Con el desarrollo del deporte profesional, que primero alcanzó a algunas disciplinas de equipo como el fútbol, el béisbol y el básquetbol, y que luego fue llegando en mayor o menor medida a gran parte del resto, se acentuó el fenómeno de la diferenciación entre clubes y entrenadores-formadores de deportistas, con aquellos otros que solamente consumen el valioso producto humano de esa inversión institucional y de ese talento técnico.
En el nuevo siglo la irrupción de grandes capitales de toda procedencia, especialmente en el fútbol, que intentan hacer un negocio rápido y fácil y tal vez alguna forma de lavado y evasión, también está buscando crear en varios deportes nuevos formatos de élite como las súper superligas, y han creado casi de la nada equipos líderes en muchos países.
Por supuesto que en el fútbol y otros deportes, afortunadamente, todavía hay clubes que si bien se alimentan de atletas talentosos, también los producen en sus divisiones inferiores.
En tanto, en los deportes amateurs, el advenimiento de un mayor profesionalismo lamentablemente ha puesto en peligro desde hace un par de décadas, la figura irremplazable del formador de deportistas, quien a pesar de su decisiva importancia ha perdido cada vez más terreno a manos de los entrenadores-consumidores. Si poseen talento técnico y estratégico, pueden proseguir la tarea constructiva del formador, pero si como lamentablemente suele ocurrir, son mediocres y solamente están sostenidos por ocasionales sponsors, medios o directamente por el poder político o federativo, simplemente no hacen otra cosa que utilizar el trabajo ajeno pero con un escaso o nulo valor agregado de su parte.
El club sólo "consumidor" de deportistas, en mi opinión no solamente no aporta nada positivo, salvo para el negocio de unos pocos, sino que contribuye a la destrucción de ese invalorable derecho que es la función social del deporte en toda comunidad. Tanto para los practicantes como para los espectadores.
La realidad nos señala hoy que el procedimiento de consumición se realiza conjuntamente con el de la extinción económica de muchas instituciones, y lamentablemente se está generalizando en el deporte de alto rendimiento en varias disciplinas.
Hay pocas veces en las que el club consumidor logra mantener o incluso mejorar los resultados iniciales del deportista que le llega, por medio de la acción y apoyo profesional de entrenadores prestigiosos que pueda contratar.
Esto es especialmente mensurable en las disciplinas de tiempo y marca, y en las que se desarrollan dentro de un marco de habilidades adquiribles como los deportes de combate y los de apreciación. Lo que hace que el usufructo de esa tarea formativa inicialmente ajena, tenga un buen epílogo y no se pierda al talentoso.
Sabemos que la mayoría de los deportes llamados amateurs, dependen del apoyo del Estado y de algún sponsor privado. Así que una de las peores cosas que pueden pasar en el deporte de alto rendimiento de un país, es que las disciplinas amateurs caigan en manos de técnicos incompetentes que se dediquen a consumir la producción ajena, sin mejorar en nada lo técnico o lo físico de sus atletas.
El gran entrenador estadounidense de natación, Mark Schubert, me decía hace apenas cinco años: "Osvaldo, nuestro mayor problema es lograr que los mejores nadadores entrenen con los mejores entrenadores". Y luego me enumeraba una larga lista de talentos desaprovechados.
En el fútbol esto puede significar el retroceso hacia ligas o equipos de menor jerarquía, pero en deportes como atletismo y natación puede hasta significar el retiro deportivo.
Demás está decir que ese no es un problema particular o único de la mayor potencia deportiva mundial, ya que lo he visto con frecuencia en alemania y otros países, y por supuesto en Argentina donde se ha sufrido con asiduidad.
Lamentablemente, la ignorancia e inacción de las autoridades federativas, y la falta de control o conocimientos específicos del Estado y de los medios, ayudan a eternizar estos liderazgos que utilizan la producción ajena sin tener el talento necesario para darle al deporte y al atleta, ese plus que es necesario para llegar al mejor nivel internacional.
En síntesis, por la lamentable tendencia actual de concentración de capitales de diversa procedencia, en una élite de superclubes, parece ser casi inevitable que surjan cada vez más los "consumidores" por sobre los "formadores", en un mercantilizado y profesional deporte contemporáneo, que busca resultados inmediatos por medio de la acción del dinero. Pero la atención y acción de las autoridades federativas y nacionales, y hasta de los medios, debiera intentar proteger la inversión en deporte social de los clubes formadores, y las expectativas de la sociedad en esos talentos que no debieran ser manejados por personas sin el necesario nivel de conocimientos.
* Ex Director Nacional de Deportes.