@humoristarudy
¿Cómo le va, lector? ¿Cómo anda? Hoy en día, esta última pregunta, lo habrá notado usted, es muy importante. Porque la gran mayoría, no solamente de los argentinos, sino también de los latinoamericanos, incluso de los estadounidenses, diría que de todos los seres humanos, y me extendería incluso, a otras especies que nos acompañan en este planetario modo de vivir, no sabe, no sabemos, no sabéis, “cómo anda”.
¡En serio, lector! (Bueno, se trata de una nota de humor). ¡Usted pregúntale a cualquiera, y va a ver lo que le responde! Por si no me cree, le presento aquí una lista de opciones para salir del paso y no tener que incursionar en lo más profundo de su alma, su aparato psíquico o su bolsillo para responder. Y es posible que ante su pregunta “¿Cómo andas?” la otra persona, que bien podría ser usted mismo/a en caso de introspección, pueda contestar/se
- “Bien” Con cara de “y no me preguntes nada mas porque me pongo a llorar, salgo corriendo, o te mangueo”.
- “No tan bien cómo vos” ¡Guau! Ahí le devolvió la pelota y es usted quien deberá improvisar algún argumento, o bien, tomar otro de esta lista.
- “¿Yo?” Interesante respuesta, que en verdad vendría ser una múltiple pregunta. Sabemos que la pregunta en segunda persona “cómo andás”, se dirige inequívocamente al interpelado, por lo cual si este ignora tal hecho, puede deberse a que intente eludir elegantemente la respuesta, o bien eludirse elegante o esquizoidemente a sí mismo.
- “¿Y a vos qué te parece?” Típica respuesta “psi”, que, sacada del diván y llevada al ámbito del bar, el encuentro casual, o la cita, conduce a que sea usted quien deba “andar por el otro”, conducirlo en la vida, o al menos, en ese particular momento. ¡Éste sí que sabe cómo no hacerse cargo!
- “¿Bien o te cuento?” Acá le están ofreciendo el resumen, el “twit” de la vida, o bien, la novela desarrollada en tres interminables tomos. Usted sabrá cuál elegir, o no.
- “¿En que sentido me lo preguntás? ¿Qué se le ocurre, que el otro quiere saber cual es la línea de colectivo que toma todos los días, su último resumen de cuenta bancaria, si sigue en pareja con las doce personas con las que estaba la última vez que se vieron, si le gustaría dejar todo e irse a Micronesia, si tuvo hipo o estornudó este último mes, si le subieron o le bajaron los triglicéridos, si sigue angustiado cada vez que se despierta o cada vez que se duerme, si considera que su vida está avanzando, aunque no sepa hacia donde, o “ todas las anteriores son correctas, pero tampoco exageres”?
- “La voy llevando” Acá el interpelado no sólo “ anda” sino que “ la va llevando”, no sabemos si a la vida, a la mujer, a la profesión, a la plata no declarada a Panamá, a la neurosis al diván, a la declaración jurada a la AFIP. El tipo “ la va llevando”, y con eso debería alcanzarle, a él para estar bien, o a usted como respuesta
- “¡Como el tujes, ¿cómo querés que me vaya?!” Éste es notablemente complejo. Primero, porque tujes “palabra proveniente del idish –y a su vez del hebreo- literalmente quiere decir ” detrás, trasero” y todos la usamos como el culo, (perdón como “ culo”), no es para nada específica en tanto valoración. Porque si nos guiamos por el “ sentido común” (léase “prejuicio”), tendemos a pensar que está diciendo “mal”, pero pensar que a todos los tujes del mundo les va mal, es sin duda un error histórico, geográfico, biológico y psicométrico. Algunos tujes la pasan mejor que muchos cerebros, esternones, estómagos, ojos corazones y esófagos, para no hablar de personas íntegrales.
Pero además, la segunda parte, éste sujeto va más allá del tujes y la remite a usted, al otro, al deseo del otro. Y quizás usted quiere que le vaya como el tujes, pero como a ese tujes al que todos se dan vuelta para mirarlo con admiración cada vez que pasa.
- “Podría estar mejor/peor”. Éste muestra un optipesimismo ( valga el neologismo) envidiable, a la vez que una negación o al menos procastinación (postergación) de la realidad. No te cuenta como está, sino como “podría estar si… ( si las vacas volaran, si el dólar bajara, si las elecciones las hubiera ganado Del Caño). Es utópico, o ucrónico, o alguna otra “u”
- “¿A mí me lo preguntás?” Es el mismo que responde “¿yo?”, pero con un poco más de conciencia. Este sí cree en su propia existencia, pero se lamenta que, de todas las personas posibles, de todos los paradigmas y posibilidades, usted lo la haya elegido justo a él, o ella, para interrogar. A veces atribuye el hecho a la mala suerte. “¡Le podrías haber preguntado a tu tía Eduviges, o al sodero, o al CEO ese que le están cuestionando incompatibilidades, pero no… justo a mi!”
Y hay muchas ¿respuestas? posibles más. Muchas maneras de zafar, de no responder, de no enfrentar la simple posibilidad de sincerarse (no en el sentido macrista, plis) y contar/escuchar lo que nos pasa, o lo que le pasa al otro/a. Suelo decir, lo dije ya en esta columna, que estamos en tiempos en los que lo mas difícil es lograr ser escuchado. Y más de una vez no lo somos, porque ni siquiera decimos lo queremos que nos escuchen, lo que nos importa (“importa”, otra vez, no en el sentido macrista; no me refiero a autos, ropa o golosinas).
Hablamos, o preferimos hablar, de otra cosa, que nos compromete menos. Y eso, que a veces sirve para no escucharnos en los personal, se hace “noticia”. “Tapa” de los medios.
Parece que ya se puede viajar en subte con mascotas. Qué buena noticia. Quizas, podamos aprovechar el viaje para contarle a nuestro perro, gato, hamster, jirafa o conejo “cómo andamos”, de verdad, sabiendo que nos va a escuchar y probablemente no nos responda nada que nos pueda hacer sentir incómodos, o al menos dudar de nuestras certezas. Si no, siempre nos queda el celular, para seguir hablando solos.
De todo eso y mucho más trata este suplemento.
Hasta el sábado que viene, lector.