El clásico santafesino terminó empatado 1 a 1 y quien más lo celebró fue el técnico de Colón, el uruguayo Marcelo Saralegui. Si perdía, iba a convertirse en el primer técnico despedido del año. Incluso, ya corrían los nombres de algunos de sus posibles reemplazantes. La igualdad, ahora tal vez le conceda, algunas fechas más en su cargo. De todos modos, la tarde cerró con gusto amargo para los tradicionales adversarios ninguno ha ganado en lo que va del campeonato y en el caso de Unión, la mala racha adquiere ribetes preocupantes de cara al promedio: de sus últimos 14 partidos, apenas venció en uno con seis empates y siete derrotas.
Unión arrancó en ventaja con un gol de Luciano Aued a los 21 minutos del primer tiempo; entre Kevin Zenon e Imanol Machuca combinaron un corner corto desde la derecha que peinó Thiago Vecino y definió Aued con un remate cruzado. Antes y después, esa ventaja estuvo justificada. El colombiano Yeison Gordillo manejó la media cancha, bien respaldado a sus costados por Machuca y Luna Diale, y todos ellos encontraron buena continuidad en el delantero uruguayo Thiago Vecino. Pero volvieron a aparecer deficiencias a la hora de definir.
Unión dispuso de varios contragolpes como para aumentar el marcador pero se equivocó siempre. Hasta con ventaja numérica, nunca supo resolver y por eso, con el correr de los minutos, Colón se fue animando. Antes, fue evidente el nerviosismo de sus jugadores bajo presión por haber perdido los tres primeros del torneo. Mostró las mismas falencias de siempre: poco juego, lentitud en el traslado y demasiados pelotazos para Ábila.
El trámite se equilibró cuando entraron en escena los volantes de Colón. Pierotti, Perlaza, Galván y Arrúa (estos dos últimos moviéndose por detrás de los medios de Unión) pasaron a compartir la posesión de la pelota y muy pronto, apenas a los siete minutos de la segunda etapa, llegó el empate: Ábila habilitó con justeza al ecuatoriano Perlaza, que batió al uruguayo Mele con otro disparo cruzado. Antes, Unión había dispuesto de dos remates de Vecino para aumentar la diferencia.
De allí en más, ninguno arriesgó. La igualdad pareció conformarlos y el partido se hizo cortado y enredado. Como si no perder fuera más importante que ganar. Se metió más de lo que se jugó (hubo ocho amonestados) y en la última jugada de la tarde, a punto estuvo Colón de dar el golpe: Juan Pablo Alvarez (que había reemplazado a Pierotti) remató desde una posición cerrada y la pelota cruzó todo el área y se fue muy cerca del segundo palo.
Hubiera sido exagerado. Ninguno fue mucho más que el otro y el empate dejó todo donde estaba. En un mal partido, con dos equipos que por algo todavía no pudieron sumar de a tres. Y que les costará mucho hacerlo si insisten en seguir jugando así.