“En base a las estadísticas, la ciencia estima que -de mantenerse las tendencias actuales- la mitad de las especies animales y vegetales desaparecerá de la faz de la Tierra a finales de este siglo”, recalca una alarmada Angela Manno, artista con base operativa en Nueva York que, en su más reciente colección, pone el pincel a disposición de sus preocupaciones medioambientales. “Está claro que la mente occidental está divorciada de la Naturaleza, y esa es la razón principal que ha llevado a la actual catástrofe ecológica”, afirma esta pintora, recordando que ya estamos cursando la sexta extinción masiva de la Historia, la única causada por el ser humano a partir de lo harto conocido: destrucción de hábitats, contaminación, etcétera.
Piensa Manno que la única solución posible es “re-encantar la Tierra, que se la observe como una entidad viva” y, para hacerlo, se decantó por curiosa alternativa: representar a la flora y fauna amenazadas de una forma tradicionalmente religiosa, en pos de subrayar que cada colibrí, tortuga, flamenco, orquídea, abeja o cactus “es sagrado”. De allí que, habiendo estudiado el antiguo arte litúrgico de la iconografía bizantino-rusa, eligiera este estilo para Contemporary Icons of Threatened and Endangered Species: tal el nombre de su serie que fusiona la belleza de la biodiversidad con los horrores de su inminente pérdida, donde cada criatura deviene figura sacra y, por tanto, venerada, “como un ícono bizantino, cuyo canon –señala la pintora- he ampliado con estas piezas, que no tienen a la Naturaleza como telón de fondo del drama humano-divino: rompo con el antropocentrismo de esta tradición y pongo a la Naturaleza en el centro de la escena”.
“Mi objetivo es exaltar cada especie como irremplazable”, destaca lo -a esta altura- evidente Angela, que asimismo busca inspirar la acción de la gente, esperando que el día de mañana “cada ecosistema sea honrado y respetado por su papel indispensable en el entramado de la vida”. Parte de lo que gana de la venta de estas obras, cabe mentar, es donado a instituciones que trabajan por la biodiversidad, pequeño grano de arena adicional.