“No todo el tiempo se cumplen 60 años”, dijo Juanse pasada la medianoche. Poco después del inicio de su actuación, ya había hecho gala de su jerarquía performática. Desenfundó clásicos de Ratones Paranoicos, se contoneaba de un lado al otro del escenario, y hasta se sacó el cinturón para batirlo contra lo que se le pusiera enfrente. También dejó de lado su aproximación a Cristo para invocar las almas de Robert Johnson y Pappo, al momento de encarnar la libido del blues o la furia del rock. Con una propuesta similar a la que mostró en el inicio de esta celebración, en junio en el Luna Park, tras hacer “Rainbow”, “Isabel”, “Enlace” y “Ya morí” llamó a Mateo Sujatovich para compartir una lujuriosa versión del ya lascivo himno “La nave”. Antes pidió un aplauso para su invitado Junior Lescano (La 25), y reclamó una ovación para Celeste Carballo, a la que definió como una de las “mejores rockeras de América Latina”. Y vaya que tiene razón.
Al igual que el líder de Conociendo Rusia, la icono peló su guitarra y una vez más mostró su don. Lo hizo en “Sucia estrella” y “Ruta 66”, allanando el camino para el sumun de la primera de las dos jornadas del Cosquín Rock 2023. León Gieco, a quien se le extraña en la grilla del festival, interpretó “El fantasma de Canterville” y “Pensar en nada”, coronando la troupe de convites que reclutó Juanse. Si el año pasado casi se roba el protagonismo del debut de la Mona Jiménez en el evento, donde estuvo entre sus comensales, el ex líder de los Ratones esta vez pudo darse el lujo de ponerle el moño al escenario Norte. Presentándose ahí, por primera vez, en calidad de solista. Sin embargo, el recital histórico recital no significó el final de la fecha en el Aeródromo de Santa María de Punilla. Aún restaban por consumarse la adaptación serrana de la fiesta Bresh y el DJ set de la belga Charlotte de Witt. Pero los que decidieron abandonar el predio lo hicieron satisfechos de una maratón que tuvo de todo.
Antes del aniversario de Juanse, Divididos pasó por el mismo escenario en el clímax del día, cuando en el lugar ya había 100 mil personas. La terna incluyó esa presentación como parte de la gira con la que celebra sus 35 años de trayectoria. En comparación con su paso por el festival el año pasado, La Aplanadora del Rock brindó un show más extenso y con una fina selección de temas. Aunque por momentos el caos se apoderó de su ímpetu, lo que quedó en evidencia en el final. Mientras el cantante y guitarrista Ricardo Mollo se despedía, el baterista Catriel Ciavarella y el bajista Diego Arnedo siguieron tocando con la sensación de estar esperando algo más. En tanto el público se mantenía en vilo ante la definición de esa suerte de zapada, el grupo dejó atrás un repertorio que arrancó con el Himno Nacional y que formalmente terminó con “Ala Delta”. En el medio desfilaron clásicos del tamaño del “El 38”, “El ojo blindado”, “Spaghetti del rock” y “Huelga de amores”.
En el ocaso de su intervención, Mollo introdujo el tema “Amapola del 66” contando que se trataba de un tributo a todos esos ídolos del rock argentino que los animaron a ser parte de la historia. Entonces mencionó a Pappo, Vox Dei y a Luis Alberto Spinetta, entre otros. Por más que algunos de ellos hayan fallecido, los actores de esa generación dejaron de formar parte de la programación de Cosquín Rock. Al punto de que esta edición es un fiel reflejo del recambio generacional que experimenta la escena musical local. Si Skay Beilinson, quien también fue parte de la fecha y tuvo una propuesta similar a la de su participación en 2022, era el músico más veterano de la jornada (con 71 años) su antípoda fue Trueno (con 20 años). El rapero originario de La Boca, que supo instalarse rápidamente en el imaginario popular, regresó al evento con nuevo disco (Bien o mal, lanzado en mayo pasado), un flow afiladísimo y una estética sonora que lo pone a dialogar con el rock. Al menos sobre el escenario.
Trueno comandó la delegación de músicos de la escena urbana nacional del Cosquín Rock en 2023. Al tiempo que el MC originario del barrio porteño de La Boca rapeaba en el escenario Sur, casi en simultáneo Muerejoven y Saramalacara trapeaban en el Boomerang. Allí mismo, a continuación, desembarcó Rusowsky: figura que revolucionó la música española actual. Es tan inatrapable su versatilidad, que va del hip hop al bedroom pop (pasando por el techno), que C. Tangana se anotó entre sus fans. Algo parecido a lo que hace el madrileño (a la manera argentina, claro está) es el sostén de la propuesta de Fermín, quien igualmente, en el Boomerang, brindó uno de los shows más apetecibles de la primera fecha de este Cosquín Rock. Performance, al parecer, esperada principalmente por sus colegas, pues la mayoría del público que lo vio eran músicos. Y es que fue fundamental en el despegue de Dillom, revelación de la avanzada urbana nacional de cuya banda es integrante.
Al igual que Juan Ingaramo, Rels B también jugó de local en el escenario Sur. Lo que pasa es que el primero es cordobés, y el otro es español. Hits en clave de trap, reggaetón y R&B del talante de “¿Cómo dormiste?” y “A mí” calaron tan hondo en la Argentina que su público los cantó apasionadamente. Opacando, por momentos, a LP, quien ostenta una de las mejores voces del festival. Tras presentarse en tres ocasiones en Buenos Aires, la cantautora se estrenó en la noche del sábado en Córdoba. Los que vieron a No Te Va Gustar en el escenario Norte, si estaban buscando plan o haciendo la previa para otro recital, quedaron atónitos frente a una música deslumbrante. Que le subió la vara al Cosquín Rock en su curaduría y en su voluntad de volverse un evento realmente internacional. A partir de la inclusión de una artista que hoy es indispensable en cualquier festival del mundo.
A sabiendas de que la neoyorquina podría ser el acto indiscutible del flamante escenario Montaña, Catupecu Machu, a continuación, salió a tocar como si fuera su última vez. A los que no les costó la entrada en calor fue a los músicos de La Delio Valdez, que le pusieron el condimento cumbiero al Montaña en la tarde. Pero la que encendió ese escenario fue la banda mendocina Usted Señálemelo. Su meteórico ascenso puede explicar la transformación generacional que experimenta no sólo la escena musical argentina, sino también el festival. Y es que en apenas un lustro pasó de tocar en un hangar del Aeródromo, en el que con suerte entraban 300 personas, a un escenario al aire libre con capacidad para 10 mil. Lo increíble es que el sábado las metió, de la mano de una propuesta que saca al pop de su lugar banal para empujarlo hacia la vanguardia. Entre las escuelas del trío está el grupo Mi Amigo Invencible, que debutó en la cumbre musical tras el éxito de su nuevo álbum, Isla de oro, devenido en uno de los mejores de 2022.
Al grupo indie liderado por Mariano di Césare le sentó fantástico que lo ubicaran en el escenario Paraguay, el más coqueto del festival. Tanto como su artística. Hay que atravesar un bosque para llegar a él, magia que se potencia en la noche cuando encienden sus luces. Quizá por eso la actuación de El Mató a un Policía Motorizado fue tan especial, de la misma forma que la de la cantante mexicana Lila Downs: alquimista del esoterismo de la música popular latinoamericana (lo demostrará este lunes en Buenos Aires, en el teatro Coliseo). Quienes también sacaron a relucir su brujería fueron Guasones, que en el Norte lograron una comunión emocionante con sus fans. Pero si hay que darle un premio al músico laburante en esta apertura, ese lo comparten Ale Kurz y Mateo Sujatovich. Llegaron en la mañana para probar sonido, tocaron a la tarde con El Bordo y Conociendo Rusia, respectivamente, y se fueron tras tocar con Juanse. Y es que Cosquín Rock siempre da para todo.