, dijo. “Si imaginamos que los extremos son Máximo Kirchner y el entrerriano Gustavo Bordet, estuvieron todos.” De esa manera, no se cumplió ni la profecía de que el Presidente ya está licuado ni la profecía de que la mesa sería vaciada de antemano por algún sector.
“El segundo elemento es que las menciones a la proscripción de Cristina son tanto una expresión institucional saludable como una forma de contención a todos los sectores, incluyendo a La Cámpora”, siguió.
“El tercer punto para mí es que haya salido un documento común, y que además haya tenido un contenido de consenso, porque supone que incluso los más críticos admiten que el gobierno sigue siendo propio, piensen lo que piensen del Presidente”, fue otra parte del razonamiento.
“Y el cuarto punto es algo que oigo cada vez con más fuerza en los contactos con peronistas de cualquier punto de la provincia de Buenos Aires”, continuó. El dirigente lo resumió en dos frases que suele escuchar. Una, “no entendemos por qué se pelean allá en Buenos Aires”. Otra, “dejen de pelearse”.