Luciana Dimarco es antropóloga e investigadora recibida en la Universidad Nacional de Salta. En estos momentos se encuentra finalizando su beca doctoral CONICET en el ICSOH (UNSa), para la que se dedicó a la indagación sobre diferentes procesos sociales alrededor de una fecha tan sensible para el sentir salteño: el 20 de febrero.
A partir de su trabajo “Las conmemoraciones de la Batalla de Salta, entre la fundación del Club 20 de Febrero y el ‘Primer Peronismo’. Apropiaciones, resignificaciones y disputas” fue desentramando y dando luz a distintas aristas poco exploradas. De allí surge este intercambio:
-Por empezar, ¿qué sucedió el 20 de febrero? ¿cuál es ese hecho en algún punto fundante, para el pueblo de Salta?
-La Batalla de Salta fue una batalla en la que salieron triunfantes las fuerzas independentistas, el Ejército del Norte, en el marco de las guerras por la independencia de España. Y esta batalla puntual, que se da después de la Batalla de Tucumán, se da en la ciudad de Salta el 20 de febrero de 1813. Ahí se enfrentaron las tropas realistas, que eran lideradas por Pío Tristán, y el Ejército del Norte, al mando de Manuel Belgrano. Resultan vencedoras las fuerzas independentistas y se considera que esta batalla fue muy importante porque frenó el avance de los realistas. Al mismo tiempo permitió, de alguna manera, consolidar al gobierno criollo unos años antes de la declaración de la independencia.
Al poco tiempo, esta batalla pasó a ser considerada como la gran victoria que Salta ofrece a la historia patria y a la independencia, es considerada la primera gran contribución de Salta a la historia nacional. Además hay una serie de hechos, gestos e imágenes vinculadas a la batalla, a las que se le da un sentido de formación de unidad, de conciliación o pacificación. Una de estas tiene que ver con que cuando termina la batalla, Belgrano manda a enterrar juntos tanto a los caídos del Ejército del Norte como a los realistas; vencedores y vencidos terminan descansando eternamente juntos en una misma fosa que va a ser un espacio muy importante de conmemoración en torno a la Batalla de Salta cada 20 de febrero. Este lugar es lo que se llama el Campo de la Cruz, en donde ahora está el monumento y el parque 20 de Febrero.
-¿Qué va sucediendo los 20 de febrero luego de aquel 1813?
-Se conoce poco porque hay muy pocas fuentes, pero sí sabemos de un primer registro que se tiene de celebración, y fue el mismo año en que ocurrió, porque las Provincias Unidas del Río de la Plata, el gobierno criollo, decide ese año, en 1813, celebrar las Fiestas Mayas, que así se llamaban a las fiestas por el 25 de mayo básicamente. Entonces deciden festejar, en el marco de las Fiestas Mayas de 1813, la Batalla de Salta que había sido apenas unos meses antes. Desde ahí empieza a tener este sentido, vinculado a la construcción de esta nueva identidad y de este proyecto independentista, de esta nación en construcción.
La celebración va a ir adquiriendo un formato común a otras fechas que son consideradas importantes en el calendario oficial: se celebra un tedeum, hay desfile cívico-militar, se entregan ofrendas florales a la tumba donde estaba la cruz. El 20 de febrero se suma a una serie de conmemoraciones compartidas con otras fechas consideradas patrias.
-Marcás en el año 1858 un punto de inflexión con la fundación del Club 20 de Febrero ¿Por qué la elite salteña toma la fecha y qué representa esta apropiación?
-En 1858 se funda el Club 20 de febrero, un club que tiene un lugar central en la conmemoración de la Batalla de Salta. Primero, por el nombre, que lo toma de la fecha en que ocurrió la batalla, y uno de los ejes que tiene que ver con su fundación es el de conciliar o de lograr pacificar a miembros del club que eran hombres con diferencias de distinto tipo, entre ellas diferencias y rivalidades políticas que venían del proceso revolucionario y de la independencia. Ahí adentro había gente que en su momento estuvo en el bando realista y otros que no, entonces uno de los intereses era generar unión entre estos grupos heterogéneos y pacificar diferencias y enemistades que venían de tiempo atrás. Además algunos de ellos descendían, o estaban vinculados a gente que había peleado en las guerras independentistas, y en ese momento histórico era un capital social importante. Entonces ellos también fundan el Club como una forma de rendir homenaje a quienes habían peleado en la Batalla de Salta, en las batallas por independencia y en particular como homenaje a esta victoria patria.
Hay otra cuestión importante a destacar del Club 20, y es que van a empezar a festejar el aniversario del propio nacimiento del Club cada 20 de febrero, porque se funda un 20 de febrero, y además en este festejo también celebran, cada año, un nuevo aniversario de de la batalla haciendo un gran baile social.
-Ponés en tu trabajo énfasis en este Baile de Gala, ¿De que se trata?
-El Baile de Gala, que todavía se hace, es todos los 20 de febrero a la noche, y es un baile que se inspira o evoca un primer baile que habría ocurrido luego de la batalla. Supuestamente algunas familias de la elite salteña habrían brindado este evento a los jefes de los dos ejércitos que se habían enfrentado. En este baile ellos dejaban de lado sus enemistades y habrían hecho la paz. Entonces toman este primer baile como el origen del baile del Club 20 de Febrero, y también surge el espíritu de hacer la paz y la conciliación, eso es lo que se busca recrear en el mismo baile. Además era un baile muy importante porque era una instancia para la presentación de las señoritas cuando cumplían 15 años, que eran las hijas de los socios. Esta presentación de señoritas permitía generar futuros matrimonios y así tejer alianzas entre estas familias de la elite que podían estar enfrentadas en distintos planos.
-¿Se sigue haciendo el baile hasta el día de hoy?
- Sí, claro, y tiene un lugar central en la conmemoración de la Batalla de Salta porque era el número central del programa oficial de festejo durante mucho tiempo, por lo menos durante todo el siglo XIX y hasta las primeros décadas del siglo XX, era el número central del programa conmemorativo, donde eran invitados y participaban todas las autoridades del gobierno, tanto civil como de la Iglesia y del Ejército. Tenía un carácter oficial pero en un club privado.
-En tu investigación hacés un salto interesante, y lo remarcás, en relación a lo que empieza a suceder con los festejos durante el peronismo.
-Con el primer peronismo se da un momento interesante porque el primer gobierno peronista en Salta promueve durante la década del 50 la expropiación del Club 20 de Febrero. Lo que hacen es expropiarle el edificio donde era la sede social del Club, y después le cancelan la personería jurídica. Es decir, hay ciertas medidas puntuales dirigidas a anular ese espacio y lo que representa, que siempre estuvo muy vinculado a las diferencias sociales, a las jerarquías sociales, a un espacio de exclusión y restringido a unos pocos. Entonces hay un interés en anular este espacio, todo lo que representaba y lo que venía asociado a este.
En paralelo hay un intento de apropiación en clave peronista del festejo de la Batalla de Salta, y lo más interesante es que cuando el Club ya no existía, porque no existía ni física ni jurídicamente, se promueven desde el gobierno peronista bailes que los llaman “Los bailes de la victoria”. El primero se hace en 1953 en la plaza 9 de Julio, justo frente al edificio que le habían expropiado y donde antes se hacía el famoso baile.
Lo que también es interesante de estos bailes que se promueven desde el gobierno peronista es que son bailes abiertos a todo el pueblo salteño, con números de folclore, con grupos que tocaban. El primero se hace en la plaza principal, en la 9 de Julio, y al año siguiente se hacen en cuatro clubes barriales y deportivos de la ciudad. Uno se hace en el Club Central Norte, también en el Club Rivadavia, que es un club que ya no existe y quedaba cerca de la zona de la plaza Alvarado. También se hace en el Club 17 de Octubre, y en el Salta Club, que quedaba en lo que sería en ese momento la zona sur de la ciudad.
Entonces hay un intento de abrir el festejo, sacarlo del Club (20) y abrirlo a todo el pueblo salteño, y además llevarlo a estos espacios más bien marginales de la ciudad en este momento, que eran los barrios de los trabajadores sobre todo. Es interesante como se da una especie de redistribución del festejo, una apertura que viene de este intento de reapropiación de la fecha en términos abiertos, en términos de justicia social.
-Por último, en tu trabajo hacés énfasis en que los festejos del 20 de febrero cumplían la función de ritual de Estado.
-Yo digo que era un importante ritual de Estado porque era una ocasión importante para construir lazos comunitarios. O sea, para la comunidad salteña, a la vez la comunidad salteña dentro de la comunidad argentina, era una ocasión importante donde, por ejemplo, se anunciaban, inauguraban o empezaban obras públicas, como pasó con el monumento al 20 de febrero, pero también con el monumento a Güemes, que fue inaugurado un 20 de febrero de 1931; o se inauguraban hospitales, o el mismo ferrocarril Huaytiquina a Chile, también se inauguró en esa fecha.
El 20 de febrero tenía una carga muy importante con la inauguración de obras que iban mostrando, o materializando, el accionar del Estado. Inclusive también durante muchos años, sobre todo a principio del siglo XX, en los festejos por la Batalla de Salta asumían los gobernadores.